En todos hay un escritor. Por más escondido que este se encuentre. Algunas veces se manifiesta y quiere ser la voz de muchas voces y la de uno mismo. Ser testigo y narrador de nuestra historia, amigo y enemigo de nuestros miedos y alegrías, tratar a la realidad como una igual, subyugar lo indomable y liberar lo oprimido. Combatir la intolerancia en una guerra sin cuartel a palabra suelta. Desafiar a nuestra propia inteligencia y re-definir las reglas en las cuales se basa nuestra ya tan reestructurada sociedad. Pero lo más importante sea, tal vez, la indescriptible sensación que nos produce, el dibujar con nuestras palabras en la imaginación de otros.

Bienvenidos.

C.A.

lunes, 6 de julio de 2015

CON EL DIARIO DEL LUNES Montevideo étnico: Edición COPA AMÉRICA

 ¿Alguien me puede explicar desde cuándo dolió tanto una derrota contra los chilenos? ¿Alguien me puede explicar cómo los uruguayos están tan horrorizados por un dedo en el culo?

Analizar el hincha uruguayo, el hincha de la celeste sería digno de una columna aparte, pero creo que si hay algo que tiene de especial la camiseta del color del cielo en una mañana de verano, es que aún en los peores momentos siempre logra ilusionar a su gente. Por su historia, el uruguayo sabe que su selección puede perfectamente salir campeón de cualquier certamen, ganarle a absolutamente cualquier cuadro del mundo, pero así también tiene exactamente las mismas chances de quedar afuera en la primera ronda o perder con el cuadro menos pensado, el más débil de la copa. Es así que en esta copa América donde la celeste lucía el escudo dorado en su pecho por su decimoquinto trofeo, sus hinchas sabían que no era la copa para la celeste, sobre todo porque no se contaba con Suarez, pero a pesar de todo se tenía cierta ilusión de poder levantarla una vez más, porque con Uruguay… nunca se sabe.

Apenas se le ganó a Jamaica, se le pudo haber ganado a Argentina pero se perdió, y se pudo haber ganado contra Paraguay, pero se empató. Fue así que en una propuesta basada en defender lo más cerca posible del propio arco y una respuesta que consistía en reventar la pelota una vez recuperada sin importar sentido ni dirección, pudimos pasar de fase, con una propuesta futbolística más mezquina que la de Bolivia o Perú, pero pasamos y nos tocó jugar contra Chile, el local. Hasta entonces un partido contra Chile jamás había sido algo especial para la selección Uruguaya. No había competencia de títulos (Uruguay tenía 2 copas del mundo, 2 medallas olímpicas y 15 Copas América, mientras Chile nunca había ganado nada), no había revanchas pendientes de otros momentos históricos para los uruguayos, ni una rivalidad especial. Simplemente nos cruzábamos contra el local, y teníamos ganas de dejarlo afuera. Quizás lo que más le molestó siempre al uruguayo del hincha chileno, es que al igual que sus pares mexicanos o españoles, los de “La Roja” siempre se pronosticaron como los campeones ante todo certamen, pero al final nunca ganaron nada, y dicho comportamiento suele generar cierta bronca, porque al fin y al cabo se pasan boquillando pero siempre terminan marchando. La excepción a esto fue España, que hasta el 2010 encajaba a la perfección en esta categoría, de la cual supo salir con su campeonato mundial.

¿Qué fue lo que nos hizo entrar en cólera y empezar a acusar al juez, Blatter y los duendes de la Patagonia por nuestra derrota? ¿Qué fue lo que nos hizo poner el cassette que tantos nos gusta que declara solemnemente “porque a la FIFA no le sirve que gane Uruguay” en el más penoso acto de auto-victimización absoluta? Quizás, pero solo quizás una de las posibles razones sea el cómo se dio el partido. No me pregunten por qué, pero de algún modo nuestros jugadores – herederos del gran negro Jefe y su legendario “los de afuera son de palo” – se vedetizaron desde la primera conferencia de prensa. Ver declarar al Cacha era como ver al monstruo plástico desfigurado de apellido griego que acusa a algún otro chango de turno en algún programa de chimentos argentino. ¿Cuándo precisamos nosotros de eso, como para venir a “calentar el ambiente” desde una semana antes? ¿Realmente necesitábamos de eso contra un cuadro como Chile?

