Comienza el camino...
Sinceramente ya perdí la noción del tiempo, las fechas y los lugares, de hecho me cuesta mucho creer donde estoy y adaptarme a todo esto que corre tan rápido. Aquellos que están leyendo esto, o que comenzarán a leerlo para abandonarlo en un par de renglones, saben lo que esta experiencia significa para mí, de hecho la mayoría de ustedes, está directamente involucrado y me ayudó a llegar a esto que es el sueño de muchos, y que logran unos pocos.
Señoras y señores, amigas y amigos, en este momento me encuentro en México DF, tierra de maravillas, tierra de amigos como Giannina y Ramiro, tierra que me ha recibido absolutamente impactado. Pero comencemos por el principio, si es que hay manera de ordenar tantas sensaciones juntas.
Si no le erro, el Jueves a las 21:05hs partimos en el vuelo 984 de American Airlines rumbo a Miami, en un vuelo con ochenta estudiantes de arquitectura, incrédulos de ser parte de esto. El aplauso fue unánime cuando despegó el avión, cuyos detalles como por ejemplo la cara de orto de las azafatas con un promedio de edad de unos 70 años o los mínimos asientos poco interesan... Obviamente no pegué un ojo en todo el vuelo y el aire acondicionado me empezó a liquidar de a poquito, por lo que en este momento estoy afónico, luego de dos días.
Llegamos a Miami, de mañana, a eso de las 5:00hs e increíblemente, contra todo pronóstico, este iranicito pasó por todos los controles expreso, incluso más rápido que otros youruguas, y pude salir olímpico. En el aeropuerto, luego de pasar los controles de esos señores al estilo Hollywood, morochos, grandotes, con cara de americano, serios y desafiantes, nos quedamos mutando un rato decidiendo qué hacer y tratando de comprender lo que empezaba. Como suele suceder, al ser tantos, en cada momento se forman grupitos distintos dependiendo de los intereses y uno va arrancando con gente que apenas conoce. Yo decidí ir a Miami Beach, y en el camino fui descubriendo que me encontraba en los EEUU, pero en una versión un tanto extraña. Como infraestructura sin duda se trataba del primer mundo, sin embargo en lo que a la gente se refiere, es notoriamente tercer mundo, y es más difícil encontrar alguien que hable ingles que español. El único angloparlante (se dice así?) que encontramos, fue en el baño del McDonalds, un gringo pasadísimo a las 8:30hs que se quejaba indignado porque una señora había pretendido entrar mientras él hacía sus necesidades. Lo demás, gente de todos los países paseando, comprando, mostrándose, consumiendo, consumiendo y consumiendo. La cuestión es que compramos unas chelitas y bajamos a la playa, donde además de una arena inmunda que parecía cemento portlanden polvo había mucha gente detonada durmiendo. En la casilla de los guardavidas había un indigente con la frente cortada a quien el guardavida tuvo que correr. Chelitas de por medio, chapuzón en el Atlántico Norte de agua cristalina nos desayunamos que la imagen que veíamos era distinta a la que estábamos acostumbrados, pues en nueve horas pasamos de Montevideo a Miami. El guardavida cubano nos dio la bienvenida charlando y comentando la situación en Cuba, con sus pros y sus contras.
El Viernes 22 a las 1830hs aterrizamos en México DF, donde para variar como es mi costumbre, de arranque entablé una conversación fructífera con el tachero que nos llevó hasta el Hotel, donde nos pasó los piques de los boliches y de más vueltas. Esta ciudad está resultando fascinante, poniendo a prueba todos nuestros sentidos. Pues se combinan el constante olor a mierda que sale de las cloacas que tienen la caca a la vista con los de las miles de ofertas gastronómicas que invitan a partirse la boca en cualquier momento y en cualquier lugar, desde tamales, choclos asados, tamarindos dulces y con chile, los tacos, las enchiladas, churros hasta los chapulines, una especie de cucaracha que se come con picante. Aún no he probado muchas cosas, pero pienso hacerlo en estos días. Todo esto se combina con muchos colores, mucha alegría, muchos niños y borrachos que andan por la calle, constantes gritos de los vendedores que te atomizan con sus productos. Hemos caminado y paseado de lo lindo, tomado distintos tipos de tequila y comido desde tacos hasta sincronizadas rancheras, obviamente todo con mucho picante. Vamos a ver si puedo sobrevivir y no generar una úlcera.
