En todos hay un escritor. Por más escondido que este se encuentre. Algunas veces se manifiesta y quiere ser la voz de muchas voces y la de uno mismo. Ser testigo y narrador de nuestra historia, amigo y enemigo de nuestros miedos y alegrías, tratar a la realidad como una igual, subyugar lo indomable y liberar lo oprimido. Combatir la intolerancia en una guerra sin cuartel a palabra suelta. Desafiar a nuestra propia inteligencia y re-definir las reglas en las cuales se basa nuestra ya tan reestructurada sociedad. Pero lo más importante sea, tal vez, la indescriptible sensación que nos produce, el dibujar con nuestras palabras en la imaginación de otros.

Bienvenidos.

C.A.

lunes, 9 de mayo de 2011

De Mexico a Cuba...Macondo...Monjas con Bigotes

Parte III


Seguramente esta crónica no tenga mucho sentido para varios de ustedes, seguramente varios de ustedes no puedan llegar a entender lo que pasa y los motivos de lo que voy a contarles, pero espero poder hacerles llegar algunas cosas a varios de ustedes que seguramente jamás imaginarían que podrían pasar.





Antes que nada quiero decir que no hay momento en el cual no me acuerde de muchos de ustedes, siempre me viene la imagen de alguno a la cabeza, en diferentes circunstancias, y no hay momento de esos en los que me elevo y miro las cosas desde lo alto, abstrayéndome de la realidad de ese momento, en que no agradezca a cada uno de los que me ayudaron a estar acá. Esto que nos está pasando es impagable, indescriptible, inimaginable, intransmisible, solo estando en este camino se puede llegar a entender apenitas lo que pasa, y hasta ahí no más.

Quedó atrás Mexico DF, quedó atrás la tierra de los murales de Diego Rivera y las historias de Frida Kahlo. Quedaron atrás las minas feas, el constante olor a cloaca mezclada con el aceite frito de las tortillas, quedó atrás Luisito Barragán, el Zócalo, la locura del metro, el constante sonido de los vendedores o el organillo de un señor de traje militar que toca mientras otro igualmente vestido pasa con su gorra, y un montón de cosas más. En este momento me encuentro tirado en mi cama, en la habitación 409 con una pequeña ventana desde donde se ve el Malecón, pero les voy a contar algunas cosas de la tierra del picante.

No sé porqué pero el atrofio cerebral que tengo y que ustedes conocen acá ha empeorado. Desde que salimos de Montevideo que no logro retener un solo nombre, una sola palabra, me las olvido y confundo. Por ejemplo, el Malecón de Cuba (su rambla) para mi es Macondo! Se ve que por acá vivieron los Buendía o las imágenes de la Habana me hacen acordar mucho a algunas partes de lo que yo imaginaba como Macondo, no lo sé, pero así es. También quería aprovechar, aunque no tiene nada que ver, para agradecerle a todos aquellos que me escribieron. Sigan haciéndolo, los leo toditos, solo que no me da ni el tiempo ni la conexión para responderles individualmente, pero recibir sus mails me hace muy bien ya que me hace sentir que los tengo cerca en esta vorágine de días y noches que se están pasando, una tras otra sin parar y a un ritmo frenético.

