En todos hay un escritor. Por más escondido que este se encuentre. Algunas veces se manifiesta y quiere ser la voz de muchas voces y la de uno mismo. Ser testigo y narrador de nuestra historia, amigo y enemigo de nuestros miedos y alegrías, tratar a la realidad como una igual, subyugar lo indomable y liberar lo oprimido. Combatir la intolerancia en una guerra sin cuartel a palabra suelta. Desafiar a nuestra propia inteligencia y re-definir las reglas en las cuales se basa nuestra ya tan reestructurada sociedad. Pero lo más importante sea, tal vez, la indescriptible sensación que nos produce, el dibujar con nuestras palabras en la imaginación de otros.

Bienvenidos.

C.A.

domingo, 20 de diciembre de 2015

UN SIGLO DE ARQUITECTURA.

UN SIGLO DE ARQUITECTURA.
Para acceder al artículo previo DEL 6B AL 3D: ASIMETRÍAS DE UNA CARRERA MORIBUNDA hace click Acá

Se celebran 100 años de la Facultad de Arquitectura de la UdelaR. Se celebran 100 años de una historia muy particular, de una facultad muy particular. Bella, infinitamente bella, no solo por su increíble emplazamiento, no solo por la magistral obra de Román Fresnedo Siri y Mario Muccinelli, sino por el encanto de su estanque, de lo que en sus salones se enseña, de lo que en ella se vive.
Destacándose en una de las esquinas más significativas de nuestra ciudad; el edificio es un ineludible hito de la ciudad montevideana. Lejos de ser un típico edificio neoclásico, la Facultad de Arquitectura se impone como un edificio referencial de la capital por su composición arquitectónica, pero también por el perfil de sus habitantes, por sus logros que desbordan la actividad académica formal, como lo es el famoso Viaje de Arquitectura, un milagro cuyo eco repercute en el mundo entero a mano de sus estudiantes.

Esta facultad que hoy cumple su primer siglo de existencia, supo ser parte de la facultad de matemáticas y ramas anexas allá a finales del siglo XIX, hasta que en 1915 la obviedad que marca las diferencias entre una disciplina y otra hicieron que se creara una facultad exclusiva para los interesados en la arquitectura. Desde entonces, grandes maestros se formaron en ella, eternas noches de vigilia fueron marcando un perfil muy característico de la facultad que repercutió no solamente en los estudiantes que en ella se formaban. Recuerdo ir de pibe a jugar por los corredores, a mirar los peces del estanque y alguna que otra vez llevar mis muñequitos para jugar con las maquetas allí exhibidas, pecado cuya gravedad descubrí al pasar noches enteras despierto haciendo maquetas ya de grande. Ya de adolescente solía hacerle compañía a amigos que allí estudiaban, jugando al ping pong o dándoles una mano con esas maquetas con las que jugaba de pendejo.

Cuenta la leyenda que en una época estudiar en la facultad de arquitectura implicaba asistir a las clases de los maestros más grandes de la rama en el país y que para llegar a ser docente no bastaba simplemente con destacarse un poco entre algunos compañeros, en hacer buenas entregas y haber avanzado en la carrera cumpliendo con las exigencias de la institución. Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo ser docente era todo un honor, toda una responsabilidad y todo un logro, y que era tarea de los mejores profesionales de nuestro país. Hoy, a cien años de la creación de aquella facultad prácticamente cualquiera hace que es docente. La experiencia en campo no debe ser demostrada, tampoco la capacidad de enseñar, de poder transmitir los conocimientos adquiridos. Hoy jóvenes inexpertos  con anteproyectos coquetos van enredándose en los escalafones de las relaciones sociales hasta impartir clases que profundizan aún más el alcance meramente teórico que va teniendo la formación del arquitecto actual.

Leía en los comentarios que amablemente dejaron en nuestro blog a algunos que mencionaban que quizás yo me equivoqué de carrera pues los mejores arquitectos no saben controlar un revoque, y que no valoraba el rol del proyecto en la arquitectura. El rol del proyecto es fundamental en la arquitectura, así como el conocimiento de la historia de la misma y los conceptos detrás de cada línea, no creo haber dicho lo contrario. También es cierto que ninguna facultad enseña todo lo que hay que saber y que uno mismo va formándose su propio camino. Todo eso es cierto, lo cual no deja de evidenciar el hecho de que le dediquemos decenas y decenas de horas curriculares con mucho sacrificio a materias absurdas sabiendo que en ellas no se aprenderá nada. El rol del proyecto es fundamental, lo cual lleva al gran problema de la mayoría de nuestros estudiantes, quienes creen ciegamente que al recibirse serán los próximos Koolhaas de la arquitectura contemporánea, pero al abandonar el escritorio y tener que dirigir una obra no saben dónde están parados. Es ahí donde se hace necesario saber controlar si un replanteo está bien hecho, si un revoque está bien realizado, etc. Incluso para aquél que pretenda ser simplemente un arquitecto proyectista y jamás pisar una obra, las grandes carencias de la vida profesional, aquella que se vive más allá del hermoso render hacen que sus proyectos fallen al no contemplar la realidad de la obra.

A los conceptos manejados en el artículo previo (DEL 6B AL 3D: ASIMETRÍAS DE UNA CARRERA MORIBUNDA) se les deben sumar algunos otros que coinciden con el lanzamiento de nuestro centenario como institución. En una emotiva ceremonia, el pasado 27 de Noviembre la facultad pasó a tener un nuevo nombre: Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU). Según pude leer, para nuestro decano “incluir los términos de Arquitectura, Diseño y Urbanismo implica, no una intención de abarcar escalas, enumerar saberes, ni carreras, sino mencionar disciplinas que en su interrelacionamiento y complementación conforman un todo en nuestra casa de estudios”. ¿Sabe usted qué? Yo no creo que sea tan así. Es verdad que este cambio de nombre no responde solamente a un branding publicitario para buscarle un nuevo perfil a la facultad luego de sus primeros cien años de vida. Este cambio de nombre responde también a una realidad mucho más profunda. Desde hace algunos años la facultad de arquitectura comenzó a poblarse de estudiantes de otra carrera, una licenciatura en diseño. Desde entonces los estudiantes de ambas carreras conviven en un mismo espacio físico, aunque en los hechos no se note una integración entre unos y otros. Si bien en una primera impresión podríamos afirmar que el diseño es parte de la arquitectura – y fundamental de hecho – la realidad marca que la Licenciatura en diseño no tiene absolutamente nada que ver con nuestra carrera. Lejos del diseño de espacios interiores y exteriores o cualquier otra índole de elemento relacionado con la arquitectura, los productos de esta nueva licenciatura se exhiben en maniquíes o en su caso más cercano alguna especie de mueble artístico. En los hechos, ambas carreras divergen mucho y el hecho de que ambas pasen a formar parte de la misma institución aunque cada uno haga su carrera separada es exactamente acumular y enumerar saberes no relacionados, es como volver a fusionar la facultad de arquitectura con la de matemáticas, aunque lo que sucede actualmente es aún más absurdo que lo que pasaba antes. Prácticamente podría haber tenido el mismo efecto si la Licenciatura de diseño pasaba a la facultad de Ingeniería, medicina o química, o si el curso de grastronomía de la UTU se fusionara con la facultad de humanidades. Todo indicaría que el cambio de nombre y el hecho de que la licenciatura de diseño ocupe el mismo lugar físico que el de arquitectura – que lo que logra es que no tengamos salones suficientes y andemos mendigando en el Faro y otros lugares por un salón – responde más bien a un interés secundario que puede estar vinculado a más recursos económicos, más que el “interrelacionamiento y complementación” entre las disciplinas que están lejos de complementarse e interrelacionarse. No entendí pues algunos videos que andan circulando en la vuelta donde se celebra el cambio de nombre, pues no encuentro en ello – ni en lo que conlleva – beneficio alguno para la ex Facultad de Arquitectura.