El viernes mismo decidimos salir con Popi, Santi y el Marto (mis compañeros de cuarto en el hotel) a explorar el "Barrio Rosa", recomendado por varios nativos. Antes, paramos a comer unos tacos en una especie de puestito en la calle, donde nos atendió Julio, un fenómeno que no solo nos preparó unos tacos de carne de res espectaculares, sino que nos recibió de manera muy amistosa y nos contó mucho de las actividades para hacer. De ahí nos fuimos al barrio rosa, donde paseamos por una especie de peatonal, donde distintos personajes, desde hombres de traje y bigotes, hasta mujeres horriblemente vestidas se nos acercaban para convencernos de entrar en algún boliche. Algunos prometían el tequila más barato, otros las mujeres más candentes, shows de striptease o la mejor cena. Como era de esperar, se me ocurrió entrar a algún lugar muy poco top, mejor definido como antro, y así fue. Entramos a un boliche que seguro en Montevideo no entraríamos, una especie de los bailes de los peruanos en ciudad vieja. Subimos por la escalera y entramos en un lugar donde uno parecía sentirse como si estuviera entrando a los bailes del interior, donde todos están bailando endemoniadamente eufóricos, solo que esto era en México, por lo que en vez de ver tipos con boinas y bombachas veíamos caras indígenas con peinados extravagantes, un travesti a lo gran "Drag Queen", salida de La Jaula de las locas y demás elementos que rondaban por el boliche. Nos mandamos una botellita de tequila que no nos pegó en lo más mínimo y nos pusimos a bailar un rato, una versión Mexicana de "La Ventanita", unas cumbias locales, marcha, etc. De hecho nos sacaron a bailar al Santi y a mí un par de "chicas" que nos enseñaban a bailar pegadito... lástima que la que bailaba conmigo pesaba unos 100Kg y sudaba como si estuviera jugando un partido de fútbol y la otra parecía una planchita de los bailes montevideanos. A cierta altura hubo un "show de strippers" que parecían animadoras de un programa infantil, ya que hacían pasos chotos y en ningún momento se sacaron la ropa. Así terminó la primera noche... para emprender la primera caminata el sábado de mañana.
Como se imaginarán tengo tanto para contar que ni yo me acuerdo, pero si cuento todo seguro ni los más fervientes seguidores de las crónicas lo van a leer. Así que por acá dejo esta primer entrega, asegurándoles que las expectativas se vienen cumpliendo, este sueño está en marcha y no nos para nadie. México viene siendo espectacular, aunque lamentablemente no hemos podido encontrar una sola chica linda para nuestros requisitos estéticos, me pregunto dónde estarán las mexicanas que salen en la tele.
Hasta la próxima.
Parte II
La generación entera está hablando con acento mexicano, lo cual incluso llega a ser hasta molesto a veces. Es que este es un país que sin duda deja su huella en quien la visita, con sus pro y sus contra, con su complejidad y diferencia a lo que es "la realidad" para nosotros.
Como urbanismo, se trata de un auténtico caos, sobre todo a nivel viario. Hay avenidas que por momentos son intransitables, más allá de que el Distrito Federal cuente con el transporte público subterráneo y elevado como suele suceder con las capitales de los países desarrollados o al menos aquellos muy poblados. Los traslados nos están consumiendo una parte importante del día. Metros llenos, donde ya nos pasó de no poder subir por el malón de gente que se mete, de hecho llegué a quedar apretado por la puerta que me sujetó de la mochila y yo parecía una cucaracha revoloteando los brazos y las patas!
