En todos hay un escritor. Por más escondido que este se encuentre. Algunas veces se manifiesta y quiere ser la voz de muchas voces y la de uno mismo. Ser testigo y narrador de nuestra historia, amigo y enemigo de nuestros miedos y alegrías, tratar a la realidad como una igual, subyugar lo indomable y liberar lo oprimido. Combatir la intolerancia en una guerra sin cuartel a palabra suelta. Desafiar a nuestra propia inteligencia y re-definir las reglas en las cuales se basa nuestra ya tan reestructurada sociedad. Pero lo más importante sea, tal vez, la indescriptible sensación que nos produce, el dibujar con nuestras palabras en la imaginación de otros.

Bienvenidos.

C.A.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

Crónicas de India


” Out there with these natives it must be
a temptation to be god”
John Milius, Guion Apocalypse Now (1979)

Sao Paolo, octubre 2018
Caminando por el Aeropuerto internacional de Guarulhos.
-Los documentos del viaje quedaron en el auto, todos los documentos. Al bajarse mi amigo se los olvido.
50 pasos más por el corredor que conecta una terminal aérea con la otra.
- Siempre que se va, sé que tiene sexo casual a la ciudad a donde le toque ir, ya ni siquiera se cuida de esconder los rastros en su ropa, en su equipaje…en su cuello.”
Las dos mujeres ríen, cómplices, sentándose en un café impersonal como todo lo que hay aquí adentro.
Unos 100 pasos más, el carro que sostiene a mis valijas repiquetea cada vez que cruzo las líneas marcadas en el piso, me imagino que serán para los ciegos.
- Usted siempre será mi bebe, usted y su hermano, siempre serán mis bebes.
- Pero mi hermano es un doido”
Otros 50 pasos y llego a donde tengo que seguir esperando que mi mostrador abra para el check-in.
Con los años he aprendido a odiar y amar a los aeropuertos, tal vez amar y odiar son sentimientos que no deberían estar relacionados a objetos inanimados, pero ¿hay algo más vivo y a la vez muerto que estos lugares? Son el recordatorio constante de lo efímeros y fugaces que somos.  Permanente movimiento a todos lados, en un eterno devenir de sillones en clase turista de negocios o primera. Atravesando el globo sin movernos realmente de una posición estática y sedentaria.
Ya no recuerdo exactamente por cuantos estuve, uno va perdiendo el gusto por reconocerlos, hoy, para mí, son solo cajas enormes de acero inoxidable, donde seguramente las paredes del este y/u oeste son hechas de cristales para aprovechar la luz solar. Sillas, comercios, restaurantes con ínfulas de ser un poco más que franquicias…y nosotros, muchísimos de nosotros, con petates, problemas, apuros y cansancios, turistas, ejecutivos, inmigrantes y emigrantes, de estos últimos dos grupos ya casi nadie es capaz de diferenciar cuales son unos y otros.
Hoy, desde Sao Paolo, atravieso la mitad del planeta, rumbo a Bangalore-Bengaluru, preparándome para el famoso shock cultural que parece ser lo más atractivo que la India tiene para ofrecer.
                                                                                       ***

Cracovia, octubre de 2015
 
Los tacos de las dos rubias polacas que acompañaban al Marqués de la Voglia cascoteaban las piedras con un sonido semejante al de los caballos que tiran los carruajes turísticos al chocar contra los adoquines de la calle Zwierzyniecka. Las mujeres, recientemente graduadas de esa condición, se celaban por la atención del hombre, también flamante espécimen de su género. Los guantes blancos de piel conquistaban los hombros del tapado que cubría el cuerpo del caballero. Risas armónicas, quizás hasta un poco melosas, cortaban el silencio de la noche Cracova.
Nos esperaba la muestra de fotografía de la Associated Press, un evento al que concurren los que quieren ver a través de los ojos de otros, escenas paraliticas de un mundo que engulle todo lo que no se mueve al ritmo del animal reinante.
*Mi conocido con títulos nobiliarios y sus acompañantes, forman parte de otra historia que trata de andares distintos. Conceptos que tal vez, si dispusiera del tiempo y espacio necesarios para elaborar en ellos, no sean tan discordes con los de esta crónica. Pero todo tiene un principio y, en la antigua capital polaca, se originó este comienzo.
Las fotos en la sala de exposiciones variaban en tonos y contextos, una en particular, me llamo la atención. El fotógrafo y su lente habían captado una intersección de dos calles en la ciudad de Bangalore, donde el caos era desproporcionado. Observando detenidamente, los vehículos parecían dominar la escena, con sus conductores del lado derecho del habitáculo, motos circulando en todos los sentidos imaginables, bicicletas atravesando una de las vías, muy cerca de los buses que, a su vez, también violaban unas cuantas normas estándares de tráfico y respeto por la vida propia y ajena.
En el medio de todo este ir y venir de maquinas y operarios, casi desapercibida entre un grupo de peatones que se lazaban al rio de medios locomotivos con el propósito de llegar a la otra orilla, una mujer, estaba parada en el medio de los dos carriles de la avenida más ancha que protagonizaba este cruce. Era evidente su posición rígida a pesar de la inmovilidad fotogénica, la cámara, sin quererlo, la puso en el centro de todo ese torbellino, como si todo girara o se moviera a su alrededor.
Me quede prendido durante unos 30 minutos, mirando esta única pieza, observando los rostros visibles que el fotógrafo había registrado. Me parecía irreal el numero de vehículos, la impunidad con la cual nadie respetaba una sola norma de vialidad. La vulnerabilidad de los transeúntes, que a pesar de estar en desigualdad de condiciones se los veía esquivando los autos, en posiciones más que arriesgadas, sin miedo a sufrir las consecuencias obvias de una colisión entre carne, huesos y metal.
Después de varias recorridas por la imagen, otros detalles aparecían, diferentes características que el artista del lente arrastró dentro de la escena, elementos que fueron paulatinamente cobrando vida en mis ojos, cuando el Toc-Toc cruzó raudamente esta misma intersección en Bengaluru, exactamente 3 años después.

Bengaluru/Bangalore, octubre de 2018

El triciclo maldito, se movía entre una sinfonía de bocinazos sin hacer uso de espejos retrovisores, vista periférica o sentido común. Sentado en el medio de la butaca, con mis brazos prendidos fuertemente a los parantes, yo, había desistido ya en hacerle entender a “Falil, Falel o Falem” que no tenía ningún apuro, mis prioridades pasaban por continuar con vida, cosa que me atrevo a suponer, mi chofer interpretó completamente a la inversa. Una de las tres ruedas mordió el cordón de la vereda para rebasar por la derecha un bus que venia cargado de gente con caras de haber nacido dentro de ese medio de transporte. El susto del sacudón fue contrarrestado hábilmente por mi chofer-psicópata inconsciente, redoblando la apuesta, al cruzarse por el frente del bus e, inmediatamente, cortar las otras tres vías de trafico a fuerza de claxon e ignorar la peligrosa cercanía de los otros vehículos para doblar en U e irrumpir, sin ningún tipo de conciencia cognitiva, dentro del tráfico contrario. Astuto, no me daba tiempo de recriminarle una cagada, cuando había sumado 10 más a la lista, en menos de 300 metros.
Envuelto en este vértigo y dolor de riñones por la falta de amortiguación debida, me percato que, súbitamente el trafico todo se detiene, Falil, Falel o Falem gira su cabeza y en su inglés roto, comparte conmigo una reflexión de conductor indignado -Esta luz es mala idea, no bueno.
“Esta luz” No es otra cosa que un semáforo que, para mi asombro total, y develando el final de este recorrido por anticipado, es el único con el que nos cruzaremos desde principio a fin.
Al detenernos, puedo concentrarme en otras cosas que no sean imaginar cómo serán los últimos momentos de mi vida, antes de morir por causa de impactos severos en distintas zonas de mi cuerpo. Mi percepción me indica que hay algo mas en esta escena, mi memoria trae imágenes y las ajusta, para que mis ojos reconozcan el caótico cruce de la foto que admire en Cracovia. Por alguna razón me invade cierta satisfacción, algo banal, pero no menor. Asocio que debe tratarse de algún tipo de realización personal.
El lugar real es asfixiante, los olores invaden mis narinas como un vendaval de podredumbre, basura de todo tipo parece brotar desde abajo de las calles. A pesar de estar esperando el cambio de la luz, algunas motos avanzan por los intersticios que quedan entre los vehículos. Los peatones cruzan mirando en 360 grados, alertas siempre. Luz verde, es el turno de que esta rebullida arteria avance. Bocinazos, entre frenadas, mas sonidos. Cuando cortamos la otra avenida, hay un hombre en el cruce, parado, quieto, sin mucha posibilidad de movimiento.  El flujo de autos, motos y demás cosas con ruedas, lo paralizan, rozándolo a milímetros. En nuestro turno, pasamos muy cerca suyo, su cara transmitía nerviosismo y molestia, en un estado de alerta inútil, embretado en el centro de esta anarquía…Así es que comprendo, como si se tratara de un efecto retardado, la foto vuelve a materializarse, nítida.
Creo entender el concepto de la imagen, lo que el artista plasmó con sus ojos a través del objetivo. Retrató India, en una sola acción, en el desorden instaurado de sus calles, en la indiferencia total por el individuo, en la indolencia general de su propia realidad.
Esta no es una crónica romántica, exploratoria de nirvanas espirituales y exaltación de revoluciones pacifistas, tampoco es una critica insolente de una sociedad que mentes eximias y mejor preparadas que la mía, han querido explicar con un éxito ambivalente, en el mejor de los casos.
Esto es un parpadeo, breve, pero tan intenso como los hedores que salen de las cloacas semi descubiertas de sus calles. Es la India que se mostró ante mis ojos.  