El trámite del partido con un Uruguay cuyo hombre más ofensivo estaba entre el área grande propia y el círculo central, no solo reflejaba una actitud defensiva sino extremadamente reacia a generar cualquier tipo de contragolpe, y la inoperancia de nuestros delanteros – más volcados a marcar que a generar peligro en el área rival –  y la dolorosa falta de nuestra estrella rabiosa fueron haciendo que el partido por los cuartos de final fuera un castigo a los ojos de cualquier espectador y especialmente humillante para el yorugua que se atragantaba con su picada y su whisky porque ya no sabía a quién putear. Si bien se notó claramente que a los chilenos les pesaba muchísimo el partido y la responsabilidad en su propia casa – apenas podían mover las gambas – la celeste pareció negar cualquier interés por intentar aprovechar el cagazo del rival para proponer otra cosa que no fuera aguantar el 0 a 0 para llegar a los penales. Creo que todos en el fondo supimos apenas comenzó el partido que si Chile hacía un gol, las esperanzas celestes se verían muy reducidas, no por la falta de capacidad de sus jugadores, mucho menos por las grandes cualidades defensivas del rival – era cuestión de atacarlos para evidenciar su gran debilidad defensiva – sino por la mezquindad con la que nos plantamos en la cancha, como sabiendo que no íbamos a hacerles un gol ni a ganchos. Pudimos haber perdido el partido y nadie estaría caliente ni con la FIFA, ni Ricci ni Salman Rushdie, pero el hecho de que nos expulsaran dos jugadores y el enterarnos del estudio que le realizó el proctólogo Jara a Cavani nos hicieron encontrar las excusas perfectas para ignorar por completo la lamentable y paupérrima propuesta de nuestra selección en esta copa para focalizarnos en culpar al que se nos cruzara por delante como el o los responsables directos de nuestra eliminación.

No perdimos por el juez, perdimos porque somos mezquinos, aunque no sea cosa nueva porque siempre lo hemos sido, solo que ahora no está Suárez ni Forlán en su mejor momento. Señores, a Cavani lo podrían haber echado en el primer tiempo cuando pechó al línea. No hubo ningún gol uruguayo invalidado injustamente, ni un gol en offside de Chile. Especular con que nosotros íbamos a ganar si el partido seguía once contra once es tan absurdo como suponer que le dábamos vuelta el 3 a 0 a Venezuela en nuestro estadio si JR usaba un traje de otro color. Pretender ignorar lo poco que ofreció nuestra selección durante toda la copa para argumentar que perdimos por la expulsión de Cavani no denota otra cosa que una aguda y tonta ceguera empecinada en no ver nuestras propias limitaciones, además de una grave falta de autocrítica. Si le hubiésemos dado tremendo baile a Chile, si hubiésemos tenido cinco pelotas en los palos, no nos hubiesen cobrado un penal, anulado un gol legítimo y expulsado injustamente a Cavani, entonces podríamos increpar al juez, a su madre y a los mineros chilenos. ¿Pero de verdad somos tan cara duras que nos hacemos los boludos con lo poco que hicimos para culpar a los jueces? Todos sabíamos que los arbitrajes iban a ser localistas, como siempre lo han sido. Todos sabíamos que en las chiquitas los iban a favorecer a los chilenos. Todos sabíamos que las cinco patadas de ellos no iban a ser amarillas y una de las nuestras sí. La gran mayoría de los campeonatos funcionan así y hemos sabido salir campeones así. Todos vimos que el arbitraje tendió a favorecer a Chile, pero de ahí a no asumir nuestro mediocre planteo y nuestro pésimo rendimiento y creer que los que merecíamos avanzar éramos nosotros y no los chilenos, ya es irse al carajo y traspasar todo límite del sentido común.