Y a pesar de todo, la facultad cumplió sus cien años, y seguirá existiendo durante muchos años más. Su estanque seguirá siendo el alma de sus estudiantes y los profesionales que han salido de la institución. Su hermosa fisionomía seguirá acompañando las noches de vigilia, recordará el eco de la pelota de ping pong de noches de entrega, y el viento que levanta los cabellos cortados de algún nuevo arquitecto buscarán colarse por los corredores y pasear por los salones abarrotados de gente de ambas carreras. Lo que me apena es no haber podido recibirme antes, pues seguramente en mi título figure la Facultad de arquitectura, diseño y urbanismo, sin que yo haya jamás confeccionado una bufanda para un maniquí.

Ali.

Puntas de Maciel…Revisited Diciembre 2015.


Puntas de Maciel, en algún lugar del departamento de Florida.

¿Cómo encarar esta historia? ¿De quién es? ¿Demasiado enorme, grande, vasta…nuestra, de todos?

Si…en agosto empezaba así a escribir este relato sobre las esclavas de la tierra, junto a la gente que comenzó esta movida de concientización.  

Desde mi primera vez en la casa de María, al día de ayer , pase por 3 continentes 7 ciudades y viví realidades tan distintas como las geografías por donde estuve.
¿A qué apunto con esto? Tenía la impresión de haber hecho muchas cosas, de haber logrado, en los 90 y algo de días desde mi última visita a Puntas de Maciel, algo…vida, experiencias, logros…que se yo…no creo tener necesidad de explicarlo, todos pasamos por eso, sobre todo si nos movemos de un lugar a otro.
En realidad, mi comodidad, mi abordaje en todo esto, en mi recorrido por estos lugares, mi sacrificio, fue solo tiempo, mi lucha fue la de preocuparme de no dormirme entre las escalas, de trabajar lo suficientemente profesional durante las 9 o 10 horas que así mi contrato lo estipulaba, en controlar la cantidad de sustancias a cosumir, con las cuales contrarrestar el pseudo-stress que mis obligaciones imprimían a mi débil cerebro corporativo. Pero aun así, tenía la impresión de haber logrado esa falsa sensación de autorrealización…hasta que llegue ayer a Maciel, alrededor de las 11 am, con la Chai Nis como compañera de ruta…Chai, es la persona que hace de Nexo y organizadora de toda esta movida, estudiante y laburante, con una cabeza de milenial que se reconoce desde el momento q te dice: ¿Cómo va?  Hasta que se interna en contarte su lucha sobre la igualdad de género y marketing de la nomenclatura que los machos que aun pululan por esa pradera de la ignorancia les causa un terror atroz…”feminismo”…que palabrota.
Es mi ejercicio habitual preguntarme porque y como, al principio de cada historia que decido meterme, ese vértigo y comodidad que me sopla en la oreja diciéndome… ¿porque? ¿Para qué? Si sabemos que todo está perdido…y, me he dado cuenta que lucho con el maldito enano que me susurra colgado de mi oreja izquierda…por eso, para demostrarle que somos de esos condenados que aun luchan en el patio del patíbulo.

Llegamos, y todo eso que había sido plan e ideas en ese contenedor de acero, aquella gélida mañana de agosto…era realidad, estaba ahí…las carpas del ejército, los niños paseando en las tanquetas, las banderas de los sindicatos de las diferentes trabajadoras rurales colgadas de los costados de las tiendas de campaña. Los milicos cuidando el asado y marcando presencia, ayudando a las trabajadoras en situación de abuso…a esas laburantes que a fuerza de…fuerza y voluntad, sacan todo y dan más a cambio.
Me fui a caminar, para no andar lloriqueando en público, pero las emociones corren rápido y al menos yo, no las se controlar.
Me fui al predio donde todo había comenzado, donde estaba estacionado el contendor-centro cultural. Estaba ahí, en la misma posición, pero con aberturas de aluminio, puertas ventanas…en ese momento, me afloje y me senté en la gramilla, y no me sentí tan solo, como a veces nos quieren hacer sentir…
Y me recordaron lo que es sacrificio, lo que es lucha y logros, lo que es salir de lugares en desventaja y pelear juntos. En 90 y algo de días, yo solo había recorrido lugares, mientras las esclavas de la tierra, movían continentes, ideas y conceptos pre-establecidos, tal vez el más arraigado y fuerte, el de “no se puede, no se debe.”
No hay más nada que decir…las imágenes y los videos, explican lo que las palabras pueden pero no les alcanza.

Salud y gracias, vayamos por más.
BK



*Macarena, la hija menor de María, es hoy abanderada del pabellón nacional, en la escuela rural Justina Santin…lograr este reconocimiento, también fue lucha. Darle la bandera a la hija de una sindicalista, no fue bien visto por algunas de las autoridades de la institución. 

Felicitaciones Macarena, por la lucha y por el reconocimiento, la bandera…es solo un trapo.







                                                                                             

Vids:

    


 Pics.










                                                       

lunes, 28 de septiembre de 2015

DEL 6B AL 3D: ASIMETRÍAS DE UNA CARRERA MORIBUNDA.

Cuando me quise dar cuenta estábamos haciendo un guiso sonoro. No solo habíamos mendigado puerta por puerta a los vecinos para juntar papas, boñatos o lo que pudiera terminar dentro de una olla, sino que ahora teníamos a un pelotudo – porque no se lo puede llamar docente – revolviendo la olla y poniendo un micrófono en ella para que los vecinos pudieran oír el sonido del guiso por un mini parlante, y así ser partícipes de nuestra “intervención urbana”.

Las épocas cambian, y los factores que afectan los distintos procesos van moldeando diversas realidades de estos procesos, pero las cosas que están mal se mantienen a pesar de todo.
Cuando allá por el 2004 uno empezaba su odisea en la facultad de arquitectura de la Udelar, confiaba en la facultad, en que lo aprendido en ella sería útil para la formación profesional, y que a diferencia del liceo – donde uno tenía todo tipo de materias generales –  la facultad lo formaría a uno en lo que la carrera requería. Punto de vista iluso quizás, pero uno no tenía experiencia en esto de las universidades, ¿vio? Pero además estaba ese pavor por los presuntos catorce años que uno pasaría en la academia antes de graduarse como arquitecto. Ese era entonces el promedio de años que le llevaba a la gente recibirse de arquitecto.

La realidad en ese entonces decía que éramos una facultad con un crisol de estudiantes de diversas clases sociales y económicas. Había gente de poder adquisitivo muy bajo, otros del otro extremo y muchos otros de un poder adquisitivo medio. Había hippies, chetos, hippie-chetos, metaleros, ejecutivos de traje, rebeldes, rastas, ex estudiantes de a Iec, faloperos y todo tipo de estudiantes que uno se pudiera cruzar. La realidad también marcaba que la mayoría teníamos que laburar para poder estudiar, pues recién veníamos de una de las crisis más jodidas de las últimas décadas y la cosa estaba brava. Tan brava que los cupos de las materias era un fiel reflejo de la situación, pues más de una vez quedó uno libre en todas las materias, sin poder cursar absolutamente nada por un semestre entero. Esto último, sumado al ingrediente clave que era laburar ocho o nueve horas al día, contribuía a la fama bien ganada de carrera eterna que tiene arquitectura.

