En todos hay un escritor. Por más escondido que este se encuentre. Algunas veces se manifiesta y quiere ser la voz de muchas voces y la de uno mismo. Ser testigo y narrador de nuestra historia, amigo y enemigo de nuestros miedos y alegrías, tratar a la realidad como una igual, subyugar lo indomable y liberar lo oprimido. Combatir la intolerancia en una guerra sin cuartel a palabra suelta. Desafiar a nuestra propia inteligencia y re-definir las reglas en las cuales se basa nuestra ya tan reestructurada sociedad. Pero lo más importante sea, tal vez, la indescriptible sensación que nos produce, el dibujar con nuestras palabras en la imaginación de otros.

Bienvenidos.

C.A.

miércoles, 20 de octubre de 2010

PaRaNoIa








Paranoia: término psiquiátrico que describe un estado de salud mental caracterizado por la presencia de delirios auto referentes.



Viernes, es casi media noche. A pesar de caminar por una de la vías mas iluminadas de la cuidad, la sensación de inseguridad crece paso a paso. Dos patrulleros de la maldita policía de San Diego, pasan con todas sus luces y cacofonías destrozando millones de mis células nerviosas.
En la esquina siguiente al Petco park, dos oficiales uniformados, pretenden hacerme creer que no me prestan la mas mínima atención. Al acercarme a ellos, cada músculo de mi cuerpo se tensa, pronto para emprender una huida desenfrenada.
Ahora en las cercanías del puerto los helicópteros sobrevuelan los cielos, seguramente en busca de gente sospechosa.
Una carcajada descolocada se me escapa, ruidosa, casi sin control.
“Hijos de puta…están aquí con sus mil ojos vigilándonos…” dice el mal viviente cuando nuestros caminos coinciden…Me lo habrá dicho a mi? Buscara advertirme?...Será uno de ellos?
Ya no resisto más la tensión, le hago señas a un taxi para que se detenga y me ignora.
PARA Mierda! Le grito. Pero me doy cuenta que estoy atrayendo la atención de todo el mundo hacia mi persona. Una pareja de lesbianas me mira y, al percatarse de mi rostro desencajado, sigue en sus tribulaciones y propias paranoias que van de la mano siempre con este tipo de manifestación sexual. Puedo imaginar lo que piensan, como si lo estuviera escuchando. “Seguramente nunca vio a dos lesbianas…debe ser uno de esos que se oponen al casamiento de gente del mismo sexo, un nazi, fascista, ni que hablar de que adoptemos, seguramente es un homosexual reprimido…”
Pobres, a pesar de su odio hacia mi persona, las siento casi como iguales, victimas de esta persecución a las que nos someten día a día. Pero a la vez no lo se…tal vez estén de acuerdo con alguna de las ideas enunciadas en este sistema de miedo y persecución.
Ya no me miran, pero se que hablan de mi.
Otro taxi pasa y, este si se detiene, ya que casi me arrojo en frente del vehiculo.
Subo y el chofer, mecánicamente, me pregunta a donde quiero ir…nunca les digo la dirección exacta, siempre menciono esquinas a un par de calles de donde en realidad voy.
Ellos pueden usar este tipo de información para saber más acerca de mí.
Todo esta medido por un patrón informativo. Numero de teléfono, direcciones frecuentes, contactos, preferencias, tipo de lectura, paginas visitadas en Internet.
El afro americano, mientras maneja, me observa intermitentemente por el retrovisor.
Me acurruco en mi butaca y compruebo con la vista si este ha bloqueado las puertas, me apronto para saltar del auto en plena marcha al más leve atisbo de que cambie la ruta.
No es así, seguramente, alertado por mi conducta precavida, prefiere seguir con su actuación y dejarme en la dirección previamente indicada.
Le pago la tarifa pertinente y bajo a la calzada. Espero que se aleje y tome una curva pronunciada, para empezar a caminar.
Ahora si, la sensación de que alguien esta siguiendo mis pasos se ve acrecentada por la oscuridad y poca vida de esta parte de la cuidad.
Todos piensan que los suburbios son mucho más tranquilos al encontrarse alejados del ruido y conglomeración del centro.
En realidad, en estos lugares es más fácil la observación, el índice de población es mas bajo, uno pasa menos desapercibido.
El parque a mi derecha, con sus espacios verdes, su plaza de juegos, la escuela elemental.
En el banco de hierro que se encuentra sobre el ángulo en que muere el parque y empieza la avenida, hay una persona sentada mirando a su frente, quieta. Que hace? Y a estas horas…Miedo es lo único que puedo reconocer de todo el mar de sensaciones que se disparan…el miedo genera odio y este, agresividad.
Que hacer? Tomar la iniciativa y atacar? O esperar y ver como la situación se desarrolla. Tal vez, sea otro perseguido. Seguramente alguien que como yo, escapa al eco de estos malditos perseguidores. Sin darme cuenta, entre mis lucubraciones, me encuentro a unos 5 pasos del hombre. Puedo reconocer que es uno. Un gorro de lana cubre su cabeza y la gabardina hace lo mismo con su cuerpo. Me desvío y paso por detrás del banco.
El desconocido grita…corro, y también lo hago yo. Su grito es largo vocalizado, como una e sostenida. Mi estertor es apagado, tal vez, porque hasta en el inconciente, en ese momento en que el instinto de conservación comanda todas nuestras acciones, tampoco quiero llamar la atención.
El tipo sigue gritando, tal vez alterado por mi presencia en su retaguardia, nunca lo sabre, no mi interesa.
Al otro lado de la avenida esta la puerta de calle del edificio al que me dirijo.
Sigo mirando hacia atrás al maldito desconocido, aun grita, pero su mirada sigue clavada en el mismo lugar. Como un muñeco solo mueve la mandíbula para dejar escapar ese desconsolado EEEEEEEEE.
Presiono el numero correspondiente al departamento…uno de los últimos pisos.
La voz, que es conocida, pero no por eso necesariamente tiene que transpirar confianza, me saluda calidamente, como siempre. El ruido eléctrico de la puerta me indica que puedo empujar y entrar al hall. Dos patrulleros pasan a mediana velocidad y se detienen frente al hombre del parque…esto confirma que alguien estaba observando la escena desde algún lugar, pobre tipo. Mis nervios descargan miles de vatios en mis pobres músculos, es obvio que el informante que llamo a las fuerzas públicas también me vio a mí. Les habrá indicado que entre a este edificio de apartamentos? El ascensor abre su puerta y otra vez apretó la cifra que me llevara a mi destino, o al menos al mismo nivel…
B.K.