¿Nos quejamos del dedo en el culo? ¿Justo nosotros? ¿Justo los uruguayos? ¿Qué somos ahora, finlandeses o hinchas de nueva Samoa que creen en el fair play de FIFA? ¿Justo nosotros que poseemos en la nómina de los celestes de nuestra historia jugadores como Peña, Darío Rodriguez, o Lugano? Recordemos que a nuestro último capitán lo bancábamos porque ponía cara de loco y le metía la pesada a todo pancho que se le cruzara. ¿Justo nosotros venimos a horrorizarnos como damas inglesas en celo cuyo té de las cinco de la tarde se atrasó y tuvieron que ver la mano de Suárez contra Ghana? Jugamos así tanto a nivel profesional como en el papi fútbol de los fines de semana con amigos. Pregúntenle a Trasante, a Paolo Montero – protagonista de la mejor foto de fútbol de la historia con sus colegas de la selección francesa y el árbitro de aspecto asiático –, a tantos otros. ¿Ahora nos ofendemos por un dedo en el culo? ¡El problema no fue el dedo en el culo señores! El problema fue nuestro jugador de la elite europea. El problema fue que Cavani reaccionó como una trola a la que le levantaron la falda y le dio un cachetazo de maraca a Jara y para colmo el juez lo vio. Para ser un verdadero charrúa, Cavani tendría que haber optado por alguna de las siguientes opciones:
a-    Pegarle tal codazo en la nariz a Jara que este cayera desmayado y no pudiera levantarse mientras en el piso los compañeros lo tendrían que asistir para que no se ahogara con toda la sangre que le estaría saliendo de la nariz y metiéndose por la garganta.
b-   Bancarse el dedo en el culo como un campeón, darse vuelta, tirarle un besito a Jara y decirle que se ve que había aprendido bien de la madre y la mujer, porque él (Cavani) les hacía eso cuando Jara no estaba. Acto seguido comerse él (Cavani) la piña del chileno, que lo echaran al chileno y Uruguay quedara con uno más en campo.
Pero no, nuestro astro optó por tocarle la carita, en un partido donde sabíamos que nos iban a flechar la cancha. La culpa señores no fue de Ricci, fue de Cavani por su falta de inteligencia. Y si me van a decir que su absurda reacción fue por lo de su padre, entonces la culpa es del maestro por no sacarlo cuando vio que ya en el primer tiempo había pechado al línea para protestar por una jugada intrascendente. Dicha jugada le pudo haber costado la expulsión mucho antes del minuto 60.

Lo peor de todo creo yo fue que no pudimos desquitar dos partidos más para que vuelva Luisito, porque eso era lo más importante. Con el cuadro que tenemos y la mezquindad con la que planteamos defender nuestro décimo quinta copa américa, obtuvimos lo que merecimos, haciendo dos goles en cuatro partidos (de jugada de pelota quieta) y prácticamente no pasando la mitad de la cancha. Pero ojo, esto no es nuevo, siempre fuimos así, al menos en los últimos veinte años, que es lo que yo recuerdo. No pretendamos engañarnos como los pibes de ahora que se piensan que lo de Sudáfrica fue lo normal. Nuestro planteo siempre fue en mayor o menor medida el mismo, aunque quizás no tan mezquino en muchos casos, pero básicamente se trató de lo mismo. Solo que ahora sin nuestras estrellas la cosa se complica, solo que ahora ni siquiera estamos queriendo jugar al contra golpe, sino a algo que nadie sabe qué es.
Por otro lado, en realidad Jara y Ricci nos hicieron un favor. Con lo poco que hicimos en esta copa, nos teníamos que volver a casa calientes y defraudados por nuestro rendimiento, pero gracias a Jara que se mandó una uruguayada de esas, y gracias a Ricci que inclinó la cancha para los locales (como nunca pasó en ninguna copa en la historia – cuack!) luego de la derrota nos dedicamos a hablar del arbitraje del brasilero y la mano en el orto del chileno en vez de hablar de lo mal que jugamos. En cierto modo el chileno y el brasilero le hicieron un favor a la selección, pues la indignación de los uruguayos fue tal que lo otro quedó en segundo plano.