Por aquellos años la gente fumaba en clase y a aquellos que no fumábamos nos daban ganas de reventarle la cabeza contra la pared a todos esos hijos de puta que se cagaban en los derechos de los que no teníamos ganas de respirar humo, encerrados en un salón con cincuenta compañeros y docentes, con todas las ventanas cerradas en pleno invierno. Más de una vez me tuve que ir de clase por no soportar el ataque constante del fumador que se caga en tus derechos. Pero eso cambió, pues cuando llegó el jopo al poder mandó el decreto y se terminó la pavada… bue, en parte, pero al menos ya no se fumó más en clase.

Más allá de estos pequeños detalles y muchos otros que escapan al alcance de esta insignificante reflexión, con el pasar de los años quien escribe fue cayendo en la cuenta de otras “no tan pequeñas” cosas que suceden en nuestra institución académica. Ya más maduro, y por qué no también más duro por el desgaste provocado por los años consecutivos de laburo y estudio, las incoherencias internas de la facultad rompían cada vez más mis ojos. Digamos que fui de los últimos de facultad en hacer una entrega final de taller a mano, pero incluso yo era consciente de los drásticos cambios que habían ocurrido en los sistemas de representación gráfica en la arquitectura en menos de diez años. Mientras los que dibujamos a mano nos convertíamos en una especie en extinción, nuestro flamante plan de estudios le dedicaba cuatro semestres enteros, a una materia llamada “medios y técnicas de expresión”, en criollo: dibujo, dibujo a mano. Sin embargo no había entonces – ni ahora – un solo minuto del programa curricular dedicado al diseño digital, dicho sea Autocad y sus complementos. Para ello, todo estudiante debía y debe invertir miles de pesos en un curso en alguna institución privada. En estos tiempos, esto es el equivalente a que en la facultad de ingeniería dieran cursos sobre cómo usar un ábaco de madera – de esos que teníamos en la escuela –, pero para aprender matemática los estudiantes tuvieran que pagarse sus cursos privados. Agreguémosle a esto que el módulo cuatro de Medios y técnicas de expresión terminó siendo una gran farsa, sin programa donde los futuros arquitectos del país teníamos que incursionar en métodos de expresión alternativos sobre una temática libre. Nosotros terminamos haciendo un video con una entrevista cuyo nombre fue “del 6B al 3D”. A eso le dedicaba su tiempo quien escribe, mientras no podía quedar reglamentado en otras materias como Construcción y luego de laburar durante todo el día tenía que bancarse semejante pérdida de tiempo en vez de estar aprendiendo como levantar un muro de ticholos.

Muchas maquetas se entregaron, noches y días de frustración fueron forjando una costra de defensa contra la adversidad, y entre fotocopias en blanco y negro y presentaciones de powerpoint nos fuimos haciendo arquitectos. La época de bonanza en el país tuvo sus consecuencias en la facultad, una facultad donde pasó a ser impensable estudiar sin una laptop propia y sin haber hecho todos los cursos de diseño de la vuelta. De repente en muchos talleres si no eras un genio del render se te miraba con cara rara. Como decreto invisible aquellos de menor poder adquisitivo fueron desapareciendo de las aulas y el estanque se pobló de nuevas generaciones pudientes. Con el viento de la economía creciente, le fue posible a la gente nueva estudiar y no trabajar, en definitiva ser un estudiante con todas sus letras, vivir con la ayuda de papá y mamá y dedicarse a estudiar. Las cátedras empezaron a tener más dinero, ¡pasamos a tener WC en vez de taza turca y hasta había papel higiénico en los baños! Una cosa de locos… De repente los pibes pudieron no solamente quedar reglamentados en alguna materia, ¡sino que empezaron a cursar dos, tres, cuatro o incluso hasta cinco materias juntas! Lo que antes te podía trancar por años se empezó a salvar en cuestión de meses, lo cual era excelente. Sin dudas el contexto nacional aportó en ese sentido a acelerar sensiblemente la velocidad con la que los nuevos estudiantes avanzaron en sus estudios y aprendieron a hacer grandes maquetas y hermosos renders, donde rincones oscuros en la vida real se llenaron de luz por arte de magia, y el pasto creció por doquier mientras en frente a todo edificio o parque hubo un ciclista disfrutando de la lluvia. Pero más allá de los detalles y de este progreso en la mecánica de facultad, lo más destacable fue que aquellos que tenían ganas de aprovechar la oportunidad tuvieron la chance de hacerlo y avanzar en la carrera como nunca antes. De repente aquellos que empezamos allá por el 2004 o incluso antes empezamos a tener compañeros de clase del 2009. De golpe me encontré haciendo las materias “opcionales” junto a pibes que no sabían quién era Super Mario o Baraka, y que ni en pedo supieron lo que era dibujar a mano. Evidentemente yo me había quedado, y ellos habían avanzado muy rápido. Lo increíble era que estuviéramos ambos compartiendo una materia que no nos aportaría absolutamente nada para nuestra profesión. Cuando quise darme cuenta estábamos haciendo un guiso sonoro en una materia opcional. Opcional, pero cuyos créditos me hacían falta para poder llamarme a mí mismo arquitecto, para poder llamarnos arquitectos, tanto mis compañeros púber como yo con mis treinta pirulos y mi panza cervecera. Pero volvamos al guiso sonoro. No solo estaba durmiendo tres horas por día, cursando otras materias más, laburando y tratando de cumplir con el mundo, sino que además tenía que concurrir a una materia en la ex cárcel de Miguelete donde lo más productivo que se hizo en seis meses fue colgar unos trapos de muro a muro – objetivo literal del curso disfrazado con el título de “intervención urbana” –, para que se terminaran destrozando al otro día, traer un docente de Chile y terminar el ciclo de venta magnánima de humo con una publicación en el diario del taller para figurar como los intelectuales transgresores del siglo XXI. Fue ahí donde me percaté de la diferencia. Mientras los púber se sumaban a la movida y se divertían como en un recreo – no laburaban, venían sacando los render de taquito y a cuatro años de haber entrado a facultad ya estaban haciendo las opcionales – yo me quería cortar las venas porque tenía que acudir a la “clase” para no solo no aprender absolutamente nada, sino para resignar horas que debería haber dedicado a otras materias y todavía yéndome caliente por llegar tarde al laburo. En ese marco, los docentes tuvieron la brillante idea del guiso sonoro.