*Bengaluru/Bangalore, sábado 13 de octubre

El Oakwood residence hotel, es un esperpento de acero y concreto, con una piscina decente pero enmarcada en una de las peores vistas que he tenido el gusto de consumir, desde que soy huésped de este tipo de hoteles corporativos. Quedarse en uno es como haberse quedado en todos, la idea seguramente es la de generar en la cabeza del huésped que este es un lugar conocido, un sistema ya probado.
Son las 4.44 am de un sábado, hora reflexiva como pocas, llevo 2 semanas en la “Silicon Valley de la India” y acabo de terminar un mail claro y bastante descriptivo a los editores de Wikipedia para que remuevan esa guiñada condescendiente de la descripción que hacen de la ciudad. Por más que sea cierto en parte, que muchas compañías tecnológicas se hayan instalado en esta parte del globo, debido a que los costos inherentes a mantener una filial aquí sean ridículos, yo, si fuera oriundo de la “ciudad de los porotos hervidos” **, me sentiría bastante ridiculizado si compararan mi localidad con la concentración de empresas tecnológicas que se instaló en la Bahia de Frisco. Celebremos las referencias culturales, pero es como que compararan mi bella costa de oro con Cadaqués…sabría identificar la ironía y no me gustaría que Wikipedia se encargara de distribuirla al mundo.
El casco urbano y sus alrededores están viviendo una transformación, evidente, no hay 3 cuadras sin que la construcción no se haga presente, edificios, centros comerciales y por sobre todas las otras cosas el metro, obra de ingeniería que esta semiparalizando a una ciudad que se mueve a velocidad de hombre, con un problema de trafico inaudito, y un parque automotriz que no es sometido a ningún tipo de control por absolutamente nadie. Cuando me refiero a control, no apunto a que se apliquen medidas como, por ejemplo, la de circulación de matrículas pares un día y binarias al siguiente. Me refiero al simple hecho de que la única señalización presente en las calles es la de “prohibido estacionar”.
*Creo que esta crónica tendrá la misma estética desordenada y anárquica por la que he estado viviendo estos últimos días. No solo gano en edición, si no que también respeta un concepto del cual no creo poder desprenderme hasta abandonar el lugar de los hechos.  
**El nombre de la ciudad hace referencia a una leyenda que se puede encontrar fácilmente con cualquier buscador y como es costumbre, no pienso gastar “tinta” en información que esta al alcance de cualquiera que quiera y pueda.
Francamente, por mas que lo parezca, no es la industria automotriz y sus problemas inherentes lo que se revienta contra los 5 sentidos del visitante primerizo, en absoluto. Es tan solo uno de los condimentos que hacen de esta experiencia algo nunca visto, humildemente, por mi persona.
Aquí viene la justificación ególatra que, para los que me han leído alguna vez, saben que esta siempre presente en relatos, cuentos y crónicas. (Si hay algo que se convirtió en realización durante este viaje, fue la total aceptación de que mi vejez me mira ya, con muchas ganas de acercarse a mí, por fin, en calidad de amiga. Lo sé, mucho palabrerío en forma de eufemismo para comunicar que todo, cada vez más, me chupa un huevo y con ella la pérdida de memoria inmediata, ¡no recuerdo bien a donde iba con todo esto…ah sí!, mi ego tiene que estar presente esta vez en forma de aclaración.) No es la primera vez que estoy en un lugar de este mundo donde los índices de pobreza tocan el cielo, sin tener que levantarse de esa silla imaginaria en la que el banco mundial los pone en penitencia. Pero nada me preparó para verlo en primera fila de una manera tan total y aceptada como en esta nación.
Aquí, todo es indigencia, incluso los lugares que parecen emerger desde la tierra roja donde se cimienta esta ciudad. Explicarlo con palabras es un intento vano, fútil e inútil, pero ¿para que me puse a escribir todo esto si ni siquiera voy a hacer el intento?
En la practica de una de sus creencias, la sociedad india se divide en castas, esto no es nada nuevo, el sistema es una versión religiosa de los estratos sociales occidentales con un toque de racismo y la palabra “milenario” aquí y allá. ¿Poco respeto? Si totalmente, en lo personal las estratificaciones sociales ya me tiene bastante podrido y esta es una versión aun mas retrasada y aceptada, enquistada en una sociedad que, en su gran mayoría, lo acepta porque Brahmá, los pario de una manera u otra. Si las religiones occidentales me causan vómitos y diarreas, esta versión “made in Asia”, me produce contracciones en todos los órganos de mi cuerpo. No tengo ningún respeto por una sociedad con reyes y reinas, menos aun por una que a esto le suma la estratificación social mas repugnante que he visto en las 4 décadas que llevo en este inmundo lugar al que llamamos mundo.
Hay que notar que existen organizaciones que luchan por los derechos de los que están mas abajo, y vale hacer la aclaración, hay grupos de seres humanos que se los considera mas abajo que los de abajo, “Dalit” o tribales es la nomenclatura por la que se los conoce.
Según los últimos censos, el 16 % de su población total. (1225 miles de millones) y, la constitución de la india, en ningún momento reniega del sistema de castas, solo reconoce que la discriminación a los descastados no es permitida.
Me imagino que no preciso continuar, para explicar lo poco de real que tiene ese artículo constitucional. Estamos hablando de la nación que descriminalizó la homosexualidad en 2018. Correcto, era un crimen, para ciertos individuos el solo hecho de ser. (Si, no me olvide de ningún adjetivo, SER)
¿Pero para que seguir con esta estética filosófica?  De que sirvió gastar 6 horas de mi vida en recorrer los 10 kilómetros que me separan de una de las organizaciones que se encarga de recabar datos, concentrar esfuerzos y morir en el intento, para erradicar la pobreza extrema en este país.
“No fotos con teléfono, solo con cámara” Me dijo el muchacho que me recibió en la “oficina”
¿Eh? – Pregunto, sin ni siquiera hacer el intento de entender la lógica, solo quería una explicación.
“Gobierno, no gusta de nuestro trabajo. No información, no hay molestia”
Esos tres puntos son el mejor recurso literario que encontré para describir mi respuesta a su explicación que traté de traducir, de un inglés quebrado, a un español iletrado.
¡Nueva aclaración! como esta ONG (para llamarla de alguna manera) no tiene los recursos necesarios para conducir investigaciones o recabar datos fidedignos, se basa en la publicación de Brookings Institution, para los datos a nivel nacional y, un poco más cercanos a la realidad en lo que concierne a información local, donde es a puro esfuerzo que se hacen con la data de la que disponen. No es una crítica, las demográficas se manejan en números tan macro que es muy difícil, si no casi imposible, hacerlo en manera honorifica.
Las cifras se reducen a datos bastante básicos, en esta ciudad hay, según los números de esta ONG, unos 25 mil indigentes en situación de calle, pero admiten que es un estimado con la mejor de las intenciones. Actualmente para cubrir las necesidades de estas personas se precisarían unos 100 refugios, de los cuales en la actualidad la ciudad cuenta solamente con uno.
Me cuentan, pero no es necesario ya que es de público conocimiento que, a nivel nacional hay una campaña que tiene como propósito erradicar la pobreza extrema para el año 2030.