Dicho esto, les cuento que los últimos días en México fueron muy productivos al igual que los anteriores, solo que hubo algunas cosas que las hicieron muy especiales. El penúltimo día salimos de mañana tempranito con Popi, Santi Hernandez, Santi arquitecto, el Marto, Lilou y Laurita hacia la biblioteca Vasconsellos del DF. No puedo evitar hacer el siguiente juicio de valor. Al menos para mí, se trata de la mejor obra de arquitectura contemporánea de México, y seguramente lo mejor que ha hecho el arquitecto Kalach. Se trata del edificio cuyas fotos subí la última noche en México. Fue un rato largo que estuvimos recorriéndolo como enfermos, atónitos, sacando foto tras foto mientras la gente estudiaba en un lugar que es la envidia de cualquier uruguayo. De este modo, la mañana arrancó de manera excelente. Contentos y satisfechos salimos de la biblioteca para tomarnos el metro el cual ya dominábamos a la maravilla para juntarnos con los docentes y el resto del grupo para ir a ver una de las obras de Barragán. No pregunten cómo pero terminamos tomándonos el metro hacia el lado equivocado y terminamos en la universidad, ósea en la loma del orto, por lo que ya no teníamos chance de llegar a donde estaban el resto. Ahí fue el turno de mi capricho, estaba emperrado en ir al convento de las capuchinas de Barragán, obra de arquitectura espectacular y emotiva que uno debe ver antes de irse de México. Decidimos tomar el camino, tomándonos un camioncito ya que estábamos fuera del circuito del metro. Luego de preguntar a varios del "camioncito" nos bajamos y caminamos unas cuadras con la piel erizada porque estábamos cerquita de una obra muy especial. Llegamos, vimos el número de puerta y no lo podíamos creer. Mientras los chiquilines sacaban fotos de la vereda de en frente, yo me colgué del timbre, pero para mi sorpresa no salió una monja sino un bigotón lleno de pintura.

- Buenos días señor. Nosotros somos estudiantes de arquitectura de la facultad de Montevideo, Uruguay y queríamos pasar al convento si es posible.

- (Cara de confundido con una sonrisa ridícula) No, no es posible.

- Pero por qué?

. Es que las hermanas están de retiro, porque terminó la semana santa y hasta Mayo no se aceptan visitas.

- Pero señor, le explico, nosotros venimos desde Montevideo, Uruguay y nos vamos mañana. Es muy importante para nosotros poder ver esta obra.

- Es que las hermanas están de retiro, porque terminó la semana santa y hasta Mayo no se aceptan visitas - Pero qué le pasa a este pelotudo pensé yo, que repite todo?

- Bueno, podría hablar entonces con alguna hermana, alguna autoridad? - mientras el Marto le decía que la fe movía montañas y el resto le repetían de manera desordenada que veníamos de Montevideo.

- No, es que las hermanas están de retiro... - Y la concha de tu madre! Dejá de repetir la misma boludez (pensaba yo). - Vuelvan a las 4 si quieren que alguna capaz que los atiende - a todo esto eran las 12:30!!!

Luego de insistir tipo nene chico y de que el Marto tratara de coimear al bigotón ofreciéndole plata, nos dimos por vencidos y nos fuimos. Decí que el Santi arquitecto había encarado y vio un cartel de un restaurant que nos salvó el almuerzo, pero nos fuimos todos con cara larga y amargados. Comimos en un lugar llamado "Geko", muy bonito (como dicen por acá), en un patio, donde por 50 pesos mexicanos tuvimos un consomé de pollo, arroz con chicharos (arvejas) o fideos para culminar con una especie de estofado de res o enchiladas verdes y gelatina de postre. Así fue como comimos hasta reventar y charlamos con un mexicano que hace vitrales y que supo estar en Montevideo algunos años atrás. De ahí volvimos hasta el convento para volver a probar, pero no hubo caso. Esta vez nos atendió una de las monjas que nos repitió como lorito lo que nos decía el bigotón. Yo no podía más de la bronca. Como esa monja nos podía privar a nosotros, estudiantes de arquitectura y verdaderos gozados de vivir esa obra de entrar y dar una vueltita de unos minutos? Así nos fuimos, amargados con la iglesia, el poder corrupto y las monjas malditas, y decidimos jugárnosla con movernos en un trayecto bastante importante para llegar a otra obra de Barragán, "La Casa Gilardi", una de las favoritas de todos. Obviamente no teníamos cita ni nada, así que nos mandamos no más. Llegamos luego de un largo trecho, y estar parados en frente a la casa era increíble. Toqué timbre, luego el otro (es que eran dos timbres), golpeé, pero nada. Estuvimos unos cinco minutos parados ahí pero nadie nos abría. Las caras se iban estirando, la decepción era inminente, yo ya no sabía qué hacer. Todos se empezaron a alejar, y yo seguía prendido del timbre, hasta que luego de una puteada decidí darme media vuelta e irme también. De repente, un señor de remera vieja, panzón, bigotito y una bolsa de ropa limpia en el hombro apareció por la calle, llegó, nos miró sonriendo y dijo: "no les abrió nadie"? Acto seguido empujó la puerta la cual se abrió sin oponer resistencia y nuestras caras se transformaron, por un momento las miradas cómplices cruzadas se asemejaron a las de un niño cuando descubre el regalo que le dejó Papá Noel debajo del árbol. Inmediatamente entramos al vestíbulo y don Martín Duque nos empezó a contar la historia de la casa. Personalmente pensé que él era un sirviente, pero resultó ser el dueño de la casa, quien la había mandado hacer con el Sr. Gilardi a nada más ni nada menos que el arquitecto Luis Barragán. Acto seguido, entre bromas y anécdotas pasamos al primer vestíbulo y ahí fue cuando todo comenzó. Sin saber como la piel se me erizó, sentí un escalofrío que me corrió por toda la espalda cuando entré a ese espacio mientras hablaba el viejo Duque con su bolsa de ropa limpia y me di cuenta al sacar la primer foto que esa misma foto la había visto cientos de veces, entre ellas cuando hice la monografía sobre la obra de Barragán con Tefi, solo que esta vez, esa foto era de mi autoría y estaba en mi cámara. Vi cómo la tenue luz naranja del pasillo que da hacia el comedor con su piscina y plano rojo se asomaba y me sentí absolutamente feliz y privilegiado. Señoras y señores, me encontraba en la casa Gilardi, y no me lo estaba contando nadie ni lo estaba leyendo en una revista, no tenía el límite del cuadro de la foto sino que podía girar mi cabeza hacia donde yo quisiera y ver el ángulo que yo quisiera. Me acordé de las charlas de Pancho en el taller allá por el año 2005. Sí sí sí, yo estaba ahí! La emoción fue muy grande y las fotos se las adjunto ya que por ley no estábamos autorizados a sacar fotos. Pero el viejo Duque simpatiza mucho con los estudiantes y nos deja sacar fotos siempre y cuando no las subamos a ningún sitio público.