Varias veces floreció el jacarandá, y las carpas del estanque vieron pasar las estaciones y las generaciones. El territorio de las carpas siguió siendo testigo del chapuzón final de carrera de muchos nuevos arquitectos y fantásticos creadores de guisos sonoros. Muchos cambios tuvieron lugar, de los cuales algunos se mencionaron aquí. Lo que no cambió en estos once años fue el enfoque de nuestra formación. Mientras en los talleres tuvimos rienda suelta a nuestra imaginación y aprendimos a proyectar, mientras nos sumergimos en la historia de nuestra profesión y cavamos hondo en los misterios conceptuales de los espejos de agua, podemos decir orgullosos que asistimos a cerca de diez cursos obligatorios donde aprendimos de todo, menos de arquitectura. Diez cursos que divididos en semestres significan al menos dos años de carrera. Mientras tanto, nos perdimos de ir a obra, de pasar de los powerpoint a la chocla, de un dibujo borroso de un encofrado al olor de la tabla de pino. Materias como “hormigón” – ¿para cualquier simple mortal que no sepa nada de arquitectura suena algo importante, no? – fueron suprimidas de nuestra formación para pasar a tener seis opcionales, dentro de las cuales figuran “arquitectura y comic” o el “Leac” donde se hacen guisos sonoros. Nos pasamos cuatro semestres aprendiendo a dibujar sombras con lápiz pero tenemos que pagar miles de pesos para aprender a dibujar lo que le vamos a vender a nuestros clientes, a crear lo que nos exige el mercado y la factulad. Nos pasamos años en nuestros salones hablando de teoría pero la primera vez que pisamos una obra es a seis meses de recibirnos. Salimos capaces de hacer exquisitos render – y no porque nos lo hayan enseñado en facultad, sino porque nos lo exigieron en la facultad –, pero no tenemos idea de cómo controlar una impermeabilización de una cimentación y nos pensamos que los hierros de una viga van a estar iguales al dibujito 2D que hicimos. Llega un punto en el que nuestra carrera parece más un elemento más de la burocracia estatal de la cual todos los ciudadanos somos presas que una carrera profesional.

Aquellos que la sufrimos laburando y tratando de ser constantes, que nos fumamos materias como economía o matemática con tres horas de sueño vemos en estos cursos una falta de respeto, y en la planificación de la carrera una carencia enorme de sentido común y compromiso. Somos conscientes de que a menos que podamos trabajar de esclavos en un estudio arquitectónico durante nuestra época de estudiante – única manera de aprender realmente –, saldremos con un título bajo el brazo, pero con carencias enormes que van más allá de las dudas normales que puede tener un recién egresado. En nuestra formación nos es obligatorio cursar las famosas opcionales, pero nos quedamos con la ñata contra el vidrio cuando se acaban los míseros cupos de Construcción 1, 2, 3 y 4. Salvamos exámenes teóricos, pero no pisamos una obra ni por decreto. ¿No sería acaso más lógico retirar todas las materias incoherentes con nuestra formación y nuestras necesidades, para sustituirlas por más cupos en aquellas que realmente nos hacen falta? ¿No podríamos tener cursos presenciales en obra para apoyar los conocimientos impartidos en clase mediante presentaciones en 2D sobre una pared? ¿No podríamos acaso ser mano de obra en las cooperativas de vivienda para no solo ayudar, sino también aprender?


Mientras se nos viene un plan nuevo – no a aquellos como yo, sino a los que aún no han emprendido este camino –, yo me pregunto si no sería más inteligente aplicar la idea de un amigo quien reflexionaba sobre otra carrera que no es la mía, a quien cito a continuación: “Alguna vez dije como chiste que un buen negocio hubiera sido: no pagar cuatro años de universidad y haberle pagado yo a mi empleador durante un año en vez de cobrar sueldo. Entonces yo me ahorraba cuatro años de cuota, el empleador recibía un sueldo en vez de pagarme y yo estaba realmente listo en un año, en vez de en cinco.
Este nuevo plan según se comenta reduce aún más las horas de las materias relativas a la obra y la construcción. Si seguimos así en breve vamos a tener arquitectos que serán expertos en preparar cheese cake de maracuyá, pero no tendrán una puta idea de cómo controlar un revoque. Y aun así, aquellos que amamos la arquitectura y que nos negamos a permitir que algún decano de turno o la ineficiencia del centro de estudiantes decida nuestros destinos, la seguimos luchando, intentando hacer lo imposible hasta ese día donde esperaremos que llegue la noche, para que mientras las carpas descansan, nosotros podamos pedirles prestado el estanque para darnos un chapuzón.



martes, 1 de septiembre de 2015

Montevideo Étnico A 160 Kilómetros de Profundidad...Puntas de Maciel, Florida

25 de agosto de 2015

Puntas de Maciel, en algún lugar del departamento de Florida.



¿Como encarar esta historia? ¿De quién es? ¿Demasiado enorme, grande, vasta…nuestra, de todos?



Lo primero a dilucidar, es algo recurrente en mi persona y, que se repite cada vez que escribo sobre algo, durante los últimos 15 años.  Saber que hago y porque estoy aquí…en un feriado nacional, en medio de mis vacaciones…
En este caso, tendría que aplicar una retrospectiva violenta, empieza hace mucho y hace poco.              
En el año 1992 conozco, al ahora periodista y comunicador Álvaro Carballo, que gentilmente me alberga en su hogar de la Costa de Oro, ubicado atrás del entonces famoso y celebre antro de perdición y cuna de actividades inicuas de variada índole, “Zorba de Solymar.”

Con nuestra adolescencia y furia contra el sistema, nos intoxicábamos vehementemente y atraíamos, por la estética de nuestras personalidades y situación libertaria, conocidos y aun por conocer. 
En esa época de la historia de la humanidad, era bastante difícil encontrar a dos jóvenes entre los 16 y 18, viviendo solos en total control de su descontrol, cabe agregar que lo hacíamos bastante bien.

Esto nos lleva directamente a la razón de mi actual situación. (2015)
¿Muy rápido? Si, otra de las recurrencias personales…

Álvaro, después de una chorrera de años, y vida, donde casi perdimos contacto el uno con el otro, me introduce, en nuestro rencuentro, en el mismísimo chalet donde transcurrieran nuestras aventuras al principio de los noventa. Al concepto de un periodismo investigativo con principios humanistas y sin un fin lucrativo. Algo perfecto, para aquellos que de alguna manera nos interesamos por algo más que la leña de nuestra propia estufa.
Sin malinterpretaciones, acá no estoy construyendo ningún pedestal auto elevador, tan solo estoy diciendo que existe mucha gente con el interés puesto en cosas comunes. Alguien me dijo una vez: “Somos una especie de pitufos, moviendo piedras enormes, entre todos”
Entonces, en un breve movimiento de 22 años y 330 palabras, resumí, o intente hacerlo, el porqué de todo esto.
Levantarme a las 6 am, ir a buscar al resto del equipo y tomar la ruta 5, derecho y sin paradas, hasta la entrada de pueblo.
Apenas a 160 Km de un Montevideo ubicado a años luz de distancia. Con sus proyectos de ley e inclusiones financieras, matrimonios igualitarios y preocupaciones por el interior profundo…


160 km de profundidad.

Puntas de Maciel es uno de los tantos pueblos formados al costado de la vía férrea que une Montevideo con el departamento de Rivera.  Un conglomerado de viviendas que alberga unas 150 personas. Con una escuela, un boliche, dos iglesias. (Católica y Pentecostés) y la vieja estación de AFE.  Estructura que no funciona actualmente como tal y alberga a la familia de Maria.



Maria, su esposo Ebelio, un hijo (Ebelio… o Ebelito como le dice su madre) y una hija (Macarena), viven ahí hace 6 años.  Desempeñándose como trabajadores rurales en los tambos cercanos de la cuenca lechera de Florida.