Los guarismos que se manejan dan mareos y ganas de largar todo a la mierda. 65 millones de personas viven en la extrema pobreza, casi el 5% de la población, y ese 5% son pobres en situación de indigencia. No estoy siendo condescendiente, si mi razonamiento me dice que, según el banco mundial, la pobreza se define, entre otros factores, por un gasto diario de menos de 3,60 dólares por individuo.
Es decir, tenemos a los indigentes, 65 millones, después viene una franja de personas que vive con menos de 4 dólares diarios, los pobres oficiales y, además, un sector de población mucho mas grande, que vive apenas con un poco mas de esa cantidad, lo que estadísticamente, los saca de la pobreza, no así en su realidad.
Es bajo estos parámetros que, por hora, 44 indios abandonan la pobreza, pero 16 ingresan a ella en el mismo lapso.
¡Nuevas cifras de la “Brooking”! La india aporta el 10 % de la pobreza en este mundo, es el segundo país con población por debajo de ese nivel en el globo, pero, y este “pero” es grande como lo que representa, es una de las economías con mas crecimiento constante en los últimos años.
En realidad, significa que la clase media India, que es aproximadamente toda la población de sud América y parte de América central incluida, consume; cómo y de qué manera lo hace, es casi repugnante.
Occidente le ha traído a la otrora, espiritual y chacra-conectada sociedad de la india, todo aquello que puede traer. Grandes superficies, bancos y líneas de crédito con sus tarjetas, vehículos, boom de la construcción, en fin, eso que el capitalismo en gran escala ofrece, solo que, en este lugar del mundo en particular, los números son tan astronómicos, en lo que respecta a consumidores, que no hay que preocuparse absolutamente por nada mas que volcar bienes en una sociedad quebrada, olvidada, y estructuralmente vapuleada. Funciona igual, los números se disparan, por mas que, volviendo a ese 10 %, exista esta disparidad horrorosa con números desalentadores.
Los márgenes de consumo y ganancia superan al resto del globo, y son remunerados con salarios de 2 a 3 veces menores que en países de igual nivel de desarrollo y, de 10 a 15 en comparación con naciones primermundistas.
¿Como no abrir un centro de operaciones en Bangalore, o desarrollar software en Delhi? El producto final, va a ser comercializado en mercados donde el retorno será de 60 veces el costo, y a su vez, también será ofrecido aquí, en esta bestia económica sin controles, donde basta que el 30 % de la población consuma, para batir récords de venta mundiales.
Entonces hoy en día, la India no solo conservo la ridiculez de sus religiones, chacras y estancias(¿) Si no que también hoy se mueve por el mundo del capitalismo como el peor chacal de la manada.  
¡Basta! Antes de continuar a esta invitación al suicidio, vasectomías y nudos de trompas de Falopio, quiero destacar que no todo está perdido, claro que no. Es por ese mismo motivo que llego a esta organización, una noticia que leo en el diario, mínima, casi un recuadro sin importancia.(Sarcasmo)
La suprema corte determino, después de 5 años, que una mujer de nombre impronunciable no fue culpable de asesinar a su marido. ¡Si! Gracias a demostraciones y protestas de esta ONG y otras organizaciones, se logró la libertad de la sospechosa.
Un caso cautivante, lleno de vericuetos y dudas varias. Debería considerar escribir una novela usando como base este apasionante caso.
En líneas generales, para no deschabar lo que puede llegar a ser un best seller de mi autoría, el fiscal, pidió la encarcelación perpetua o, pena de muerte de esta mujer, como principal sospechosa del asesinato de su marido.
Las pruebas contundentes, como ya sabemos, fueron desestimadas por un hábil equipo de abogados que dejaron sin efecto el principal argumento de la fiscalía: La tipa no había derramado una sola lagrima en el funeral de su bien amado…
¡Obviamente! Cuando me relataron de esta manera el episodio ¿cómo no voy a saltar?
- ¡Hija de puta! -  Dije. No pude contener el encono, fue ella, ¡claaaaro!
Después, me explicaron la estrategia de la defensa y si, tuve que retirar lo dicho, con ciertas dudas, pero bueno, estas cosas son así.
 Al hombre lo mataron a 10 kilómetros de su casa, hogar que la mujer no osaba alejarse a más de 2 cuadras. Las heridas en el cuerpo fueron ocasionadas por mas de un individuo, es más, aparte de las puñaladas asestadas, lo que causo la muerte fue un severo golpe en la cabeza.
El hombre era de complexión robusta, su mujer en cambio rozaba el raquitismo y la única herida que presentaba la sospechosa, era una uña encarnada en el dedo gordo del pie derecho. No había señas de que hubiera estado involucrada en una pelea por la vida de nadie…salvo la uña esa…
La suprema corte (Si, si, esto llego a los burócratas con mas tejido adiposo de la liga) determinó que la falta de llanto o demostración de dolor, suele ser una reacción común en el ser humano, al estar pasando por un estado de shock.
Tengo que reconocer que me llevo menos de 60 meses darme cuenta de esta conducta humana registrada en el primer borrador que garrapateo Sigmund cuanta tenía 4 años.  (De vida, no confundir) 
En fin, está libre, pero la duda siempre queda… No llorar en el velorio…Eso es sospechoso number one, de acá a la china (que desde aquí no queda tan lejos.)
 Así es la realidad de la mujer…de todas las mujeres, este breve relato resume a la India para las Indias.
Si, tampoco esta fue el esperado recoveco donde la historia se torna un poco mas positiva. Creanme, que lo intenté.


Todo viene muy bien, seguramente ahora tengo dos bandos bien definidos de lectores, los indignados y los indignados. Si, no lo pienso desarrollar, se que todo el mundo está indignado por algo, o tal vez no tanto, y están indignados conmigo. Yo en cambio, me indigne con la India. Furioso estuve durante las 2 primeras semanas, use palabras que no me gusta utilizar cuando me refiero a otros seres humanos.
¡Salvajes! Con cero empatías por el prójimo, observo desde la ventana del 5 estrellas donde me hospedo.
La flamante y creciente clase media y rica de las castas más altas, se divierte en las terrazas de los rascacielos, a metros de ellos, niños comen de la basura acompañados por ratas del tamaño de un gato pequeño.
Es obsceno ver como en los jardines de los condominios recientemente construidos, viven familias acinadas dentro de carpas de nylon, lavan sus trastos y a ellos mismos, en barriles y tachos plásticos, llenos de agua que juntan de canillas públicas. Comen en condiciones que solo los animales callejeros igualan y a nadie parece causarle el más mínimo sentimiento.
Incluso la clase trabajadora, se comporta con niveles de civismo casi inexistentes, tratan con desprecio a aquellos que se dedican a los servicios y ni siquiera se percatan de sus iguales que se encargan de mantener el ornato público. 
Estas escenas, molestan, son violentas, y a los locales les pasa desapercibida, es el orden en que la sociedad aquí fue concebida.
Me enojo, casi a niveles de cólera, me cuesta dormir, mis caminatas me devuelven con mas resentimiento, me produzco rechazo, me encuentro hundido en razonamientos que rozan con tres tipos de racismo: cultural, nacional y xenófobo…esto, este lugar, está sacando lo peor de mí, y creo que es eso lo que me encoleriza.