Una sensación similar fue la que tuve al otro día, cuando por casualidad terminé siendo invitado por Karen y Tefi para acompañarlos a una visita que habían conseguido para ver la Casa Estudio de Barragán, cuando se suponía que no se podía hasta Mayo. Ese día, me encontré recorriendo la Casa Estudio, de lo mejor que he visto en mi vida, una secuencia de espacios absolutamente estudiada que hace que el visitante viva distintas sensaciones únicas...no sé para qué me molesto escribiéndolo, es totalmente al pedo, ya que yo lo leí por años y no tiene nada que ver cuando uno está ahí. Lo que quería compartir es que en esta casa, la sensación fue aun más fuerte que en la casa Gilardi. al entrar al espacio donde está el ventanal hacia el jardín no solo me ericé sino que se me llenaron los ojos de lagrimas, y si no se me cayó ninguna fue porque soy un maldito iraní terrorista, pero estuve a punto. Eso fue único, estar ahí, respirar ese aire, vivir esos espacios, no tiene precio, para todo lo demás está Master Card.

Podría seguir hablando horas de las obras, como por ejemplo la iglesia cuyas fotos verán pronto, pero eso los aburriría mucho, si es que no lo hice ya. Pero creo que era importante que pudieran recibir no solo un reporte de mi perspectiva en cuanto a lo cultural, a las comidas, la gente o las minas feas sino también al motivo principal de toda esta movida, lo que nos llevó a proponer hace más de 65 años el recorrer el mundo.

Yo seguiré escribiendo, ya que no puedo mandarles nada porque acá en Cuba no tenemos conexión ya que sale muy cara, así que seguramente apenas pueda conectarme les mande más de una crónica en un tiempo muy breve.

Salud Ali 

2 comentarios:

Unknown dijo...

Mi querido hijo me encanta su crónica . que ,linda feraces para saber puntas que no sabemos de los paieses visitados ( negro o blanco ) deseo todos suerte el mundo para ti y su compañeros

te quiero baba
Amir

Unknown dijo...

Mi querido hijo me encanta su crónica . que ,linda feraces para saber puntas que no sabemos de los paieses visitados ( negro o blanco ) deseo todos suerte el mundo para ti y su compañeros

te quiero baba
Amir