Llegamos a las 8, la neblina baja, espesa, congelaba todo y a nosotros también. En cuanto bajo del vehículo reconozco el olor a humo, eso me causa alegria. 
Desde la chimenea, en el techo de la estación, se eleva, denso, perdiéndose entre la congelada bruma, alguien, había mantenido el fuego prendido toda la noche o, se levantó muy temprano, para aclimatar la cosa.
Los perros son los primeros que nos reciben, sacudiendo sus colas y oliendo esas manos extrañas.  El cartel de la estación informa en su pasividad que estamos a xx sobre el cerro de Montevideo y a tantos Kilómetros de la estación central. Cruzando la vía, la escuela Rural se planta con sus paredes encaladas, silenciosa, en este día de independencia nacional. 
Saludos, bienvenidas, mates. Así a uno lo reciben, el calor de la estufa y rostros que están acostumbrados a empezar el día mucho antes que el sol.
La jefa de familia, nos cuenta y nos pone al tanto de los pormenores.
La dirección de la escuela le pide que apruebe unos documentos para que la misma se considere escuela rural. El cambio de horario es una de las cosas que más se destaca. De 10 am a 3 pm.
El papel para firmar va y viene…vuelve al sobre del que salió.
Me pasa un mate y me aclara que es de puro yuyo. “Mira que te va a parecer raro de gusto” Me dice mientras me lo tomo sin titubear.
Tiene más noticias, buenas…muy buenas.
“El sindicato, compro un terrenito y ahora, pudimos comprar un contenedor para usarlo de salón comunal…para todos. Para dar clases, talleres, fiestas de cumpleaños. Actividades sociales…para todos“
Hoy es un plan, un proyecto, pero, la estructura de metal, ya está ahí, recia, esperando su transformación estética, de contenedor a aula, recinto, sueño.


El proyecto, en parte, es poder contar con talleres de la UTU para las mujeres y los jóvenes del pueblo. La curricula ya esta armada, tiene todo pronto pero, falta un salón, un lugar donde  los profesores puedan compartir conocimiento.
El único lugar disponible les cobra 3500 pesos uruguayos por actividad...

Maria es sindicalista.


Nos invita a ir al predio. Salimos todos y tomamos la principal, a pie. Los perros nos siguen, los terneros atados a postes clavados en el jardín nos observan. 




Saco mi cámara del estuche y es ahí que me doy cuenta que la muy perra, decide no funcionar…”Err 99”…me muestra la pantalla… ¡y la puta que lo pario! Saca fotos esporádicamente, en un lugar en el que pensaba tirar al menos 100 tomas.

Llegamos al terreno y nos explica los porque y los como…
“Fíjate que al contenedor se lo descuentan de a poco a mi marido del sueldo, mete 2 horas extras al día y así lo va pagando…si nosotros vivimos con 12, las extras van pal’ centro cultural.”

Es bueno, sentirla, llamarlo así…

Los planes van y vienen, se hacen llamadas, se organizan talleres, se dejan mensajes en teléfonos. Se organizan actividades para recaudar fondos, mientras deambulamos adentro del prisma metálico.
Medios tanques, ayuda externa, unas rifas que ya están vendiendo. Lugares donde poner las aberturas, electricidad, cocina, baños,  pintura, colores, bancos, aleros…muchos recursos.


La vida no es fácil, a 160 Km de la capital, parece no serlo, las cosas toman un tinte raro. Parecen salidas de otras épocas.
Mientras volvemos a la casa, Maria, se convierte en una suerte de guía turística y, en pocas palabras, me señala las principales construcciones.



“Ahí, en la época de oro era la carnicería, ahora esta vacía…Cuando no había agua esta era la zona de los aljibes…El boliche es aquel…y ahí está la iglesia…la católica. Pero con suerte el cura viene cada muerte de un obispo o, a vender ropa usada”
-¿Y la otra? Le pregunto…
“La otra está a dos cuadras de acá, la de la pastora…la evangélica…”


En el tambo bajo el trabajo. Maria, esta en el seguro de Paro.



Nos cuenta que hace unos meses el gremio consiguió un nebulizador y lo donaron a la policlínica para que estuviera a disposición de aquellos que lo precisaran. El aparato había desaparecido y lo último que supieron es que la auxiliar del centro de asistencia lo alquilaba por 200 pesos el día.






Durante las recientes inundaciones una cifra importante de trabajadores fueron víctimas de las crecidas. Los desplazados terminaron en los campamentos montados para ese fin por el ejército.
Al enfrentar una inundación uno no solo pierde su casa por el castigo del agua. Los saqueadores aprovechan y se llevan todo aquello que el líquido aun no reclamo. Es decir, cuando al fin uno puede volver a su hogar, se encuentra con que debe comenzar de cero…o menos diez.
A esto le debemos sumar que los días no trabajados no generan ganancias…otra perdida.
Maria, mediante negociaciones con la patronal, logro que no se les descontaran esos días a las víctimas de las crecidas. Con una sensatez basada exclusivamente en el sentido común, logro remediar al menos, la pérdida de jornales para aquellos que el rio había dejado en condiciones  más que complicadas.


Maria, es la presidenta del Sindicato Único de Trabajadores del Tambo y Afines.


Al regresar a la casa comimos unos trozos de queso y chorizo picante al pan. El preludio para una cazuela de mondongo como pocas he comido. Nos sentamos en su mesa, con los suyos, algunos comieron parados, otros con el plato en la falda, compartimos risas, anécdotas, historias tristes y divertidas, con un calor único y que es tan difícil de encontrar, desestructurado, todo contenía ese ingrediente que cada vez se usa menos...


Cuanto más escuchaba a Maria, me daba cuenta que todo lo malo que pasaba en el pueblo, en su familia y en su vida, por razones muy extrañas, eran adjudicadas a su persona.





A las estructuras y a nuestras veneradas instituciones, no les agrada ser desafiadas. Maria es un miembro activo de su comunidad y, a humanismo puro, trata de que su pequeño universo sea más  justo, un poquito más igualitario…y es consciente de lo difícil y ardua que es esa labor. A escasos 160 Km de la capital esto es más difícil aun…



Pero a Maria no le importa. En la iglesia, ya le advirtieron que todos sus problemas, se deben a que tiene demonios en el cuerpo.

BK. 



sábado, 25 de julio de 2015

Voto obligatorio...

Viernes 8 de mayo 2015
En algún lugar de la Costa de oro.
Residencia del Sensei chota loca.