Domingo 21 de octubre, 3:40 AM

Retomo a la hora habitual la escritura, me cuesta, me obligo, pero quiero que conste que estos días, en mis vueltas, me he enfocado en las interacciones, la gente siempre esta alegre, no sé cómo, ni por qué. Sinceramente yo no podría encontrar un ápice de felicidad, empantanado en este lugar. A muchos les gusta incluso. Un hombre que conocí, oriundo de esta ciudad pero que actualmente reside en Forth Worth, le hace mucha falta su tierra. Las personas con las que interactúe tienen una inocencia casi infantil, todos ellos, en absoluto me parecen un pueblo agresivo. A la vez, viven en alerta continua con sus vecinos de Pakistán. Tienen grupos armados terroristas, por lo cual al entrar a cualquier espacio publico o privado, uno se debe someter a revisación y scanner, lo vehículos son registrados con espejos por debajo del chasis y el maletero verificado.
Las historias a nivel personal son, humanas, cálidas, como en todas partes de este mundo. Son abiertos, les saque una infinidad de fotos, intrusivas, sin permiso, con el lente de mi celular. Su respuesta automática era la sonrisa, el pulgar levantado. En Europa lo mismo me valió discusiones y peleas.
Parecen ser ajenos a todo lo que pasa, las preguntas constantes son: ¿Desayunaste? ¿Almorzaste? ¿Estas disfrutando tu tiempo aquí?
Comparten los alimentos, sin ningún tipo de reparo, muchos comen con sus manos, de un mismo plato. Haciendo la experiencia mas cercana para ellos y un poco repugnante para los occidentales. Siempre ofrecen, siempre invitan, su hospitalidad, trasciende los límites, hasta casi convertirse en invasiva.
No les gusta estar equivocados, y menos sentirse incapaces. Esta falencia los hace decir “Si” como primera respuesta a todo, moviendo la cabeza en una moción de difícil interpretación. No importa si entendieron, si la pregunta buscaba consentimiento, o negación. Después tendrán oportunidad de retractarse, con un “No” pero moviendo su cabeza de la misma manera que cuando asintieron.
En una ocasión tuve que parar una conversación y pedirle a mi interlocutor que dejara de sacudir su cráneo, mi pregunta requería un Si o un No.  El, lo único que hacía era agitar su cabeza, sin pronunciar palabra.
“Pusimos bicicletas públicas” me decía Imal, el chofer de Uber, señalándome un bicicletero vacío. “Pero somos tan inteligentes, que nos robamos las bicicletas.
-Hay que hacer la denuncia. – Le digo como si hubiese terminado de inventar la rueda. – Y de paso, la basura también, que la vengan a levantar…
Me mira y se ríe, obviamente de mí.
-Eso es quejarse del gobierno, y los que se quejan del gobierno, terminan presos. - Dice al mismo momento que toma un tiburón pequeño con sus manos y me pide que le saque una foto…ah sí, estábamos en un mercado de pescados. El olor a podrido que provenía del basural al costado de los puestos de venta, me produce vómitos sin control. La pestilencia se me mete en los pulmones y revuelve todo mi aparato digestivo.

Dubái, noviembre 2, 2018

Siempre tuve gran admiración por como los grandes periodistas investigadores, cerraban sus crónicas y notas, a las corridas, entre aeropuertos, con sus cerebros segregando los últimos jugos posibles, para continuar cautivando y agregando información que haría de la historia, eso mismo. Todo esto bajo presión, los efectos del alcohol y tabaco en demasía.
Con los años me doy cuenta de que es una manera de funcionar. Es el tiempo que se encarga de cerrar el relato, no puede pasar de otra manera, antes, son solo notas, sueltas. Hasta no tener el final, el principio nunca tendrá sentido, será la introducción a algo que nadie terminará de leer.
Es a las 3 AM en el aeropuerto de Dubái, mientras la señora que tengo al lado ronca y su esposo, compañero, dueño, le hace presión en las costillas flotantes para que la respiración se corte del todo y ella deje de roncar…el amor, con el tiempo toma formas curiosas.
Decía, es aquí donde la conclusión de este pobremente estético relato, empieza a tomar forma.
Y es con una puteada a Marvin Harris, desde su “Cerdos, Guerras, Vacas y Brujas”
El Marvin por ahí en los 70’s dice:
“...un sólo día de embotellamientos de tráfico en Estados Unidos despilfarran mucha más energía que todas las vacas de la India durante todo el año. La comparación es incluso menos favorable si consideramos el hecho de que los automóviles parados están quemando reservas insustituibles de petróleo para cuya acumulación la Tierra ha requerido decenas de millones de años. Si desean ver una verdadera vaca sagrada, salgan a la calle y observen el automóvil de la familia.”
Y yo le creí, señalé con el dedo a cuanto gringo me cruzaba y le decía “Gil” 
Pero resulta que casi 20 años después de leer por primera vez al antropólogo, llego a este lugar y no solo adoran a las vacas, si no que también, tienen un tráfico irreal, una contaminación sonora insostenible y niveles de smog que ponen al cielo de Los Ángeles entre lo más impolutos de este planeta
Así que…! Andate a cagarrrrrrrr Harrissssss!!!!! La india actual ha tomado lo peor de cada sociedad y lo ha incorporado sin que se les mueva el jopo.
Las clases sociales conviven en un espacio saturado de seres humanos, la pobreza se ve, se respira, se impregna…la vida no vale nada. ¿Qué decías Harris?
Estoy en pleno viaje de regreso, 30 y algo más de horas en salas VIP con todo incluido, incluso la torticolis de sus sillones. Retorno a la “civilización” leo y releo la crónica.
¿Me estaré encaramando en la posición de un supuesto ser superior, sin ni siquiera tener la humildad de aceptar que ellos viven de una manera que para mí es extraterrestre?
¿Lo que molesta es que la pobreza se vea, y se conviva con ella sin derivarla a zonas alejadas?
¿Continuamos criticando esta estructura, porque simplemente a nosotros, como occidentales, nos incomoda que los desplazados se vean, que compartan la realidad espacial con las clases pudientes, que no se barran bajo esa gran alfombra que en occidente llamamos “zonas periféricas”?
¿Sera una conjunción de todos estos factores los que denominamos “choque cultural”, la inhabilidad de poder aceptar que esta gente tiene un concepto totalmente distinto acerca del universo?
No soy capaz de hacerlo, de salir de la peor de mis versiones y concluir que es una sociedad atrasada, victima de varias religiones y creencias enraizadas en el diseño mismo de sí misma.
 Que la empatía desaparece en mi persona cada vez que veo como se destratan, como se desprecian, sin poder hacer absolutamente nada para remediarlo, entonces ahí, nace en mi el deseo, la necesidad de hacer algo, lo que sea y nuevamente, ese anhelo muere ahogado ante la ignorancia inaudita a la que sus propias creencias los somete.
Este lugar de nuestro mundo es una cloaca, donde se nos muestra en plena cara, lo que puede llegar a ser todo lo que nos rodea, es el recordatorio constante de que somos capaces de transformar la vida misma en nada.
                                                                                          ***
En el aeropuerto de Dubai, a bordo del tren que conecta una terminal con otra. En medio de un lujo exagerado. Un grupo de pseudo hippies habla de su experiencia en la ciudad santa de Varanasí.Tengo muchísimas ganas de desollarlos vivos, a estos cinco caucásicos ignorantes, patéticos consumidores empedernidos de productos lácteos. Quemarlos junto a sus retiros espirituales y experiencias de vida ganada en un centro de meditación all-inclusive.
Me aburro, cada vez más, de vernos por ahí, tratando de justificar el porque dejamos de ser monos para convertirnos en este patético e individualista centro del universo.
Eso es India, ese sentimiento de que todo está indefectiblemente perdido, ese es su souvenir.