Estos días hemos visitado una cantidad de lugares impresionante y a su vez muy diversos unos de los otros. El Sábado por ejemplo algunos de nosotros quedamos un poco rezagados del grupete general que planeaba ir a un lugar muy recomendado por Adriana, una de las docentes que nos acompaña en este tramo del viaje. El problema era que no recordábamos el nombre del lugar, mucho menos sabíamos cómo llegar. Lo único que recordábamos era que había que ir a unas tres cuadras de la torre Latinoamericana para tomar el metro hacia algún lado, y así lo hicimos. Tras varios intentos no logramos que nos pudieran decir a donde dirigirnos, pues nuestras preguntas eran un poco absurdas también:
- Buenas tardes, una consulta. Tenemos que ir a un parque, muy lindo, con laguitos y barquitos, sabe dónde queda? - A lo que la respuesta de todos era: - Al Chapultepec - El problema era que nosotros sabíamos que no era el Chapultepec sino otro, pero nadie parecía identificar nuestro tan preciado parque con laguitos y barquitos. Finalmente, uno de los chiquilines vió a otros de la generación del otro lado del metro haciéndonos señas. Es que aunque parezca mentira, en una ciudad tan grande como México, de tantos millones de habitantes, ochenta estudiantes de arquitectura de Montevideo hemos hecho un impacto apreciable en algunas zonas. Por ejemplo, en ese mismo metro, un policía al cual acudimos para averiguar el lugar del hermoso parque con laguitos y barquitos nos dijo que nuestros compañeros habían pasado por allí un rato antes. Encontrando a nuestros compañeros de generación fue que nos dimos cuenta que estábamos del lado equivocado del metro, y pareciendo unos cavernícolas en el medio de Nueva York no sabíamos como cruzar hacia el otro lado. Salimos a la calle, cruzamos, caminamos pero no encontrábamos la entrada al metro en la vereda opuesta, así giramos hasta que nos dijeron como hacer y llegamos a juntarnos con los otros chiquilines. De ahí nos tomamos un metro, hicimos conexión con otro para tomar luego un tren ligero... todo eso implicó más de una hora y media creo, para llegar finalmente a ese lugar cuyo nombre no recordábamos y nos supieron decir: "Xochimilko". Resultó ser un barrio apartado y bastante pobre, donde un veterano nos advirtió de ir en grupitos y no andar sacando las súper cámaras que todos compramos (en mi caso en Nueva york y que Maritza tan amablemente llevó hasta Montevideo). Fue una lástima porque era de esos barrios que particularmente me gusta recorrer, sin los lujos de barrios como en el que estaba el hotel, sino un paisaje mucho más cercano a la vida del pueblo. De callejón en callejón, experimentando los olores típicos y escuchando el constante griterío de los vendedores con sus puestitos fue que llegamos a la parte que nos interesaba. Resultó ser que lo que buscábamos solo existía en nuestra imaginación, seguramente como resultado de un teléfono descompuesto que llegó a nuestros oídos. Pues a dónde íbamos no era un parque hermoso con lagos y barquitos, sino un recorrido al estilo "Venecia mexicana" en las llamadas "trajineras" que te llevan a recorrer no laguitos sino todo un circuito de agua que atraviesa casas, pequeños jardines botánicos y viveros. El pinta que nos quería vender el servicio pretendía cobrarnos 800 pesos mexicanos, siendo nosotros ocho personas. Tras regateos varios, logré bajar el precio a 320, sabiendo que seguramente nos estaba cagando, pero bueno, uno por experiencia sabe que nunca ganará en un regateo.