-Un sorongo voy a introducir en el sobre, un suculento y pastoso so-re-te.
-Sos una mierda, un irresponsable, con cero compromisos cívicos. Lo que vas a meter en el sobre es un reflejo de tu persona. Un pedazo de mierda.
Esta conversación venia catalizándose hacia unas 5 horas. En su comienzo…Cuando las botellas estaban llenas, las flores sin quemar y el coco sin rayar, la animosidad reinaba. No había lugar para las agresiones. El intercambio de ideas era rico en sugerencias y puntos de vista. Coexistían en una pradera fraterna el pseudo anarco y el republicano vehemente.
A escasas horas de las votaciones departamentales. En el domicilio del Sensei, la tertulia se había puesto dinamita en el ano.
Lo más curioso era que el porteño anarquista, era el único que no votaba, ni le exigían por ende el certificado de sufragio para cobrar su sueldo.
El tipo defendía que el voto no es una obligación, sino un derecho y, que uno tenía la capacidad de protesta, no por votar, pero si por pagar tus impuestos y otras cosas que en ese momento no pudo enumerar, más allá de un pobre adjetivo descriptivo.
-La verdad es que si, suena un poco totalitario obligar a los individuos a sufragar, incluso aunque estos así no lo deseen.
Acoto alguien que en ese momento estaba tan mal, que no se dio cuenta de lo pobremente armada que estuvo su frase.
Estemos o no de acuerdo con que el voto sea un derecho o una obligación o, ambas cosas. Sigue siendo bastante discutible si la obligación coercitiva por la cual se nos impone votar a los orientales, no es un tanto repugnante. Si, repugnante, cuando uno aprende a leer entre líneas y se deja de joder con las palabras: “Libertad, electorado, garantías” y todas esas sartas de disparates mal nacidos con que las estructuras maquillan el archiconocido. “Hago lo que se me canta el culo con ustedes pero, les vendo el paquete de la democracia y la puta que lo pario así obedecen e incluso algunos se rasgan las vestiduras en su defensa.”
A pesar de que esto no era más que una reunión de viejos farautes con un índice bastante alto de educación e ideas. La constitución y la página de la corte lectoral estaban abiertas hacía rato, para validar puntos y cimentar ideas.

El porteño, que desplegaba todo su nihilismo subversivo en la calma que da estar lejos de tu país, es un músico autodidacta en sus ratos libres y abogado penalista durante el resto de su día.
El sensei en cambio…es eso, un sensei. Acupunturista y medico alternativo, buscador de canales energéticos y divagante estrafalario, aparte de republicano absolutista a partir de esta reunión. Faceta totalmente desconocida hasta el momento.
A pesar del obvio cruce estético que pasa tan desapercibido como un enano travesti y albino, en un campamento de las juventudes cristianas, doy fe, de que el abogado penalista es uno de esos anarcos que hacen concesiones y, El sensei, es un espíritu libre que cae de rodillas en una suerte de expiación arrepentida, ante las estructuras estatales.
Esto iba en serio…. Y créanme que no hay fuerza en este universo que se pueda comparar con la energía generada por tres o cuatro sub normales con grandes deseos de confrontar sus diversas formas de pensar acerca de un concepto tan abstracto y ambiguo como la responsabilidad cívica y social ante el sufragio.

La democracia paga
En todas las elecciones, la Corte Electoral aporta una interesante suma de dinero para contribuir a la financiación de las campañas políticas. Cuando falta poco para llegar a cifras definitivas sobre los comicios del domingo, ya puede saberse cuánto dinero corresponde a cada fuerza política.
   
La legislación vigente prevé una contribución del Estado para los gastos de la elección nacional, equivalente en pesos uruguayos al valor de 87 Unidades indexadas por cada voto válido emitido a favor de las candidaturas a la Presidencia de la República y, para el caso de la segunda elección, fue una suma equivalente a 10 UI.
Tal importe significaría que cada voto válido del domingo de elecciones nacionales, valió unos 174 pesos, mientras que los emitidos en noviembre sólo pagaron 20, según informará Canal 12.
Digo informará, porque lo supe antes que ellos…

El Frente Amplio recibirá 9.230.000 dólares por los comicios nacionales recientemente realizados. El Partido Nacional guardará en sus arcas unos 5.550.000, y el Partido Colorado se hará con una cifra cercana a 3.240.000.

Cifras más modestas irán a manos del Partido Independiente y Asamblea Popular, los partidos políticos menos votados en la ocasión. Los liderados por Pablo Mieres obtendrán 474.000 dólares, mientras que la agrupación comandada por Raúl Rodríguez obtendrá 128.000 dólares.

En rigor buena parte de estas sumas ya obra en poder de los partidos políticos, dado que la Corte Electoral elabora un estimativo meses antes de la jornada cívica. El dinero es depositado en cuentas del BROU, operada por la tesorería de cada agrupación política.
***
-¡De donde sacaste eso y la puta que lo pariooooo. Reclamo el sensei. -¡Un divague!
-Esta acá Martin, en la página de la corte. (Cuando se envalentona lo llamo por su nombre así lo despojo de sus atributos divinos y sabe que va en serio)
-¿Y ustedes se enorgullecen de su sistema electoral? Son unos garcas…
El porteño no se cansaba de seguir separando a las provincias unidas.
Yo me hice el gil y con el pretexto de cambiar de música me adueñe de la compu.
La historia nos remonta a los albores de nuestra patria, pleno año 1971…Si, se establece en nuestra constitución original, pero como siempre tuvimos problemas para implementar…lo que sea; es recién en esos comicios que se comienza a exigir el sello de votación…Justo entonces llega la dictadura, entonces no se vota, ya no es obligatorio, pasa a ser prohibido.
Hacemos un fast forward hasta el año 1989 en donde las fuerzas políticas se dieron cuenta de que en realidad no había nada reglamentado y se estaban perdiendo una torta de guita increíble…pausa.
No es que no intuyera esto, para nada, muy lejos de ser otro papa Noel en una vida plagada de desencantos. ¿Pero así? de frente y mano, sin más vericuetos…
El ciudadano tiene 30 días para justificar su falta de deber cívico y si no deberá abonar una unidad reajustable por la primera elección perdida y tres por cada una de las siguientes que pierda mientras en su vida este habilitado para hacerlo.  Estos valores se duplican en caso de ser un funcionario público…

Me deje tragar por el mullido sillón en el que me encontraba, asqueado. Repito, esto lo sabía, pero el choque es violento…
-Mañana voto en blanco…esto es una mierda, hay que matarlos a todos. Dije
-No seas ignorante.
 Me dijo amigablemente mi hermano de la vecina orilla.
-¿Vos también? Es tu o-b-l-g-a-c-i-o-n ¡Loco! ¡Por Favor! Se van todos a la mierda.
Dijo el chota loca.
-¡No, escucha, escucha esto!
Volvió a interrumpir el argentino con un aire de inspiración notable, mirando el monitor de la PC, mientras en una suerte de reflexión decía…
-Acá lo que te exigen es votar, así parte de tu voto financia al sistema de partidos políticos…pero solo pagan los votos emitidos validos… ¿no?
-Bien, votar vas a tener que votar, si no te secuestran el sueldo, te matan a tus hijos y todas esas cosas pero, a vos lo que te jode, no es solo que te obliguen a hacerlo, si no que a su vez le estés dando de comer a estos zánganos.
Lo escuchábamos, pero era muy tarde para seguirle la cabeza… Es más, creo que tampoco él se la seguía.
-Lo que tenes que hacer para modestamente cagarles la fiesta es anular el voto. Acá lo dice claramente. Solo se les paga por votos válidos emitidos. “Validos” Recalco
Un rayo de esperanza cruzo por el ambiente…y una rotunda puteada del sensei también.
¡Pero claaaro! Este porteño medio autista, había acabado con lo que pensé iba a ser EL dilema por toda mi vida electoral.
¡Anular el voto! Y que mueran en su sal.
-¡Se van, se van a la concha de la madre los dos!
Martin había perdido la razón, pero no era nada fuera de lo común…recogimos nuestros abrigos y nos fuimos, cada uno por su lado. El legalista le grito al dueño de casa.
¡Encontra tu Zen Forroo!

