En todos hay un escritor. Por más escondido que este se encuentre. Algunas veces se manifiesta y quiere ser la voz de muchas voces y la de uno mismo. Ser testigo y narrador de nuestra historia, amigo y enemigo de nuestros miedos y alegrías, tratar a la realidad como una igual, subyugar lo indomable y liberar lo oprimido. Combatir la intolerancia en una guerra sin cuartel a palabra suelta. Desafiar a nuestra propia inteligencia y re-definir las reglas en las cuales se basa nuestra ya tan reestructurada sociedad. Pero lo más importante sea, tal vez, la indescriptible sensación que nos produce, el dibujar con nuestras palabras en la imaginación de otros.

Bienvenidos.

C.A.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Asalto en Ville Savoye


Resultó que Victoria, una compañera de facultad que viajó el año pasado hizo amistad con un turco que tiene un negocio en Chartres a quien dejó el equipamiento de campamento que usó su camioneta. Victoria, es amiga de Popi, por lo que la camioneta en la cual me encuentro temporalmente tenía una gran parte del mobiliario asegurada allí. Fue por ese motivo que a la salida de Paris tuvimos que ir hasta Chartres, para buscar lo que Victoria había dejado para Popi y su pandilla. El viaje fue un éxito, y mientras la generación entera estaba en la Ville Savoye, nosotros estábamos paseando por Chartres, un hermoso pueblo con una estructura vial y urbana medieval, con una mezcla de construcciones antiguas y otras más contemporáneas. La visita incluyó obviamente la Catedral de la ciudad donde nos quedamos un buen rato contemplándola, hermosa, fabulosa y espectacularmente gótica.
Ya de tardecita emprendimos el camino nuevamente hacia el Norte, para ir hacia Versalles donde nos encontraríamos con la otra camioneta amiga la cual ya estaba instalada en un camping cercano al gran palacio. La llegada fue de película, bajo lluvia en el primer día de camping, donde todos estrenaríamos nuestras nuevas carpas "two minutes", los colchones inflables y los sobres de dormir comprados horas antes en Decathlon. Lo más alentador, fue recibir un mensaje del Fede que decía algo así como: "estamos en un camping cerca del Palacio de Versalles, instalados y cocinando. Los esperamos, con guiso y vino", lo cual fue un motivo más que suficiente para apurar el paso teniendo en cuenta que el verano francés no tiene nada que ver con el que nosotros conocemos, pues además de la lluvia y el viento la temperatura no está nada elevada.
Llegamos de nochecita, bajo lluvia con la camioneta con un bolonqui de novela, con siete valijas de las cuales tres son enormes y dos muy gordas, cocinilla, garrafa, heladera, mesa, banquitos, carpas, sobres de dormir, colchones, siete mochilas, bolsas con contenidos personales varios y un surtido de puta madre como para bancar dos semanas, incluyendo más de veinte botellas de vino de 0.99 centavos de Euro, fundas de Coca Cola, leche y demás artículos de todos los días. Mientras los chiquilines de la otra camioneta cocinaban al ritmo de Zitarrosa, algunos de nosotros lavaban los elementos donados por Victoria y otros rearmábamos como podíamos el tetris de la camioneta, con un toldo improvisado que nos "protegía" de la lluvia. Al mismo tiempo, el olorcito del guiso llegaba a nuestras narices como lo hacía aquel del queso a la nariz de Jerry en el famoso dibujito del gato y el ratón, que elevaba al roedor y lo hacía ir con los ojos cerrados hacia el preciado alimento.
La noche terminó espectacular, comiendo un exquisito guiso, tomando un rico vino francés del cual un vaso entero supo terminar en el único "abrigo" (buso finito de algodón) que tenía yo a mano debido a un incidente logístico del tetris para terminar durmiendo en algunas de las carpas que se armaron bajo lluvia.
La mañana del 7 de Agosto comenzó soleada, con un fantástico desayuno y la primera levantada de campamento del viaje para ir hasta el palacio de Versalles, al cual no entramos por la exageradísima cola que había, optando por ir a los jardines. La visita no fue muy larga ya que ya veníamos atrasados con respecto al itinerario oficial por lo que emprendimos el camino hacia Poissy para llegar a la gran Ville Savoye, ícono de la arquitectura moderna, obra de Le Corbusier donde se reflejan los cinco puntos de la arquitectura ideal según su autor. La emoción era grande ya que se trata de una de las obras más estudiadas en la facultad, sobre la cual todos supimos hacer alguna monografía, vimos alguna charla, leímos libros, la vimos en las revistas o simplemente la dibujamos en algún croquis. Ya era de tarde cuando llegamos y antes de entrar decidimos hacer un pequeño picnic en un pedazo de pasto frente al estacionamiento donde dejamos la camioneta. Entre refuerzos de atún y charlas banales pasamos un rato hasta que decidimos guardar todo para entrar a la casa.
