25 de agosto de 2015
Puntas de
Maciel, en algún lugar del departamento de Florida.
¿Como encarar esta historia? ¿De quién es? ¿Demasiado enorme, grande, vasta…nuestra, de todos?
Lo primero a dilucidar, es algo recurrente en mi persona y, que se repite cada vez que escribo sobre algo, durante los últimos 15 años. Saber que hago y porque estoy aquí…en un feriado nacional, en medio de mis vacaciones…
En este
caso, tendría que aplicar una retrospectiva violenta, empieza hace mucho y hace poco.
En el año 1992 conozco, al ahora
periodista y comunicador Álvaro Carballo, que gentilmente me alberga en su hogar
de la Costa de Oro, ubicado atrás del entonces famoso y celebre antro de perdición
y cuna de actividades inicuas de variada índole, “Zorba de Solymar.”
Con nuestra
adolescencia y furia contra el sistema, nos intoxicábamos vehementemente y
atraíamos, por la estética de nuestras personalidades y situación libertaria,
conocidos y aun por conocer.
En esa época de la historia de la humanidad, era
bastante difícil encontrar a dos jóvenes entre los 16 y 18, viviendo solos en
total control de su descontrol, cabe agregar que lo hacíamos bastante bien.
Esto nos
lleva directamente a la razón de mi actual situación. (2015)
¿Muy
rápido? Si, otra de las recurrencias personales…
Álvaro,
después de una chorrera de años, y vida, donde casi perdimos contacto el uno
con el otro, me introduce, en nuestro rencuentro, en el mismísimo chalet donde
transcurrieran nuestras aventuras al principio de los noventa. Al concepto de
un periodismo investigativo con principios humanistas y sin un fin lucrativo.
Algo perfecto, para aquellos que de alguna manera nos interesamos por algo más
que la leña de nuestra propia estufa.
Sin
malinterpretaciones, acá no estoy construyendo ningún pedestal auto elevador,
tan solo estoy diciendo que existe mucha gente con el interés puesto en cosas
comunes. Alguien me dijo una vez: “Somos una especie de pitufos, moviendo piedras
enormes, entre todos”
Entonces,
en un breve movimiento de 22 años y 330 palabras, resumí, o intente hacerlo, el
porqué de todo esto.
Levantarme
a las 6 am, ir a buscar al resto del equipo y tomar la ruta 5, derecho y sin
paradas, hasta la entrada de pueblo.
Apenas a
160 Km de un Montevideo ubicado a años luz de distancia. Con sus proyectos de
ley e inclusiones financieras, matrimonios igualitarios y preocupaciones por el
interior profundo…
Puntas de
Maciel es uno de los tantos pueblos formados al costado de la vía férrea que
une Montevideo con el departamento de Rivera.
Un conglomerado de viviendas que alberga unas 150 personas. Con una
escuela, un boliche, dos iglesias. (Católica y Pentecostés) y la vieja estación
de AFE. Estructura que no funciona
actualmente como tal y alberga a la familia de Maria.
Maria, su
esposo Ebelio, un hijo (Ebelio… o Ebelito como le dice su madre) y una hija (Macarena),
viven ahí hace 6 años. Desempeñándose
como trabajadores rurales en los tambos cercanos de la cuenca lechera de
Florida.
Llegamos a
las 8, la neblina baja, espesa, congelaba todo y a nosotros también. En cuanto
bajo del vehículo reconozco el olor a humo, eso me causa alegria.
Desde la chimenea, en el techo de la estación,
se eleva, denso, perdiéndose entre la congelada bruma, alguien, había mantenido
el fuego prendido toda la noche o, se levantó muy temprano, para aclimatar la
cosa.
Los perros
son los primeros que nos reciben, sacudiendo sus colas y oliendo esas manos
extrañas. El cartel de la estación
informa en su pasividad que estamos a xx sobre el cerro de Montevideo y a
tantos Kilómetros de la estación central. Cruzando la vía, la escuela Rural se
planta con sus paredes encaladas, silenciosa, en este día de independencia
nacional.
Saludos,
bienvenidas, mates. Así a uno lo reciben, el calor de la estufa y rostros que
están acostumbrados a empezar el día mucho antes que el sol.
La jefa de
familia, nos cuenta y nos pone al tanto de los pormenores.
La
dirección de la escuela le pide que apruebe unos documentos para que la misma
se considere escuela rural. El cambio de horario es una de las cosas que más se
destaca. De 10 am a 3 pm.
El papel
para firmar va y viene…vuelve al sobre del que salió.
Me pasa un
mate y me aclara que es de puro yuyo. “Mira que te va a parecer raro de gusto” Me
dice mientras me lo tomo sin titubear.
Tiene más
noticias, buenas…muy buenas.
“El
sindicato, compro un terrenito y ahora, pudimos comprar un contenedor para
usarlo de salón comunal…para todos. Para dar clases, talleres, fiestas de
cumpleaños. Actividades sociales…para todos“
Hoy es un
plan, un proyecto, pero, la estructura de metal, ya está ahí, recia, esperando
su transformación estética, de contenedor a aula, recinto, sueño.
El proyecto, en parte, es poder contar con talleres de la UTU para las mujeres y los jóvenes del pueblo. La
curricula ya esta armada, tiene todo pronto pero, falta un salón, un lugar
donde los profesores puedan compartir
conocimiento.