Domingo 10 de Mayo
En una escuela primaria
Cuarto secreto

Tenía en mi mano un montón de listas de varios partidos…las doble lo mejor que pude, antes las rompí al medio…el sobre de votación parecía una bolsa de papas en miniatura.
Me acorde el lavado de cerebro en la primaria, lo importante de las instituciones…el voto universal, mis viejos votando en el plebiscito del 80. Las charlas susurrantes de política durante esos años en que era un tema que solo se podía…susurrar.
La democracia, la camiseta de Uruguay, el obelisco…los años de exilio…
Lo pise para afinarlo un poco, se la banco. Salí y vote anulado…me sentí mal y me sentí bien. Libre…asqueado…hijos de puta… todos ellos.
Desde hoy en adelante “nulo” será mi candidato…


Braulio Kroger


lunes, 6 de julio de 2015

CON EL DIARIO DEL LUNES Montevideo étnico: Edición COPA AMÉRICA

 ¿Alguien me puede explicar desde cuándo dolió tanto una derrota contra los chilenos? ¿Alguien me puede explicar cómo los uruguayos están tan horrorizados por un dedo en el culo?

Analizar el hincha uruguayo, el hincha de la celeste sería digno de una columna aparte, pero creo que si hay algo que tiene de especial la camiseta del color del cielo en una mañana de verano, es que aún en los peores momentos siempre logra ilusionar a su gente. Por su historia, el uruguayo sabe que su selección puede perfectamente salir campeón de cualquier certamen, ganarle a absolutamente cualquier cuadro del mundo, pero así también tiene exactamente las mismas chances de quedar afuera en la primera ronda o perder con el cuadro menos pensado, el más débil de la copa. Es así que en esta copa América donde la celeste lucía el escudo dorado en su pecho por su decimoquinto trofeo, sus hinchas sabían que no era la copa para la celeste, sobre todo porque no se contaba con Suarez, pero a pesar de todo se tenía cierta ilusión de poder levantarla una vez más, porque con Uruguay… nunca se sabe.

Apenas se le ganó a Jamaica, se le pudo haber ganado a Argentina pero se perdió, y se pudo haber ganado contra Paraguay, pero se empató. Fue así que en una propuesta basada en defender lo más cerca posible del propio arco y una respuesta que consistía en reventar la pelota una vez recuperada sin importar sentido ni dirección, pudimos pasar de fase, con una propuesta futbolística más mezquina que la de Bolivia o Perú, pero pasamos y nos tocó jugar contra Chile, el local. Hasta entonces un partido contra Chile jamás había sido algo especial para la selección Uruguaya. No había competencia de títulos (Uruguay tenía 2 copas del mundo, 2 medallas olímpicas y 15 Copas América, mientras Chile nunca había ganado nada), no había revanchas pendientes de otros momentos históricos para los uruguayos, ni una rivalidad especial. Simplemente nos cruzábamos contra el local, y teníamos ganas de dejarlo afuera. Quizás lo que más le molestó siempre al uruguayo del hincha chileno, es que al igual que sus pares mexicanos o españoles, los de “La Roja” siempre se pronosticaron como los campeones ante todo certamen, pero al final nunca ganaron nada, y dicho comportamiento suele generar cierta bronca, porque al fin y al cabo se pasan boquillando pero siempre terminan marchando. La excepción a esto fue España, que hasta el 2010 encajaba a la perfección en esta categoría, de la cual supo salir con su campeonato mundial.

¿Qué fue lo que nos hizo entrar en cólera y empezar a acusar al juez, Blatter y los duendes de la Patagonia por nuestra derrota? ¿Qué fue lo que nos hizo poner el cassette que tantos nos gusta que declara solemnemente “porque a la FIFA no le sirve que gane Uruguay” en el más penoso acto de auto-victimización absoluta? Quizás, pero solo quizás una de las posibles razones sea el cómo se dio el partido. No me pregunten por qué, pero de algún modo nuestros jugadores – herederos del gran negro Jefe y su legendario “los de afuera son de palo” – se vedetizaron desde la primera conferencia de prensa. Ver declarar al Cacha era como ver al monstruo plástico desfigurado de apellido griego que acusa a algún otro chango de turno en algún programa de chimentos argentino. ¿Cuándo precisamos nosotros de eso, como para venir a “calentar el ambiente” desde una semana antes? ¿Realmente necesitábamos de eso contra un cuadro como Chile?

El trámite del partido con un Uruguay cuyo hombre más ofensivo estaba entre el área grande propia y el círculo central, no solo reflejaba una actitud defensiva sino extremadamente reacia a generar cualquier tipo de contragolpe, y la inoperancia de nuestros delanteros – más volcados a marcar que a generar peligro en el área rival –  y la dolorosa falta de nuestra estrella rabiosa fueron haciendo que el partido por los cuartos de final fuera un castigo a los ojos de cualquier espectador y especialmente humillante para el yorugua que se atragantaba con su picada y su whisky porque ya no sabía a quién putear. Si bien se notó claramente que a los chilenos les pesaba muchísimo el partido y la responsabilidad en su propia casa – apenas podían mover las gambas – la celeste pareció negar cualquier interés por intentar aprovechar el cagazo del rival para proponer otra cosa que no fuera aguantar el 0 a 0 para llegar a los penales. Creo que todos en el fondo supimos apenas comenzó el partido que si Chile hacía un gol, las esperanzas celestes se verían muy reducidas, no por la falta de capacidad de sus jugadores, mucho menos por las grandes cualidades defensivas del rival – era cuestión de atacarlos para evidenciar su gran debilidad defensiva – sino por la mezquindad con la que nos plantamos en la cancha, como sabiendo que no íbamos a hacerles un gol ni a ganchos. Pudimos haber perdido el partido y nadie estaría caliente ni con la FIFA, ni Ricci ni Salman Rushdie, pero el hecho de que nos expulsaran dos jugadores y el enterarnos del estudio que le realizó el proctólogo Jara a Cavani nos hicieron encontrar las excusas perfectas para ignorar por completo la lamentable y paupérrima propuesta de nuestra selección en esta copa para focalizarnos en culpar al que se nos cruzara por delante como el o los responsables directos de nuestra eliminación.

No perdimos por el juez, perdimos porque somos mezquinos, aunque no sea cosa nueva porque siempre lo hemos sido, solo que ahora no está Suárez ni Forlán en su mejor momento. Señores, a Cavani lo podrían haber echado en el primer tiempo cuando pechó al línea. No hubo ningún gol uruguayo invalidado injustamente, ni un gol en offside de Chile. Especular con que nosotros íbamos a ganar si el partido seguía once contra once es tan absurdo como suponer que le dábamos vuelta el 3 a 0 a Venezuela en nuestro estadio si JR usaba un traje de otro color. Pretender ignorar lo poco que ofreció nuestra selección durante toda la copa para argumentar que perdimos por la expulsión de Cavani no denota otra cosa que una aguda y tonta ceguera empecinada en no ver nuestras propias limitaciones, además de una grave falta de autocrítica. Si le hubiésemos dado tremendo baile a Chile, si hubiésemos tenido cinco pelotas en los palos, no nos hubiesen cobrado un penal, anulado un gol legítimo y expulsado injustamente a Cavani, entonces podríamos increpar al juez, a su madre y a los mineros chilenos. ¿Pero de verdad somos tan cara duras que nos hacemos los boludos con lo poco que hicimos para culpar a los jueces? Todos sabíamos que los arbitrajes iban a ser localistas, como siempre lo han sido. Todos sabíamos que en las chiquitas los iban a favorecer a los chilenos. Todos sabíamos que las cinco patadas de ellos no iban a ser amarillas y una de las nuestras sí. La gran mayoría de los campeonatos funcionan así y hemos sabido salir campeones así. Todos vimos que el arbitraje tendió a favorecer a Chile, pero de ahí a no asumir nuestro mediocre planteo y nuestro pésimo rendimiento y creer que los que merecíamos avanzar éramos nosotros y no los chilenos, ya es irse al carajo y traspasar todo límite del sentido común.

