La estadía en Playa del Carmen fue una especie de mini vacaciones en el arranque del viaje. Claro, ustedes me deben estar puteando porque todo el viaje es como unas grandes vacaciones, pero a lo que me refiero es que tanto en México como en la Habana (más en la primera que en la segunda) caminamos como animales y nos pasamos todo el día trasladándonos en metro, bondi, camiones, uauas o lo que fuere visitando obras, barrios, museos, playas y demás. Playa del Carmen en cambio fue una especie de cambio de rutina, no tanto a lo gitano sino más bien a lo cheto, manejando una Crysler alquilada, divina camioneta con la que nos trasladamos por la península del Yucatán, haciendo mucha playa, snorkel y chupando birra frente al agua cristalina del Mar del Caribe.
Hoy Viernes a las 3:00hs Popi, Santi Hernandez, Santi arquitecto, la Negra, Laurita, Marto, Adri Arqui (nuestra docente), Salvador (nuestro docente) y varios más se fueron al aeropuerto de Cancun ya que su vuelo hacia el aeropuerto de Laguardia partía a las 7:30hs. Yo me quedé solo en el cuarto ya que mis compañeros eran justamente Popi, Santi Hernandez y el Marto. Me puse a armar la valija y me acosté ya que nuestro vuelo partía a las 13:30hs rumbo a Miami desde donde les escribo ahora, para conectar posteriormente en otro vuelo al aeropuerto de Laguardia en Nueva York. A eso de las 9:00hs salimos hacia el aeropuerto, devolvimos nuestro auto cheto de 6 cilindros y nos quedamos pastando en ese lugar que en alguna otra crónica me detendré a analizar que son los aeropuertos. Todo fue bien, pasé los controles de seguridad sin inconvenientes y partimos hacia el aeropuerto de Miami. El vuelo fue somnífero como todos, y después de un par de horas aterrizamos sin inconvenientes, teniendo un par de horas para comer algo, hacer algún bautismo al aeropuerto y tomarnos el vuelo hacia Nueva York. En esta parte de la aventura me encuentro acompañado por Marcos y Elena, con quienes compartimos el "almuerzo-merienda-cena" de las 17:30hs y no pude irme de Miami sin haber dejado mi contribución a su sistema cloacal. Me tenía nervioso el tema ya que era la única ciudad de las que estuvimos que aún no lo había hecho. Cumplido el objetivo, nos dispusimos a hacer la cola para el control de equipajes para abordar a las 18:15hs como lo decía en el Boarding pass, mientras yo le contaba a los chiquilines mi mini interrogatorio a la llegada a Miami:
Inspector gringo hablando español: Hola, así que vienes de Uruguay y eres estudiante. Tienes planeado hacer alguna "explotion" (con acento gringo y haciéndose el simpático)?
Yo: Jajajaja, no por ahora (no por ahora? pero sos imbécil? este no es lugar para hacer chistes idiota - era mi conversación conmigo mismo mientras le sonreía como un nabo al agente).
La cola era eterna y estuvimos como veinte minutos entre una cosa y la otra, y cuando salí del control me encontré solo. Busqué un poco a ver si encontraba a Marcos o a Elena pero no los vi, así que emprendí mi camino hacia un gate que desconocía, pues no aparecía en mi boarding pass. Luego de unos 300 metros, averigüé el Gate, D43, me fijé en el boarding pass, miré la hora y me percaté de que eran las 18:40hs y la hora del vuelo 18:45hs!!! No sé como, pero empecé a correr como un condenado, subí dos escaleras mecánicas pechando a la gente y bajé otras dos (cosas que uno nunca entiende dentro de los funcionamientos de los aeropuertos). Se me abrió la mochila y mis pertenencias rodaron por el piso, las recogí como pude y las metí dentro de la mochila a la fuerza como si estuviera haciendo un embutido de mochila. Seguí corriendo, me tomé el Skytrain (tren que lleva de un lugar a otro del aeropuerto) y seguí corriendo los últimos 300 metros llanos hasta que empecé a ver el gate, pero así como iba corriendo fui disminuyendo la velocidad y mi cara se fue transformando cuando me percaté de que en mi gate no había el movimiento usual de un abordaje, ni tampoco estaban las caras conocidas de los chiquilines de la generación. Llegué al gate, no había nada, la puerta estaba cerrada, un avión partía y un par de boludos saludaban con la mano por el ventanal. Me convencí, había perdido el vuelo y estaba solo. Me dije: "seguro soy el único boludo que se quedó", pero para mi sorpresa atrás mío vinieron dos chiquilinas más con cara de "mecorrídoskilometrosymedioparanoperderelvuelo"! Así fue que preguntamos, y nos indicaron que el vuelo efectivamente había partido y que debíamos ir a servicio del cliente para solucionar el inconveniente. Asi que allí fuimos y para mi segunda sorpresa, ahí estaban Elena, Marcos, Pepé, la Enana, Mariela, Chiche e Isa, todos iguales de boludos que yo ya que fueron quienes estaban en la mesa contigua en Burger King un rato antes. Señoras y señores, éramos diez estudiantes que habíamos perdido el vuelo hacia Nueva York. Presentamos nuestros boarding pass y la señora que nos atendió nos comunicó muy amablemente que el siguiente vuelo de las 2030hs estaba sobrevendido, pero que de todos modos nos pondrían en lista de espera (LL para los entendidos). Algunas caras eran de angustia, otras de "no lo puedo creer", yo no podía parar de reír y repetir la frase "somos unos bananas" e insistiendo en que estaba feliz de haberme comido la hamburguesa y haberle cagado el baño a los de Miami. Se aflojaron todos un poco y entre chistes e ironías nos dispusimos a esperar, ya que en una hora veríamos si podíamos partir o no.