El momento de la llegada fue asombroso, entrando por entre los árboles para pasar a darse de frente contra la blanca casa elevada sobre pilotis, con sus ventanas apaisadas y su planta libre. Caminamos, subimos, bajamos, sacamos fotos, seguimos sacando fotos y nos emocionamos. Era increíble poder estar allí y no estar viendo una revista. La casa no defraudó, nos impactó y nos dejó contentos y sorprendidos, con la cantidad y calidad (y buen sabor) de sus espacios, formidables, perfectamente diseñados rindiendo cada uno de una manera excepcional.
Con una sonrisa salí caminando detrás de las chiquilinas, mirando para atrás después de cada paso que daba para mirar por una última o penúltima vez la casa, y mientras pensaba una vez más en lo afortunados que somos de poder ser partícipes de esta aventura escuché la voz de Popi que con un grito decía: "La puta madre, no te puedo creer, la puta madre"! Levanté la cabeza y pensé en lo peor cuando vi que mientras ella puteaba y se agarraba la cabeza estaba parada frente a la camioneta. No llegué a ver lo que ella veía ya que estaba lejos, del otro lado, pero por su tono y su cara me imaginé lo que había pasado.
- Qué pasó che? - Fue mi inmediata pregunta.
- La puta madre, no te puedo creer. Nos afanaron!
- Qué? - y me acerqué rápidamente hacia donde estaba ella con las otras chiquilinas.
El panorama era desalentador. El vidrio del costado izquierdo de la camioneta, detrás del conductor estaba destrozado y los pedacitos del mismo estaban esparcidos dentro y fuera del vehículo. Inmediatamente abrimos la camioneta para ver qué faltaba y la sorpresa fue desagradable al ver que faltaban todas las mochilas que se habían dejado, las cuales pertenecían a Lorena, Popi, Maina y Tania. Yo llevaba mi mochila conmigo al igual que Cecilia.
- Qué había en las mochilas? - Fue mi pregunta.
Las caras eran de decepción total. Las respuestas desgarradoras... “mi computadora, mi celular, los traveller checks valor 1000 euros... el disco duro extraíble con todas las fotos del viaje”! No hubo lágrimas inmediatas, pero las expresiones de las caras eran mucho peor que eso. Creo que todos nos podemos poner mal por las pérdidas materiales, pero perder todas las fotos del viaje es algo que no tiene duelo, no se puede llorar, no se puede comprar ni recuperar, simplemente te parte al medio.
- No te puedo creer bo, la puta madre que lo parió. Dejaron las mochilas adentro chiquilinas? - Mientras formulaba la pregunta me acordaba de haber leído reiteradas veces en los famosos "piques de viaje" que las camionetas jamás se tienen que dejar solas cuando están cargadas, y menos que menos hay que dejar las mochilas con objetos de valor adentro. Pensaba en eso cuando se me ocurrió abrir la puerta de atrás para ver si se habían llevado algo de las valijas o el mobiliario y la sorpresa fue aún más desagradable al ver que había un gran hueco entre todas las valijas que allí estaban, a lo cual habiendo armado yo el tetris me fue imposible no decir:
- Pará, ese hueco de ahí no estaba - a lo cual inmediatamente escuché a Tania.
- No, se afanaron mi valija! No te puedo creer, se afanaron mi valija.
Fue inútil contar una y otra vez todas las valijas, ya que todos sabíamos que antes allí había siete y ahora seis, y que por ende estaba faltando una. Las lágrimas fueron inevitables y las puteadas y maldiciones se sucedían una tras otra. Todos sabíamos que habíamos cometido un error gravísimo del cual habíamos sido advertidos, ya que habíamos dejado la camioneta cargada sola, pero peor aún era que se hubiesen dejado las mochilas con netbooks y discos duros dentro y no haber atado las valijas con las cadenas y candados que especialmente habíamos comprado para ellas.