BK

viernes, 16 de noviembre de 2018

Curiosidad por el gasómetro. Belén Haymes.

“Aquel abrazo en el gasómetro, me descongeló los huesos” escrito con lapicera negra en un boleto de Copsa.



A mi edad ya estoy jugando a la mancha con el Alzheimer, aunque hay abrazos que no se olvidan nunca, sobre todo cuando las yemas son conscientes de que es el último tacto, el roce concluyente.

Hoy es tan solo un recuerdo fantasma de un millón de caricias e incontables años a tu lado. ¡Carajo! Si las habremos vivido, primeramente fue un amor instantáneo, te cruzaba a la salida del liceo, vos eras tímida, yo me hacia el langa con mi hermano mayor, sigo sin entender como aceptabas esos cruces de mirada, fue eso que nos enamoró, nuestras miradas. Nos gustaba engancharnos de las pupilas, el dolor de desprenderlas, luego repetíamos el ciclo y nunca nos cansaba. Mi madre te quiso como una más, mi querida vieja, la extraño tanto como a vos. Después vino el primer hijo, el pequeño Huguito, tu pajarito pintado de nuestro rio, lo cargaste en tu vientre como si llevaras el universo mismo. Huguito fue nuestro primer retazo de los cielos, después del cielo el sol, Soledad, y mira que yo dudaba de ese nombre, pero vos me citaste una reflexión de Neruda con esa seguridad que te caracterizaba y esa vibración poética en la voz que hacía que se me entibiecieran las venas. Soledad fue el más cálido astro que pude acunar.

Ambos fuimos trayendo del pico un poco de barro y mucho amor, como los horneros, construimos un nido. No teníamos las paredes revocadas, es verdad. Pero teníamos libros de sobra y un techo de chapa que musicalizaba las noches de lluvia. Disfrutaba de verte leer frente a la estufa a leña y que el perfume de tu pelo apagara el olor a kerosén que se sentía en el aire hasta que entrabas a la sala a congelar momentos en mi cabeza con el calor de tu presencia.



Todo era mágico hasta que en la calle resonaron aquellas coléricas botas. Recuerdo la primera vez que entraron a casa irrumpieron la paz en un segundo, escondiste a Hugo y a Soledad en el sótano mientras yo rápidamente desnudaba la biblioteca y escondía los libros bajo la mesa, nos salvó aquel mantel larguísimo que mamá había bordado de regalo de bodas. Entraron, dieron vuelta todo y se fueron, rompieron la ponchera de cristal europeo que tanto amabas, así como la tranquilidad propicia de un hogar inundado de cariño.



Nos costó recomponernos de la invasión, pensamos seriamente tomar todos los ahorros y escapar a un lugar seguro; a mí me daban miedo los barcos, sin embargo a vos te encantaba el mar. Y qué esperanza, mujer piscis de Marzo, tu paraíso debe de ser una tarde en el arroyo con tus hijos. Lo prometo, no me tardo, pero antes necesito encontrarla para morir tranquilo.



Mientras quepa la duda, no todo está perdido, pensé al verte marchitar en la camilla. Me pediste el boleto del ómnibus, a Hugo una birome y con tus últimas fuerzas escribiste unos garabatos que jugaban a ser palabras. Te juramos encontrarla, cerraste los ojos y te quedaste dormida, para siempre. El hospital Pasteur nunca fue tan gélido.

Espero la muerte te haya borrado la memoria, por este plano, nunca olvidamos. Nos arrancaron la vida, nos apagaron el sol. La cosa ya estaba muy jodida, yo me echaba la culpa por mis ideologías políticas, pero vos me decías que nuestra Atenas del plata se había vuelto loca, Montevideo estaba más gris que nunca.



Del gris a la total ausencia de color, ausencia, esa palabra que tanto me duele. Todo en negro cuando aparecieron para llevarnos, los viste venir y aturdiste al mundo en un grito de horror, yo grite por dentro. Agarramos a los niños y cruzamos al gasómetro, que quedaba en frente de casa, ya no te parecía una magnifica estructura, ya no quisiste ir a posarte frente a los grandiosos gasómetros de Viena. Nos escondimos con Soledad en brazos y con Hugo temblando de frio, aquel abrazo fue un sedante, nos abrazamos entre los cuatro para no soltarnos nunca y sí, mi reina, tenías razón, a mi también se me descongelaron los huesos. Pero nos soltamos, ni bien finalizó la noche, llevé a Hugo con sus labios violetas a la casa de la vecina, mientras vos esperabas con Soledad a que te arrimara una manta. Logré dejar a Hugo con doña Elisa y al entrar a nuestra casa la cual estaba destrozada, quise ser lo más rápido posible, agarré lo primero que encontré, dos frazadas viejas y una flauta de pan, no me dio el tiempo de buscar agua.



Corrí hacia el gasómetro y me encontré con lo peor, ellos estaban ahí y vos luchaba porque no te sacaran a la criatura. Luché, lo más que pude, hasta que me tumbaron y me dejaron inmóvil. Se llevaron a Soledad aparte y a nosotros nos subieron a una camioneta. Quebrada en llanto me explicaste que uno de ellos pasaba fumando un cigarrillo y escuchó a nuestro sol llorar, aviso a los demás y ahí llegué yo. La tortura fue indescriptible con palabras, las secuelas; te apagaban los cigarrillos en los párpados hasta que perdiste totalmente la visión; cuando casi todo culminó, te encontré y nos abrazamos de vuelta, pero fue un abrazo en silencio, en silencio y con una ausencia envolviéndonos el alma. Volvimos a por Hugo, Doña Elisa intentó curarte las quemaduras con crema de ordeñe, no hubo caso, llevabas heridas emocionales incurables. Soledad no estaba.



Y así vida mía, transcurrieron los siguientes años, la seguí buscando pero no había forma de dar con algún rastro; te cuidé a ti, cuidé a Hugo, quien se convirtió en un hombre más rápido de lo que esperaba y también ayudó con la búsqueda, hasta estos últimos tiempos, en los que un maldito cáncer despertó en tu cuerpo a causa de la angustia. Ya delirabas, preguntabas por el gasómetro una y otra vez removiendo toda esa miseria. Muchos desaparecidos fueron encontrados, pero no fue el caso de nuestra pequeña. A veces me gusta pensar que la crió la esposa de alguno de estos bastardos y que hoy está sana pero sin saber de quienes son los genes que danzan por sus venas, pienso en que se parece a vos, pienso en que algún día me crucé a alguna joven que caminando por la rambla sienta curiosidad por el gasómetro y al verla a ella te vea a vos, la identifique y tal vez para no parecer un viejo loco, la abrace, solamente abrazarla, para descongelar la escarcha que la dictadura dejó sobre mis huesos.

martes, 17 de julio de 2018

Le abuse de le lengüe.


 No, no es que este texto sea en francés. Está bien que los galos se hayan consagrado campeones del mundo y todos estemos emocionados porque Antoine se haya cubierto con la bandera uruguaya durante la conferencia de prensa, pero a tanto no llegamos.

Al principio fue hasta divertido pretender leer frases como la siguiente, sin parecer una persona con claras dificultades en el habla: lxs compañerxs de nuestrx grupx son todxs igualxs. Ya más adelante comenzó a ser hasta molesto.

No cabe ninguna duda que el lenguaje, así como la vestimenta, la gastronomía o el arte son expresiones que forman las entrañas de una cultura. Que el poder de la palabra es insustituible en la construcción de los ideales de una sociedad, es algo irrefutable. Que el lenguaje se transforma con el paso del tiempo tampoco es un secreto, pues la asimilación de vocablos que expresan un cierto significado para ciertos pueblos forma parte del enriquecimiento de cualquier idioma, en sus diversas expresiones a lo largo y ancho de los pueblos que lo hablan. Quizás los casos del español y el castellano sean de los mejores ejemplos de esto.  Pero posiblemente uno de los motivos por los cuales el autodenominado lenguaje inclusivo le rechine tanto a aquellos que tienen cierto aprecio por el idioma castellano y sus reglas gramaticales, sea el ímpetu con el que sus propulsores pretenden instalarlo a la fuerza, y los argumentos esgrimidos con tal fin.

