En todos hay un escritor. Por más escondido que este se encuentre. Algunas veces se manifiesta y quiere ser la voz de muchas voces y la de uno mismo. Ser testigo y narrador de nuestra historia, amigo y enemigo de nuestros miedos y alegrías, tratar a la realidad como una igual, subyugar lo indomable y liberar lo oprimido. Combatir la intolerancia en una guerra sin cuartel a palabra suelta. Desafiar a nuestra propia inteligencia y re-definir las reglas en las cuales se basa nuestra ya tan reestructurada sociedad. Pero lo más importante sea, tal vez, la indescriptible sensación que nos produce, el dibujar con nuestras palabras en la imaginación de otros.

Bienvenidos.

C.A.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Violento y sus amigos

En las inmediaciones del club Tabaré,  llegando a la Av. Américo Ricaldoni, un individuo amenaza a punta de pistola a una mujer y le arranca un bolso de sus manos. Antes de retirarse golpea el vidrio trasero del vehículo y sustrae una cartera que parecería ser un estuche de Laptop.
Salgo de atrás del contenedor de basura  y llamo al 911, suena y automáticamente se cae la llamada. Vuelvo a intentar, esta vez sí me responden. Le explico al operador lo que está pasando.  Mientras el delincuente se sube a una moto, otro la maneja, y salen por Brito del Pino...
Me acerco a la víctima, la mujer, obviamente  está petrificada. Se orinó encima y llora recostada al volante.
En el asiento de atrás hay una niña, los pedazos de vidrio están regados sobre sus piernas, tendrá unos 5 o 6 años. Desde su inocencia le dice a su madre: "Mami, no le diste plata a ese señor y se enojó, se llevó la compu!" Me siento en la vereda, al costado del auto, escucho a la nena que aun habla con su madre, empiezan a llorar...las dos.
10 minutos después llega el primer patrullero, les digo lo que vi, me toman los datos y me voy.
Me tomo el bus, se mueve un rato y el tráfico se detiene completamente, un desvío. Alguien golpea la puerta delantera para que lo dejen subir. El chofer abre y el tipo, mientras saca el boleto, le  dice que la policía está a los tiros a unas cuadras con unos chorros..."Parece una de cowboys"
                                                                                ***
Escribí estas palabras hace ya unos meses, en un borrador que apareció en un pen drive.
Lo leí varias veces, pensando…un poco en voz alta. ¿Qué puedo sacar de todo esto? 
Recordando, en una especie de reflexión vacía, poco objetiva…afectada por el egoísmo inherente a nuestra condición de seres humanos.
 Después de todo, había sido casi una víctima de esta sucesión de eventos desagradables. Me tocó vivirlos muy de cerca, sentí la violencia ahí cerquita. Los vidrios rotos, los llantos, el horror…el horror.
Continué en mi actitud desagradable y patética…
El puto gobierno, la puta sociedad, la puta violencia, los putos chorros y yo, un cobarde.  ¿Por qué no actué con más vehemencia? Un grito, algo que hubiera distraído al mal nacido…un arma… Eso, un arma…tengo que salir armado…
Difícil traer este relato a los confines de la paz y la esperanzadora idea de una sociedad mejor comenzando con una estética tan opuesta.
Al menos lo intentaré y seguramente, falle en el intento. Nada vende y seduce como la exposición de la violencia cruda y, más aún si por alguna razón nos sentimos relativamente cercanos a ella.
Parte víctimas, victimarios, testigos, jueces… roles que nos dejan con secuelas muy parecidas y que, en una suerte de masoquismo, los anhelamos desde estos y otros diferentes abordajes.
Busco culpables, así puedo descargar mi ira, con fundamentos.
Apunto al más abstracto de ellos.
 La sociedad… ¿Mi sociedad?...  ¿Qué sociedad?
En realidad nunca tuve muy claro este concepto…no en el sentido práctico de la nomenclatura en sí.
Pero en lo que atañe a una esencia palpable, como decir esto es lo que es…No, nunca pude.
Así que, y como reconozco, es de todos los responsables de la violencia, si no el más difícil de encarcelar, al menos, el más difícil de reconocer como victimario.  Acepto que una gran parte de esta responsabilidad se encuentra ahí, en ese estomago en continuo estado de digestión, al que llamamos sociedad.
Su contrato da la impresión de ser violado…mejor dicho, no acatado en muchas de sus partes.
Y no es algo para dejar de lado, que este contratito en sí, engendra cierta violencia para algunos.
Su teoría básica dice que para vivir en sociedad, los seres humanos acuerdan un contrato social implícito que les otorga ciertos derechos a cambio de abandonar la libertad de la que dispondrían en estado de naturaleza.