El único
lugar disponible les cobra 3500 pesos uruguayos por actividad...
Maria es
sindicalista.
Nos invita
a ir al predio. Salimos todos y tomamos la principal, a pie. Los perros nos
siguen, los terneros atados a postes clavados en el jardín nos observan.
Saco
mi cámara del estuche y es ahí que me doy cuenta que la muy perra, decide no
funcionar…”Err 99”…me muestra la pantalla… ¡y la puta que lo pario! Saca fotos
esporádicamente, en un lugar en el que pensaba tirar al menos 100 tomas.
Llegamos al
terreno y nos explica los porque y los como…
“Fíjate que al contenedor se lo descuentan de a poco a mi marido del sueldo, mete 2 horas extras al día y
así lo va pagando…si nosotros vivimos con 12, las extras van pal’ centro
cultural.”
Es bueno,
sentirla, llamarlo así…
Los planes
van y vienen, se hacen llamadas, se organizan talleres, se dejan mensajes en
teléfonos. Se organizan actividades para recaudar fondos, mientras deambulamos
adentro del prisma metálico.
Medios
tanques, ayuda externa, unas rifas que ya están vendiendo. Lugares donde poner
las aberturas, electricidad, cocina, baños,
pintura, colores, bancos, aleros…muchos recursos.
La vida no
es fácil, a 160 Km de la capital, parece no serlo, las cosas toman un tinte
raro. Parecen salidas de otras épocas.
Mientras
volvemos a la casa, Maria, se convierte en una suerte de guía turística y, en
pocas palabras, me señala las principales construcciones.
“Ahí, en la
época de oro era la carnicería, ahora esta vacía…Cuando no había agua esta era
la zona de los aljibes…El boliche es aquel…y ahí está la iglesia…la católica.
Pero con suerte el cura viene cada muerte de un obispo o, a vender ropa usada”
-¿Y la
otra? Le pregunto…
“La otra
está a dos cuadras de acá, la de la pastora…la evangélica…”
En el tambo bajo el trabajo. Maria, esta en el seguro de Paro.
Nos cuenta
que hace unos meses el gremio consiguió un nebulizador y lo donaron a la
policlínica para que estuviera a disposición de aquellos que lo precisaran. El
aparato había desaparecido y lo último que supieron es que la auxiliar del
centro de asistencia lo alquilaba por 200 pesos el día.
Durante las
recientes inundaciones una cifra importante de trabajadores fueron víctimas de
las crecidas. Los desplazados terminaron en los campamentos montados para ese
fin por el ejército.
Al
enfrentar una inundación uno no solo pierde su casa por el castigo del agua.
Los saqueadores aprovechan y se llevan todo aquello que el líquido aun no
reclamo. Es decir, cuando al fin uno puede volver a su hogar, se encuentra con
que debe comenzar de cero…o menos diez.
A esto le
debemos sumar que los días no trabajados no generan ganancias…otra perdida.
Maria,
mediante negociaciones con la patronal, logro que no se les descontaran esos
días a las víctimas de las crecidas. Con una sensatez basada exclusivamente en
el sentido común, logro remediar al menos, la pérdida de jornales para aquellos
que el rio había dejado en condiciones más
que complicadas.
Maria, es la presidenta del Sindicato Único de Trabajadores del Tambo y Afines.
Al regresar
a la casa comimos unos trozos de queso y chorizo picante al pan. El preludio
para una cazuela de mondongo como pocas he comido. Nos sentamos en su mesa, con
los suyos, algunos comieron parados, otros con el plato en la falda,
compartimos risas, anécdotas, historias tristes y divertidas, con un calor
único y que es tan difícil de encontrar, desestructurado, todo contenía ese
ingrediente que cada vez se usa menos...
Cuanto más
escuchaba a Maria, me daba cuenta que todo lo malo que pasaba en el pueblo, en
su familia y en su vida, por razones muy extrañas, eran adjudicadas a su
persona.
A las
estructuras y a nuestras veneradas instituciones, no les agrada ser desafiadas.
Maria es un miembro activo de su comunidad y, a humanismo puro, trata de que su
pequeño universo sea más justo, un
poquito más igualitario…y es consciente de lo difícil y ardua que es esa labor.
A escasos 160 Km de la capital esto es más difícil aun…
Pero a
Maria no le importa. En la iglesia, ya le advirtieron que todos sus problemas, se deben a que tiene demonios en el cuerpo.
BK.
7 comentarios:
Alucinante solo me sale esto.
muy muy bueno gente. lo mejor que he leido de braulio
A.H
muy bueno braulio. hacen falta mas blogs como este por ahi y que la gente los lea. me llama la antencion cuanto blog pedorro por ahi tiene tantos comentarios y este cuyo contenido es de gran valor tiene tan pocos.arriba muchachos
INTENSO ARTÍCULO MUCHACHOS. SIGAN ASÍ
Brillante flaco. comparto muchas de las cosas que decís y me gustó mucho el artículo, supe andar por ahí cuando vivia en montevideo y la realidad que se vive es cruda
Saludos,
JP desde Roma
es asi muchachos.el interior de nuestro pais es una clara muestra de lo heterogenea que es nuestra realidad como pais.
excelente muchachos como siempre abrazo
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