La hora pasó rápido, dormí un ratito, bobeamos otro rato, y así fue como la gente se fue arrimando al gate D40 para abordar nuestro posible vuelo. Tuvimos que esperar, y luego de unos instantes el gordo detrás del mostrador llamó a un par de los chiquilines quienes fueron corriendo y volvieron contentos, pues tenían un lugar. A todo esto, se nos había sumado un decimo primer rezagado, Seba Pérez quien por segunda vez en una semana había quedado retenido porque su nombre completo coincide con el de un guatemalteco muy buscado, un tal "Sebastián Perez Gonzalez", pero para colmo, nuestro Sebastián Perez Gonzalez nació en el Chuy, y hay una ciudad en Guatemala que se llama así! La diferencia entre Seba y nosotros era que él había perdido el vuelo porque lo habían retenido para el interrogatorio, asi que él tenía su lugar asegurado en el avión. Pasaron unos minutos y fueron Pepé y Mariela los nombrados por el gordo con cara de chanta. Cada vez quedábamos menos, y todos mirábamos expectantes al gordo como si fuéramos los hermanitos de la casa más terraja de Argentina y el gordo fuera el detestable a quien nuestro departamento de Maldonado supo otorgar la llave de la ciudad! Solo que acá, en la sala de espera del aeropuerto internacional de Miami, los que se alegraban eran los nombrados o nominados si seguimos la analogía, y los que quedábamos sentados cada vez teníamos menos chances. Mientras menos quedábamos nos íbamos poniendo de acuerdo en que si se quedaba uno solo, alguno de los otros se quedaba con él. Así fue como la sala quedó vacía y quedamos mano a mano la Enana, las dos pibas que habían llegado después de mi y yo. Ya todo se iba al joraca y nos disponíamos a pasar la noche en el aeropuerto, mientras el gordo seguía llamando personas inexistentes y la señora que más temprano nos había atendido tan amablemente nos miraba con cara de lástima. Somos cuatro le grité en un ataque de plancha no digno de alguien que horas atrás estuvo manejando una Crysler por las rutas de Cancún. Se ve que a la tipa le dio lástima, porque se acercó al gordo y tomó un poco el control, y el gordo pasó de llamar a las personas inexistentes a decir "Agou y Gonzalez"! Agou era yo, y Gonzalez era una de las chiquilinas. Nos arrimamos, pero no canten victoria. El Gordo nos miró y dijo: - Tengo que controlar el avión, porque hay dos personas que no sabemos si abordaron o no. Si lo hicieron, no hay más lugar, si no lo hicieron, ustedes dos pueden subir - Miré a Anita (la enana) y le dije al gordo: - Somos cuatro, no hay otros dos lugares? - Pero la cara del gordo no fue buena. Vengan, acompáñenme - nos dijo y Cecilia y yo así lo hicimos. Nos hicieron ir por el túnel y esperar en la puerta del avión, y desaparecieron. Nos miramos, pero no dijimos nada. Yo me quedé mirando estupefacto la entrada al avión esperando que se asomara la sombra del cuerpo gordo del empleado de American Airlines con una buena respuesta. Nos tuvieron un par de minutos que parecieron horas, hasta que por fin se asomó la señora de más temprano y nos llamó con su mano! Señoras y señores, estábamos abordando!!! Y ahora, les estoy escribiendo desde arriba del avión mientras las azafatas me están por servir un jugo de naranja.
Saludos
Ali
No hay comentarios:
Publicar un comentario