“Abandonar la libertad” Si eso no es violento hay que juntar firmas para canonizar a Lopez Rega…

Un poquito más en su núcleo, aclara que: un mayor número de derechos implica mayores deberes, y menos derechos, menos deberes.

La violencia se hace presente de nuevo y creo que no hay necesidad de explicarlo, esa frase se auto define sola.

Después, tenemos al obvio tercero en discordia, la fuerza que hace cumplir este arreglo (sé que es un contrato pero, prefiero la inconstancia a la redundancia) el estado.

Si, definitivamente empezamos mal, nuestra principal estructura…o una de ellas, tiene una base arquitectónica, comparable a un andamio de palos de escoba atados con bellos púbicos…públicos (¿?)

Aparece el estado…El Estado.  Esta cosa tan linda que hoy, convive con nosotros y parece haber existido desde tiempos inmemoriales apretando los testículos a suyos y ajenos. Fue introducida originalmente por Nicolo Machiavelli en su obra El Príncipe. 
No fue el único, hubo otros infradotados de esos que después nos enseñan a asimilar como genios, que arrimaron el bochín, pero fue este último anormal el que uso la palabra en sí, trayéndola del Latín “Status”…creo.
¡Si! correcto, uno le pega al jackpot, cuando no es otro que “El Nico”, el que nos introduce esta maravilla para siempre y deja en claro que “Los Estados y soberanías que han tenido y tienen autoridad sobre los hombres, fueron y son, o repúblicas o principados.”
Lindo por ahora, bien. Medio flojito el tema estatal y la violencia, ¿no?
Efectivamente, es un no rotundo.
En su definición simple, esta cosa es un concepto político que se refiere a una forma de organización social, económica, política soberana y coercitiva. 
Como si no hubiera nada de qué preocuparse, también hay que asimilar que este conjunto de instituciones no voluntarias tienen el poder de regular la vida comunitaria…
Soberana, coercitiva, poder, regular…estas son las palabras que tenía tatuadas la madre Teresa en los glúteos…Uno las lee y asocia paz inmediatamente... La violencia se disuelve con la magia de un hermano mayor que te amenaza con apretarte el cogote en una pinza morsa.
Tanto ataque a las estructuras e instituciones hace mal. “Precisamos estructuras” me decía una amiga a la que le di este borrador, “Tu visión del ser humano es bastante pesimista” me dijo otro.
“El problema es que estás enfocando esto en un tipo de violencia bastante extrema. La pobreza también es violencia” 
Observación que no por ser obvia deja de pasar desapercibida ante la mirada impávida de la mayoría de nosotros. Cuando vemos, por ejemplo, otro ser humano comer del mismo contenedor en el que yo, estoy vaciando la bolsa llena de excrementos de mi mascota. O una familia durmiendo, apretadita sobre los escalones de mármol, en las esquinas que forman Rio Branco y Paysandú.
(Tengo presente que es una aberración empezar una oración con una conjunción pero, se alinea con la idea de generar violencia así que, espero su comentarios y vestiduras rasgadas en nombre de las sanas costumbres ortográficas.)

Nos acostumbraron y nos acostumbramos a esa visión.  Es violenta, sí, pero no mueve las mismas tripas que la otra...la que nos ofrecen en forma espectacular…de espectáculo.
Los medios de comunicación, perversa maquinaria, una de las armas más peligrosas,  y que siempre ha estado en las manos equivocadas. Las nuestras.
 Si no fuera por ellos, los pueblos eslavos jamás se hubieran dejado arrear a campos de concentración disfrazados de centros de reubicación. Las Dictaduras latinoamericanas no hubieran enarbolado bandera alguna en nombre de salvaguardar las instituciones.
Así como también, en realidad, la revolución Francesa sería un puñado de Burgueses envalentonando hordas de trabajadores para hacerse del poder. La segunda guerra mundial, una lucha entre poderes acérrimos y no tan opuestos que eliminaron la amenaza fascista pero dejaron contemporáneamente a Francisco Franco y su acero, morir de viejos por la década del 70.