Un rato pasó y vino la policía. Fue extraño ver que la oficial que me habló era una rubia bastante linda a diferencia de las policías que uno se puede llegar a encontrar en Uruguay. Pero eso en ese momento era lo que menos importaba. La rubia hablaba algo de inglés, por lo que le explicamos lo que pasó y nos pidió que nos subiéramos a la camioneta y siguiéramos al patrullero hacia la seccional. Obedecimos y llegamos para hacer una lista de los objetos robados junto a nuestros datos personales. Acto seguido ella llamó al consulado de Uruguay y me pasó el teléfono. Del otro lado estaba Beatriz, una secretaria del consulado que me comentó que el día anterior había pasado exactamente lo mismo con otra camioneta. Pasaron un par de horas, limpiamos los vidrios, charlamos un rato con los milicos mientras la rubia, sin percatarse de la camiseta de Irán que yo llevaba puesta y mi pinta de musulmán con mi cultivada barba negra nos comentaba que el barrio donde nos robaron estaba lleno de musulmanes y con una especie de cara de asco comentaba que estando en el mes de Ramadán estaban más bravos que nunca a lo cual mi comentario interno que no se pronunció fue: yo hacía el ayuno de Ramadán y no se me daba por salir a afanar pelotuda!
Pasó otro rato hasta que vino la secretaria del cónsul, quien muy amablemente se quedó hasta largas horas de la noche en la comisaria traduciendo las declaraciones que tuvieron que dar una por una las chiquilinas. Mientras tanto, Fer y yo aprovechamos para desarmar y armar nuevamente la camioneta, la cual con una valija y cinco mochilas menos calzó mucho mejor y quedó preciosa! Acto seguido, con Maina procedimos a "arreglar" el agujero dejado por el vidrio roto mediante la milenaria técnica de la bolsa de nylon y la cinta pato.
Durante los próximos tres días anduvimos en las vueltas de Lille, viéndonos imposibilitados a cruzar hacia el Reino Unido hasta arreglar el vidrio, el cual llegó recién el 10 de Agosto. Lo peor, fue que además de todos los objetos robados, algunos de valor material, otros de valor afectivo, los chorros se llevaron nuestro GPS donde estaban marcadas todas las obras a visitar y además el control remoto del GPS de la Renault, por lo que nos encontramos actualmente sin otra referencia que los carteles y la guía Michelin. Pasamos dos noches en un camping ubicado en un pueblo llamado Houplines, en las afueras de Lille y nuestra actividad se basó en cocinar, comer, tomar vino francés barato y dar miles de vueltas por miles de rotondas hasta llegar a destinos básicos como un Carrefour o un Decathlon. La frutillita de la torta la puso el hecho de que el 8 fue el cumpleaños de Tania, a quien le robaron la valija y la mochila por lo que quedó con lo puesto, pero a pesar de todo lo ocurrido, le compramos una torta y con la complicidad de la camioneta amiga hicimos un brindis en alguna vereda del centro de Lille y compartimos un rato ameno comiendo dulces, salamines, torta, tomando vino y mate, según los gustos de cada uno.
Las noches de camping fueron más que divertidas, cocinando, estrenando algunas carpas, algunos colchones y presenciando el show de "Las Primas" quienes me bautizaron como "El Antonio de turno" pidiendo que sacara la mano!
Lo cierto es que el robo nos atrasó bastante con respecto al resto del grupo, cuatro días para ser exacto lo cual es un montón teniendo en cuenta lo apretado que es nuestro itinerario, cubriendo centenares de ciudades en un período de cuatro meses. Según lo planificado, nos vimos obligados a eliminar algunas ciudades del itinerario, con el fin de llegar a Glasgow y Edimburgo, razón principal por la cual me cambié de camioneta durante las primeras dos semanas. Hacia Liverpool nos dirigimos, cruzando el Canal de la Mancha en ferry hacia Dover, para encarar una maratón de ruta hasta la ciudad de los Beatles, mientras un mar de nostalgias me invade. Recuerdo con nostalgia los viejos años en la bañadera escolar con los Fagundez, donde en nuestra niñez éramos muy felices durante esas dos horas que demorábamos en ir y volver a la escuela escuchando los mismos cassettes de Los 4 de Liverpool una y otra vez. Para sumar, es 10 de Agosto y recordamos con cariño a Fernando (QEPD) en un mano a mano con Popi. Y hacia allí nos dirigimos, hacia Liverpool y yo no logro quitarme de la cabeza a mi amigo Juan (QEPD).


Ali

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Imposible con tu relato no pasar de la risa a las lagrimas en de un momento a otro. Sigan disfrutando mucho!!!

Alejandra dijo...

Imposible no pasar de sonrisas a lagrimas con este relato. Siagn disfrutando MUCHO!

Pablo Baglivi dijo...

Increible tu relato che te escucho y se me pone la piel de gallina ya q las historias se repiten año a año, yo vieje en el 2007 y te puedo asegurar q estas son de las cosas q mas te enriquecen del viaje. Me da mucha nostalgia escucharlos, les recomiendo mucho disfrutar de este momento q estan viviendo y sigan pum para arriba ya q las cosas materiales van y vieje. Sigan viendo este momento tan increible. Saludos