Como corolario, como dijo Darwin "Jara con el dedo apretó el botón que activa la xenofobia colectiva en el Uruguay" Será que siempre fuimos tan idiotas y no lo sabíamos, será que Facebook y los medios evidencian y exponen de manera más fidedigna nuestra idiotez. Todos disfrutamos de molestar a los chilenos con que nunca ganaron nada, porque es muy divertido. Todos nos cagamos de risa con lo patético que suenan los chilenos cuando imitan a los mexicanos en su grito de “puto” al sacar el golero desde el arco, o de su “ole” porque hacen cuatro pases seguidos intrascendentes cerca de su área grande, ambas cosas características intrínsecas de cuadro chico y mediocre, así como de su penoso cántico “chi chi chi – le le le” que de seguro está en el top 3 de cánticos más pedorros de fútbol junto a la versión de “Ilarié” de la hinchada de Peñarol y el “sí se puede” de los bolivianos – apenas un peldaño por encima del “soy celeste, soy celeste” –. Incluso las declaraciones de Alexis Sánchez luego de terminado el partido nos hicieron sentir lástima de los chilenos, pues  se trató de lo más triste que me ha tocado escuchar, admitiendo su cagazo, llorando como una ninfa por las patadas y deschavando conversaciones del campo de juego como un pendejo que denuncia a su compañero de clase con la directora; todo eso está bien, pero de ahí a las cosas que he leído por ahí sobre los chilenos como país y pueblo… de ahí a los imbéciles que pintaron los dedos de Punta del Este por el mero hecho de que la hizo un chileno… Estamos mal señores, estamos realmente mal. Esto último fue un desastre, a tal grado que no hace otra cosa que ponernos al nivel de los imbéciles chilenos que apedrearon la embajada de Brasil luego de la farsa del arquero chileno en el partido con el local por las eliminatorias de Italia 90’.  

Chile salió campeón. Si no era ahora no era nunca. Luego de haber perdido finales y nunca haber ganado nada, se sabía que con su actual cuadro, que si bien algunos sostienen “no juega al fútbol sino a la pelota” – que afirmación más necia y carente de criterio – es superior a otras versiones de la roja que hemos visto. Si le sumamos que era el local y además consideramos los desempeños bajísimos como los de Uruguay y Brasil, todo indicaba esta era su oportunidad de oro.
 
La copa América terminó, y por suerte no hay que escuchar más a Moar con tal de ver el partido en HD, y nosotros tendremos que seguir esperando a Suárez, mientras observamos como el recambio celeste cuesta cada vez más y nos mordemos la lengua antes de putear a Tabárez por el respeto ganado en los últimos años, lo cual nos incomoda al recordar lo logrado en Sudáfrica y Argentina, atrapados entre el amor a la celeste y el sufrimiento de su paupérrimo fútbol.


7 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajajajajaa excelente! no los tenia en este formato, pero me gustó mucho. cuentan una triste realidad, pero que sucede.
abrazo muchachos

Anónimo dijo...

mejor dicho imposible. totalmente de acuerdo

Magda dijo...

jajaja me encanto...las damas inglesas tomando el te! juas cada inventiva te sale Ali! muy bueno

Anónimo dijo...

muy bueno gurises. me gustó su enfoque futbolístico/social
saludos Daniel

Anónimo dijo...

brillantes observaciones sobre las posibles reacciones de cavani, los cánticos de la hinchada (ilarie de peñarol la rompiste) y lo de Moar, además de todos los conceptos futbolísticos los cuales comparto plenamente

Anónimo dijo...

buenisimo ali! como siempre

Anónimo dijo...

EXCELENTE! muy buen articulo che sin desperdicio