Uno de los puntos flacos de esta nueva tendencia surge de confundir "género masculino" o "género femenino" en la gramática con "macho" y "hembra" en el sexo de las personas, los animales o las plantas. Vamos por ahora a no meternos con el reino de los fungi.  Este concepto tan básico – el de los géneros, no el de los fungi –  se ridiculiza al pensar por ejemplo en que un cepillo de dientes puede tender a representar a un varón por el mero hecho de que su artículo definido es “el”, y que con la misma analogía quizás la pasta de dientes represente a una mujer por su artículo definido “la”. Entonces habría que analizar si el hecho de esparcir la pasta de dientes sobre el cepillo podría representar el dominio de la mujer en la sociedad sobre el varón, o si por el contrario la fuerza con la que las cerdas del cepillo (que paradójicamente son femeninas) oprimen a la pasta (mujer) contra los dientes (varones) de un individuo son una flagrante violación de los derechos de la mujer y una clara demostración de su opresión en esta sociedad patriarcal. No pretendamos averiguar qué sucedería si substituimos la pasta dental por el dentífrico, ahí tendríamos serios problemas para saber qué género somete a cual.
Si a usted le pareció una analogía totalmente absurda, sepa entender que esta ridícula parábola que se me acaba de ocurrir, donde intervienen tantos elementos gramaticalmente definidos como femeninos (pasta de dientes, cerdas, fuerza) así como otros masculinos (cepillo, dientes) no es más que un fiel reflejo del sostén de los argumentos básicos del lenguaje inclusivo, que dicho sea de paso ahora se ha pasado a llamar incluyente para evitar el adjetivo en su forma masculina.

Según como yo lo veo, el énfasis de la substitución de las palabras no es más que una lamentable e innecesaria artimaña del feminismo radical para pretender mostrar "más justa" una lucha que no precisa de tal herramienta, pues sus motivos son mucho más justos de lo que pretende aparentar con el juego de palabras. La pelea por la tergiversación del idioma no es más que la pérdida del foco en una lucha noble que no precisa de esta ridiculización del movimiento femenino.
¿Acaso decir "las personas" es una muestra del poder de la vagina sobre el pene? ¿Deberíamos decir las personas y los personos para asegurarnos de que estamos incluyendo tanto a hombres como a mujeres? No, claro, deberíamos inventar una nueva palabra que los englobe a todos, entonces utilicemos les personesY en ese sentido, aquellos que proclaman este lenguaje inventado como "inclusivo", en verdad no hacen otra cosa que caer en constantes contradicciones, pues no solo convierten aquello que termina en "o" en una "e", sino que aquello que no tiene género y paradójicamente termina con la letra "e", se deforma y le otorgan un género sumándole una variante con la "a", asumiendo erróneamente que la palabra que finaliza en "e" representa al género masculino. Ejemplo: Estudiante vs Estudianta. Pero no queda solo ahí. En teoría las deformaciones aplican a las personas, pero luego se supone que el cuerpo femenino pasa a ser "la cuerpa". 
Utilizar la inexistente palabra "persones", "cuerpa" o "presidenta" no hace más equitativo el lenguaje ni la sociedad, simplemente es una deformación absurda de lo primero.
Asimismo, igual de absurdo es pretender eliminar las empanadas del listado culinario del rio de la plata por considerar que atenta contra la equidad entre hombres y mujeres, ya que en el lunfardo rioplatense la empanada puede hacer alusión al aparato reproductor femenino. De la misma manera, que manden destruir todas las copias del David de Miguel Angel con el pretexto de que su pequeño pene y su desproporcionada cabeza y manos atentan contra el autoestima de los varones del mundo también carece de sentido.
Pretender llevar una lucha hasta cualquier extremo, aun cuando éstos extremos carezcan de relevancia o fundamento no hace más que debilitar el movimiento que sustenta dicha lucha, distraer el foco de la lucha real, genuina, valida y valiente que se lleva adelante desde hace mucho tiempo por mujeres y hombres en distintas partes del mundo.
La Tierra no va a ser más equitativa porque le digamos Le Tierre. De la misma manera, si bien no es necesario, tampoco es incorrecto decir “los amigos y las amigas” pues ambos términos existen en nuestro idioma y su uso es más que válido. El problema es cuando el afán por llevar lo absurdo hasta el límite llega al punto de inventar palabras.  En este sentido, hace unos años, mientras dábamos una presentación de fin de curso en un grupo interdisciplinar de estudiantes de arquitectura y ciencias sociales, escuché a un compañero decir "la experiencia fue muy enriquecedora porque tuvimos la posibilidad de reunimos con los miembros y las miembras de la cooperativa...". Sí, esto ocurrió en un ámbito académico, en la Universidad de la República. Debo decir que nuestro amigo Mariano Cloos estaría muy orgulloso de mi compañero de grupo.

Sin pretender entrar en un análisis riguroso del lenguaje, lo cual claramente escapa al cometido de esta verborragia, podemos ver el caso de un idioma muy lejano a nuestro querido castellano.  El idioma persa por ejemplo, carece de artículos definidos, por lo que ningún sustantivo tiene género. Esto, más allá de complejizar el aprendizaje de los idiomas provenientes del latín para los iraníes, quienes constantemente hablarán de el ventana, la almacén, la lavarropas o el gotito, no ha tenido ningún efecto en la mayor o menor equidad que la sociedad iraní pueda haber tenido con respecto a aquellas donde se habla el castellano. ¿Acaso alguna de estas chicas con su costado izquierdo de la cabeza rapado podría afirmar que las mujeres iraníes viven en una sociedad más equitativa que la uruguaya? Claro, esto al menos durante los últimos milenios, pues no me atrevería a vaticinar lo que pueda ocurrir de aquí en más. Quizás a los hombres iraníes se les ocurra crear un movimiento para que el idioma persa pase a adoptar el femenino y masculino del castellano para así tener más herramientas para oprimir a la mujer.
Algo similar ocurre con el inglés, donde el artículo “the” carece totalmente de un género, ¿pero acaso alguno de los defensores de esta nueva tendencia castellana puede defender que en los países anglosajones existe más equidad de género porque the winter es más equitativo que el Invierno?
En definitiva, para los que hablan persa o inglés, la heladera, la mesa, el sillón o un calefón, carecen totalmente de una asociación al género masculino o femenino, y esto no cambia en absoluto la naturaleza de dichos elementos ni su concepción social. Una heladera en Irán cumple las mismas funciones que en Uruguay, y la relación que los individuos puedan llegar a tener con tal elemento es exactamente la misma a pesar de los kilómetros de distancia y las interminables asimetrías culturales entre ambas naciones.
Este nuevo ejemplo burdo, sirve simplemente para subrayar el hecho de que la presencia de los artículos definidos el, la, los, las en el idioma español, es una herramienta gramatical, sencilla y llanamente eso, y nada más que eso; y como se mencionó anteriormente, la mayor o menor igualdad de género que pueda haber entre los países que hablan el castellano y otros como Irán, están lejos, lejísimos de pasar por la existencia de géneros en el campo gramatical.