Finalmente subimos a las trajineras y emprendimos un recorrido de una hora que fue hasta hoy de lo mejor que hemos hecho. De lo mejor, y también de lo más bizarro junto al boliche de mala muerte que aparentemente se llama "Lemon". Nos metimos en un mar de trajineras, chocando unas con otras, llenas de gente, algunas con mariachis, otras con gente bailando, tomando, comiendo, de todo un poco, pero siempre gente gozando y pasándola bien. Sin embargo, el recorrido que hacen todas estas trajineras se entrevera entre una serie de casas de una clase económica muy limitada, lo cual crea un contraste bastante grande entre la realidad de los que viajan por las aguas y los que los reciben. Así seguimos, cruzándonos con vendedores ambulantes en sus propias canoítas, los cuáles no solo se acercan a tu trajinera chocándote ofreciendo sus productos, sino que muchos te abordan como si fueran piratas buscando conquistar las cientos de trajineras viajantes. Los productos que ofrecen van desde flores, choclos asados en las canoítas mismas, collares, cerveza, un mini concierto de mariachis cuya trajinera se engancha de la tuya y te sigue tocando canciones, hasta manzanas acarameladas o tamarindos con chile... la oferta es variadísima. Uno de los chiquilines optó por comprar una "Michelada", compuesta por un litro de cerveza Corona con chile y no sé qué porquería más... la cual tomamos, pero nunca había visto que un litro de cerveza con 28 grados de calor durara tanto. Cada sorbo te perforaba hasta el hígado mismo. Así, al ritmo de los gritos, los mariachis, las carcajadas propias, colgando la bandera uruguaya (llevada por mí por supuesto) y luciendo la camiseta del glorioso Club Nacional de Fútbol fue que pasamos una hora espectacular en Xochimilko. A la vuelta, vimos que no habíamos visto el cartel que decía que el alquiler de cada trajinera valía 200 pesos mexicanos. Las fotos de todo esto aparecerán próximamente en el álbum "México". El tema conexión a internet es todo un tema. En el hotel en que estamos hay conexión solo desde el lobby, y no he tenido mucho tiempo para estar ahí. Iré mandando crónicas y subiendo fotos mientras pueda. Seguramente esta sea la última crónica por varios días ya que según tengo entendido, en Cuba no vamos a tener mucha chance de conectarnos. El jueves de mañana partimos hacia Cuba.
Esta Crónica será más larga que la anterior... así que tómenselo con calma.
Entre los lugares que hemos visitado y las obras de arquitectura que hemos visto, se encuentran Teotihuacán y las Pirámides indígenas del Sol y la Luna. Un lugar absolutamente impactante e increíble. La macana fue que llegamos como a las 11:00hs y el sol ya picaba bastante, y hacía mucho calor por lo que fue una jornada un tanto agotadora. A esto sumémosle que en mi caso la noche anterior me agarré un pedo adolecente, de los que no me agarraba al menos desde hace unos diez años, con tequila, por lo que mi estado no era el mejor. No teniendo nada en el estómago y estando agotado luego de haber dormido un par de horas pude subir a la pirámide de la Luna (la más chica) y llegué hasta la mitad de la del Sol. Debo decir igualmente que no fui el único que no pudo subirla del todo, ya que gente que no se había emborrachado la quedó en el camino, por el calor insoportable, la altura de cada escalón, de unos 60cm aproximadamente y las largas esperas en el trascurso de la subida por temas de seguridad.
El Lunes fuimos a varios lugares, a una de las casas de Barragán, a la fábrica de Bacardí donde está la única obra de Mies en Latinoamérica y lo mejor de todo, a la ciudad universitaria de Universidad Nacional Autónoma de México. Un lugar increíble, donde nos recibieron de novela y pasamos un buen rato. Lo mejor fue al final, donde subimos con un grupete chico, Salvador y Adriana (los docentes) a la oficina del director, el Arquitecto Jorge Tamés y Batta, un crack entre cracks! Un fenómeno que aparece en las fotos que voy a subir, que nos contó anécdotas, nos mostró sus dibujos y nos sacamos un par de fotos en el consejo.
Las jornadas son largas y aprovechables. Es una sensación única estar acá, y que tu preocupación mayor sea buscar un puestito que vendan fruta, buscar dónde cagar u ordenar las obras a visitar al día siguiente para aprovechar mejor el día.
Esto recién empieza... y es increíble!
Salute.
PD: En la próxima mando las actualizaciones de los últimos días del DF...pero seguramente será en unos cuantos días ya que en la Habana no tenemos conexión.
Ali
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