¿Nos quejamos del dedo en el culo? ¿Justo nosotros? ¿Justo los uruguayos? ¿Qué somos ahora, finlandeses o hinchas de nueva Samoa que creen en el fair play de FIFA? ¿Justo nosotros que poseemos en la nómina de los celestes de nuestra historia jugadores como Peña, Darío Rodriguez, o Lugano? Recordemos que a nuestro último capitán lo bancábamos porque ponía cara de loco y le metía la pesada a todo pancho que se le cruzara. ¿Justo nosotros venimos a horrorizarnos como damas inglesas en celo cuyo té de las cinco de la tarde se atrasó y tuvieron que ver la mano de Suárez contra Ghana? Jugamos así tanto a nivel profesional como en el papi fútbol de los fines de semana con amigos. Pregúntenle a Trasante, a Paolo Montero – protagonista de la mejor foto de fútbol de la historia con sus colegas de la selección francesa y el árbitro de aspecto asiático –, a tantos otros. ¿Ahora nos ofendemos por un dedo en el culo? ¡El problema no fue el dedo en el culo señores! El problema fue nuestro jugador de la elite europea. El problema fue que Cavani reaccionó como una trola a la que le levantaron la falda y le dio un cachetazo de maraca a Jara y para colmo el juez lo vio. Para ser un verdadero charrúa, Cavani tendría que haber optado por alguna de las siguientes opciones:
a-    Pegarle tal codazo en la nariz a Jara que este cayera desmayado y no pudiera levantarse mientras en el piso los compañeros lo tendrían que asistir para que no se ahogara con toda la sangre que le estaría saliendo de la nariz y metiéndose por la garganta.
b-   Bancarse el dedo en el culo como un campeón, darse vuelta, tirarle un besito a Jara y decirle que se ve que había aprendido bien de la madre y la mujer, porque él (Cavani) les hacía eso cuando Jara no estaba. Acto seguido comerse él (Cavani) la piña del chileno, que lo echaran al chileno y Uruguay quedara con uno más en campo.
Pero no, nuestro astro optó por tocarle la carita, en un partido donde sabíamos que nos iban a flechar la cancha. La culpa señores no fue de Ricci, fue de Cavani por su falta de inteligencia. Y si me van a decir que su absurda reacción fue por lo de su padre, entonces la culpa es del maestro por no sacarlo cuando vio que ya en el primer tiempo había pechado al línea para protestar por una jugada intrascendente. Dicha jugada le pudo haber costado la expulsión mucho antes del minuto 60.

Lo peor de todo creo yo fue que no pudimos desquitar dos partidos más para que vuelva Luisito, porque eso era lo más importante. Con el cuadro que tenemos y la mezquindad con la que planteamos defender nuestro décimo quinta copa américa, obtuvimos lo que merecimos, haciendo dos goles en cuatro partidos (de jugada de pelota quieta) y prácticamente no pasando la mitad de la cancha. Pero ojo, esto no es nuevo, siempre fuimos así, al menos en los últimos veinte años, que es lo que yo recuerdo. No pretendamos engañarnos como los pibes de ahora que se piensan que lo de Sudáfrica fue lo normal. Nuestro planteo siempre fue en mayor o menor medida el mismo, aunque quizás no tan mezquino en muchos casos, pero básicamente se trató de lo mismo. Solo que ahora sin nuestras estrellas la cosa se complica, solo que ahora ni siquiera estamos queriendo jugar al contra golpe, sino a algo que nadie sabe qué es.
Por otro lado, en realidad Jara y Ricci nos hicieron un favor. Con lo poco que hicimos en esta copa, nos teníamos que volver a casa calientes y defraudados por nuestro rendimiento, pero gracias a Jara que se mandó una uruguayada de esas, y gracias a Ricci que inclinó la cancha para los locales (como nunca pasó en ninguna copa en la historia – cuack!) luego de la derrota nos dedicamos a hablar del arbitraje del brasilero y la mano en el orto del chileno en vez de hablar de lo mal que jugamos. En cierto modo el chileno y el brasilero le hicieron un favor a la selección, pues la indignación de los uruguayos fue tal que lo otro quedó en segundo plano.

Como corolario, como dijo Darwin "Jara con el dedo apretó el botón que activa la xenofobia colectiva en el Uruguay" Será que siempre fuimos tan idiotas y no lo sabíamos, será que Facebook y los medios evidencian y exponen de manera más fidedigna nuestra idiotez. Todos disfrutamos de molestar a los chilenos con que nunca ganaron nada, porque es muy divertido. Todos nos cagamos de risa con lo patético que suenan los chilenos cuando imitan a los mexicanos en su grito de “puto” al sacar el golero desde el arco, o de su “ole” porque hacen cuatro pases seguidos intrascendentes cerca de su área grande, ambas cosas características intrínsecas de cuadro chico y mediocre, así como de su penoso cántico “chi chi chi – le le le” que de seguro está en el top 3 de cánticos más pedorros de fútbol junto a la versión de “Ilarié” de la hinchada de Peñarol y el “sí se puede” de los bolivianos – apenas un peldaño por encima del “soy celeste, soy celeste” –. Incluso las declaraciones de Alexis Sánchez luego de terminado el partido nos hicieron sentir lástima de los chilenos, pues  se trató de lo más triste que me ha tocado escuchar, admitiendo su cagazo, llorando como una ninfa por las patadas y deschavando conversaciones del campo de juego como un pendejo que denuncia a su compañero de clase con la directora; todo eso está bien, pero de ahí a las cosas que he leído por ahí sobre los chilenos como país y pueblo… de ahí a los imbéciles que pintaron los dedos de Punta del Este por el mero hecho de que la hizo un chileno… Estamos mal señores, estamos realmente mal. Esto último fue un desastre, a tal grado que no hace otra cosa que ponernos al nivel de los imbéciles chilenos que apedrearon la embajada de Brasil luego de la farsa del arquero chileno en el partido con el local por las eliminatorias de Italia 90’.  

Chile salió campeón. Si no era ahora no era nunca. Luego de haber perdido finales y nunca haber ganado nada, se sabía que con su actual cuadro, que si bien algunos sostienen “no juega al fútbol sino a la pelota” – que afirmación más necia y carente de criterio – es superior a otras versiones de la roja que hemos visto. Si le sumamos que era el local y además consideramos los desempeños bajísimos como los de Uruguay y Brasil, todo indicaba esta era su oportunidad de oro.
 
La copa América terminó, y por suerte no hay que escuchar más a Moar con tal de ver el partido en HD, y nosotros tendremos que seguir esperando a Suárez, mientras observamos como el recambio celeste cuesta cada vez más y nos mordemos la lengua antes de putear a Tabárez por el respeto ganado en los últimos años, lo cual nos incomoda al recordar lo logrado en Sudáfrica y Argentina, atrapados entre el amor a la celeste y el sufrimiento de su paupérrimo fútbol.