Quizás el motivo de esta reciente oleada de la substitución de las a y las o por @, X y E pase por una simple moda, como ocurre en tantos otros campos de la vida, en esa búsqueda empedernida del pelo al huevo, la quinta pata al gato, o simplemente esa búsqueda de innovar para trascender. Quizás sea una tendencia más de esta nueva era cibernética, donde todo toma mayor ímpetu y se escabulle en los hábitos de muchos porque da la impresión de progreso, avance o vanguardia en la nueva mentalidad. Visto así, que este nuevo modismo tenga su campo fértil en la adolescencia no parece ser alarmante, incluso puede sonar simpático e intrínseco al adolescente, siempre y cuando sea el reflejo de una actitud fresca de las generaciones más jóvenes. Hasta ahí estamos bien, al igual que nadie se alarmaría de que se utilice el término “me cabe” en la cotidianeidad, pero de ahí a pretender que los libros pasen a describir que Artigas le dijo “me cabe” a Alsina mientras aceptaba un mate, hay un largo trecho.  Lo preocupante quizás es cuando este tipo de aberraciones gramaticales se perciben en generaciones mayores, en un público con un acceso a educación terciaria o peor aún, en profesionales y aquellos que ofician de docentes en nuestros centros educativos. Más doloroso aún es ver cómo gente respetada en el mundo literario o académico se hace eco de esto, quizás con el mero objetivo de figurar como estandartes del movimiento feminista y dejar constancia de su mentalidad más acorde a los días que corren donde constantemente se está en busca de lo políticamente correcto, no lo sé.  

Finalmente, pasa a ser preocupante o hasta incluso triste cuando el lema del lenguaje inclusivo pretende ser el estandarte de la lucha por los derechos igualitarios de hombres y mujeres, siendo esta una lucha de una significancia superlativa, necesaria y urgente en la mayoría de las culturas de este mundo, siendo esta una batalla que lleva mucho más tiempo que esta ridícula moda de les persones o lxs personxs que seguramente poco entienden de la equidad entre hombres y mujeres, y focalizan sus energías en pretender un lenguaje “inclusivo”.

Toda lucha social tiene sus comienzos y un paulatino desarrollo además de bases sobre las cuales sostenerse, así como diversos caminos para acercar a la sociedad a los cambios buscados. Elegir las batallas es parte fundamental de la lucha, pues como lucha que es, buscará desafiar cánones establecidos y arraigados en una sociedad determinada. El éxito de la contienda a mi entender, está directamente vinculado con la correcta elección de las batallas a librar y las formas. La lucha por la equidad de género no es nueva. Lo que sí es nuevo es este camino – desviado a mi entender – que entorpece los valores de fondo que siguen tan vigentes como décadas atrás. Estar por tanto en contra de destrozar el idioma no es sinónimo –ni está cerca de serlo – de oponerse a que mujeres y hombres tengan los mismos derechos. Quien utiliza esto como fundamento, no hace más que enfatizar la falta de solidez en sus argumentos, de la misma manera de quien cataloga de facho a alguien que critique una gestión específica de un gobierno de izquierda, de comunista a alguien que emite una opinión desfavorable sobre un gobierno de derecha, o de antisemita a otro que no esté de acuerdo con las políticas del Estado de Israel.  Una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa diría un reconocido locutor deportivo radial.

La equidad en nuestras sociedades es una necesidad latente. Mucho se ha hecho ya, y tanto otro resta por hacer. Por este mismo motivo, declarar que yo me siento excluido de esta sociedad porque la palabra que la representa tiene una acepción femenina no hace más que desviar la atención de lo realmente importante hacia lo irrelevante.

jueves, 5 de abril de 2018

Al Final.



El tufo a creolina y orín, mezclados, se levantaban desde el piso como un vaho pesado y espeso. Hay un trapo de piso acurrucado en una esquina, chorrea agua gelatinosa y parece no querer ejercer más su función de restriega mugre de aquí para allá.
A algún gracioso se le ocurrió pegar papel higiénico de segunda mano en las paredes del cubículo. Estoy seguro que eso lo hacen para que estos lugares sean aún más desagradables. Parecería que hay gente que le diera placer, el incrementar la sensación de repulsión que ya de por si causan los baños públicos. “Públicos” es una manera de decir. A mí, el vocablo ese me parece que coquetea mucho con lo estatal, y lo asocio a estos ambientes. Pero estos lugares no tienen nada de públicos. Este en particular es del bar, que tiene un dueño, privado, y que le chupa un huevo como se vea estéticamente.
Tengo los párpados pesados, adentro de mi cráneo el cerebro patina y se golpea contra las paredes óseas de su confín, me causa un dolor constante y el vino, hace que todas mis víseras ardan. La puta madre que me parió, tengo años de esto; de andar chupando, porque no tengo penas y si las tengo, también. ¡Para qué mezclar! ¡Si no se debe!
Vine por dos grapitas, pero no puedo dejar pasar el vino y mis dos dedos de kewis, llorando en la medida.
Ya el estómago no me aguanta y sin vergüenza, desalojo acá, sentado en la taza, sucia o limpia, no me importa, no la miré, hace mucho que no las miro.
Cuando era pibe, en la escuela, me daba asco entrar, a mear nomas, en los baños de los varones, siempre había un olor nauseabundo, perenne, de otros, y ahora, ya no recuerdo muy bien lo que es sentir aversión. Lávense siempre las manos, cuando vayan a esos baños. Por las pestes. Nos decía la abuela a mi hermana y a mí. La vieja les tenía pavor a las epidemias. Venía de una época en que la gripe y el tifus se habían llevado a la mitad de sus hermanos.
Mi cuerpo hace ruidos, repugnantes, convulsos, no sé si regurgito o defeco. Alguien entró, a mear seguramente.
La puerta de madera me ofrece una ilusoria cuota de pudor, tiene por lo menos 6 capas de pintura de diferentes colores. Yo empecé a venir cuando estaba celeste, eso son como cuatro capas en el pasado. Lo que hay que reconocer es que, a pesar de tanta pintura y pintores, todos por igual, respetaron la poesía que está en el marco central, a la izquierda, casi llegando a la bisagra del medio. Tallada con mucha paciencia, letra por letra, con sus versos armaditos.

Al final

Fue ayer era un niño
Que tenía los ojos
Brillantes y claros
Y un porqué de saber
Y una fe con sus rezos
Que sellaba al final
Una abuela con besos
Hoy sin hoy soy un viejo
No hay fe y los ojos
Opacos buscan lejos
                                        Juan Bautista Baba.

La leí tantas veces, siempre me trabo en el penúltimo verso…No hay fe y los ojos… Me cuesta enganchar: Opacos buscan lejos.
Es duro hacerse adulto, al menos, por lo que escribió, para Juan Bautista lo era.
Juan venía al boliche con esos venires que son como asomadas, algún viernes si y otros no. Apuraba una en el mostrador y pedía para usar el baño, entonando su retirada al paso ligero y sin detenerse. Vendedor callejero, comisionista, se hacía llamar. Revendía mercadería que conseguía en los mayoristas. Poseedor de una labia bárbara y confianzuda, sin exceso, a la gente, le verseaba que eran decomisos de Aduana. Sostenía que al público le encantaba lo prohibido, lo robado, joder al estado y que, por eso, parar la olla le resultaba una tarea medianamente llevadera. Después se dedicaba a escribir. Cargaba siempre con un par de copias mecanografiadas de sus obras, con correcciones varias, las paseaba adentro de la misma bolsa de arpillera que le servía para llevar la mercadería. Sudaba a mares, yo creo, porque andaba siempre de gorra de lana y un camperon abultado, las 4 estaciones.
La poesía la esculpió sin permiso, para cuando la descubrieron los que no deberían descubrirla, Juan había dejado de pasar por el boliche, hacía bastante. Si no me equivoco, a la puerta se le dieron una o dos, de las seis manos que hoy ostenta, antes que se percataran los propietarios. Para ese entonces era tarde. ¿Sacarla? ¿Para qué? Al fin y al cabo, cuando alguien viene a desahogar algo más que las penas, tendría esos versos para leer.
¡Mierda con esto! El cuerpo se defiende como puede y ahora mi diafragma se contrae buscando eliminar los agentes corrosivos. Arcadas, las detesto, de botija me daban terror, sabía que desembocaban en esos días de cagalera y vómitos, sin poder probar bocado. A Hortensia la ponían a dormir en el sillón de comedor, la abuela empleaba su magro conocimiento en matemáticas para darse cuenta que un nieto con diarrea era mejor que dos.
Al tercer día, de retorcijones y náuseas, que para al que le hubiera tocado de nosotros, parecían semanas, llegaba el churrasco con arroz blanco. Un manjar, saboreado durante minutos, cada pedacito de carne mojando los granos de arroz, mitigando el hambre y enseñando a valorar los platos de comida que, a economía de pensión, ponía en la mesa la vieja.
Hoy, las arcadas son parte de mis tardes y alguna que otra mañana, no producen nada, tal vez, una incomodidad espacial, cuando atacan en su desubicado proceder.
Es duro crecer si, tal vez tenga razón Juan, desde el marco, apuntado con sus dedos en esos versos tallados sin consentimiento
Parece ayer, tenía tantas cosas para contar, las tardes de lluvia, las horas asesinadas en el cordón de la vereda, los deberes en conjunto, hoy no puedo ni quiero visitar, nada de eso.
En algún lugar quedaron y ahí estarán, sin explicación ni visitas
 Desde que la casa quedó hueca, desde que Hortensia se marchito y con ella la abuela, aprendí, bien aprendido que tomar ahoga las penas y después, ya es necesario, para no volver atrás, al punto cero, al dolor. En realidad, uno cambia, hace un trueque de dolores, los emocionales por los estructurales, estos, en el corto plazo de nuestra inmediatez, siempre aquejan menos. 
 El recuerdo de ese día tiene gusto a nostalgia, como los boliches hoy, que son una añoranza de otras cosas que, en realidad, en su vigencia, nadie veía con buenos ojos.
Aprendí definiciones, componentes, tratamientos. ¿Cómo olvidarlos? Neoplasias, oncogenes, anemia de fanconi y, antes de que pudiera asimilarlos, ya había pasado, fulminante por nuestras vidas. La abuela aprovecho la andanada para apagarse también. ¿Qué mejor excusa?
Así, olvidando penas, olvidando olvidos, es verdad, hoy sin hoy, son un viejo. En el mostrador, seguro me espera otro buche de grapa, otro vaso, donde mis ojos buscaran esa luz que ya no tienen. Luego, cuando queme, desde adentro, volveré a leer estas líneas, que nos recuerdan.


                                                                                                                                 Claudio Alonso 2018

miércoles, 21 de febrero de 2018

Lejos



Hace años que me despierto antes de que suene la alarma. Me irrita, me da un mal humor mínimo, que se disipa casi en seguida, se esfuma con otro sentimiento que conquista inclemente mi consciencia. La responsabilidad, el mandato de saltar de la cama, aprovechar eficazmente los minutos de los que dispongo y repararme y prepararme para enfrentar otro día. En automático, también, tanteo torpemente al costado de mi cama, hasta dar con el teléfono y hacerlo callar y levantarlo y mirarlo para comprobar que estuvo chillando con una melodía melosa durante 5 minutos. Lo observo como si lo viera por primera vez, todavía idiotizado por el sopor del sueño, abro whatsapp y le escribo:






No lo envío aún, creo que debería agregarle otro emoticón… que se dé cuenta que me desperté de buen humor… Sí, otro emoticón es siempre bueno.








Le clava el visto casi inmediatamente.






-Ella también está de buen humor.

A mis hijas hay que despertarlas, la cama se nos pega durante la adolescencia.
Las llamo por video, insisto, hasta que me atienden las dos. Cancelan el video inmediatamente, la coquetería no les permite que las vea así, recién despiertas. Recuerdo cuando eran pequeñas, sin tanta demanda.
Por suerte seleccioné mi ropa la noche anterior, adquirí un metodismo estructurado como sin darme cuenta, indudablemente navego por la autopista que toman todos los maniáticos. Por ahora solo puedo decir que ser metódico y estructurado tiene sus pequeñas satisfacciones.
Abro nuevamente la aplicación mientras me lavo los dientes.











Uso nuevamente el video para llamar a mis hijas. Siguen en la cama, responde la menor y aplico el recurso de decirle que estamos súper tarde, adelanto los relojes 20 minutos. Me sorprende que esta treta funcione, a pesar de toda esa inteligencia y picardía que suelen ostentar, siempre caen en este simple truco. Dejan su teléfono transmitiendo y las veo saltar despavoridas al baño, aplicando maquillaje, para remarcar esa belleza de mujeres con pocos años de experiencia.
Estoy pronto, vestido, afeitado, peinado. Presto, para que el día me pase por arriba, con los reparos que se toman, con esas pequeñas vanidades que uno piensa lo diferencian de los otros, que somos todos.

La alerta de mi fono suena de nuevo, es ella, me escribe:












Dejo el aparato en la mesa, quiero responder y que no se mal interprete. Es cierto, la discusión fue desmedida, y discrepo con el uso del verbo “haber”, ella debería conjugarlo en forma reflexiva “haberte insultado”. El uso desmedido e impersonal de los verbos y artículos personales, me sulfura, creo que más que la discusión o los insultos en sí. El “nosotros” proverbial, “haber” en vez de “haberte”, “dijimos”, por “dije”.
Sostengo el celular y le respondo cordialmente, aunque sí, la molestia sigue ahí.









Lo recibe y lee casi en seguida, puedo verla teclear la respuesta, que llega casi de inmediato.







Seco y afirmativo. Detesto empezar el día así. Me condiciona al mal humor.

Le escribo enérgico a mis hijas:







Me arrepiento, pero ya es tarde, ya lo abrieron y leyeron, la agarrada de ayer y el simple “Ok” de su respuesta, hace que esta mañana se vuelva hostil, y no importa los emoticones que se envíen, hoy está todo mal, como ayer lo estaba.

La lluvia, me da la oportunidad para testear el ambiente, el cielo esta gris, cerrado, el agua cae monótona, les escribo:








Reciben mi texto, lo leen, pero no contestan, están molestas.  Odio esto, odio esta lejanía de la que todos parecemos aferrarnos. No las veo teclear, acrecentando con esto aún más la distancia.
 La calle está pesada, el tráfico no ayuda, no recibo ni un solo mensaje, ni siquiera un simple monosílabo. ¡Y sé que están en línea, las tres!
Hoy es un día como cualquiera, sin significancia, puede ser cualquier día, entre lunes y viernes, solo que hoy, tomo la decisión de romper con este ridículo manejo de la comunicación.
Faltan dos calles para el destino, miro por el retrovisor y remuevo mi manos-libres. Suelto el volante por unos segundos y oprimo el botón de apagado del aparato, hace unos destellos en su pantalla y se vuelve completamente negra.
Miro hacia adelante, ultimo semáforo en rojo, respiro profundo y trato de recordar la última vez que apagué el teléfono, mi estómago me hace sentir que la calma no está ahí, tal vez exista pero esté en otro lado, no en mi vientre. Pienso si la razón de que seamos cada vez más lejanos no estará ligada a ese pequeño botón al costado de cada uno de esos aparatos que sostenemos en nuestras manos.
Detengo el auto y activo bloqueo central, me quedo sentado en mi butaca, mirando un punto fijo más allá del parabrisas. El tiempo no llega a recorrer diez de sus segundos, cuando el teclear frenético de las botones virtuales empiezan sonar como un desfile de cucarachas sobre cartón seco.
-Que tengan buen día- digo, sin sacar mis ojos del punto en el que se habían fijado.
 Repito mi deseo, esta vez, mirándolas a los ojos, una a una y destrabando las puertas -Que tengan buen día-
No responden, sieguen ensimismadas en sus aparatos, el auto sigue detenido.
Entonces, al fin, se rompe el silencio, su voz responde a mi derecha – Buen día para vos también.
Las puertas de atrás se abren y las voces con un tono de sorna casi insolente dicen al unísono
-Para vos también papá-


Me detengo en un semáforo y veo a las personas del auto que el azar puso junto al mío, en esta dinámica espantosa a la cual nos hemos adaptado, con los ojos fijos en la pantalla de 5 pulgadas, repiqueteando los pulgares en el cristal. Sustituyendo emociones por emoticones, gritos por mayúsculas, palabras enteras por acrónimos, a nosotros mismos por este “yo”, que se mal interpreta y es mal interpretado.