Según Chomsky, los medios de comunicación masivos tienen como su función principal entretener, informar e impartir valores y códigos de comportamiento que propiciarán que los individuos se moldeen a las estructuras sociales…
Él porque, es bien sencillo. Las masas necesitan ser cegadas y distraídas. No hay muchas maneras hoy de distraernos que aplicando la exhibición sin tapujos de una sociedad violenta.
“El Miedo es su único dios” Dice De la Rocha.
 El miedo genera violencia y controla al rebaño de esta manera. Pero como contrapartida, cae en un vicio de acostumbramiento, somos animales de hábito y hay pocas cosas a las que el ser humano no se pueda adaptar.
Tengo una eterna discusión con amistades, colegas y toda oreja que quiera prestar atención. En la que afirmo que la reacción ante un hecho violento no es la misma para nuestra generación que para nuestros predecesores o para aquellos que vendrán después.
Hipotéticamente, si nos encontráramos en medio de una balacera en donde presenciamos que alguien es acribillado con saña, mi bisabuelo reaccionaria de una manera muy distinta a la que reaccionaria yo, ante le hecho en sí. No es algo muy complejo de entender, mi exposición a este tipo de imágenes, ya sea en un modo virtual, me ha acostumbrado a no parpadear mucho. Los médiums de diversa índole nos machacan con estas situaciones. Video juegos, informativos, prensa escrita. Nos asustan para ejercer su control y a su vez, nos adoctrinan desde un punto de vista más subliminal a convivir con esta violencia.
El ejemplo que menciono unos párrafos más arriba es una clara muestra de ello. La indigencia es violenta, pero estamos tan habituados a ella que pasa desapercibida como tal.
Si continuamos con esta tendencia, no sería absurdo asumir que es solo una cuestión de tiempo para que hechos de violencia extrema, nos preocupen desde ángulo asociado al instinto de conservación que al rechazo de la violencia en sí misma.

En los primeros días de Noviembre,  radio, televisión y prensa escrita usaban sus plataformas para difundir la noticia de una joven asesinada y descuartizada a pocos metros de su casa.
El morbo y la falta de ética de algunos medios, que decidieron cubrir la noticia desde diversos ángulos. Como por ejemplo, revelando, sugiriendo e insinuando, comportamientos de la víctima que la situarían en la filosofía del “algo habrá hecho”. No solo tenían una naturaleza violenta. También, y es parte de su horrendo rol,  dividían a la opinión publica generando a su vez mas desunión y desacuerdo entre partidarios de una u otra opinión.  A todo esto y, obviamente nada es librado al azar, en medio de un clima electoral exacerbado por campañas de marketing, prometiendo la reducción de la inseguridad.

Cerrando este desvarío.
 En un país como el nuestro, con una densidad de población envidiable y con índices de violencia y criminalidad relativamente bajos para una región que convive con realidades muy diferentes. Resulta muy complejo para nosotros como individuos, entender que es un problema intrínseco, es necesario para las estructuras de poder y se encuentra amalgamado en nuestro ADN.
Pero lo que más nos sorprende y, esto debido a que equivocadamente pensamos que solo hace falta apretar algunas clavijas para resolverlo, es la incapacidad de las instituciones para implementar una solución.  Cuando, y como en míseras 2000 palabras trato de explicar. Son estos mismos organismos de contralor los que usan este cáncer el cual, al momento de ubicarnos en un bando, todos estamos en contra y pretendemos erradicar. 
Creo que fui muy iluso al principio, cuando pretendía llevar a un tono optimista todo este despropósito y palabrería. 
Y que ahora, ya casi sin espacio para seguir, arrimándome más al pesimismo, solo me atrevo a decir que la idea de un mundo sin violencia es una utopía en discordancia total con el Principio de razón suficiente.

Me pregunto, si no es este imposible lo que muestran, al abrirse, las puertas de la percepción…Pero eso es otra historia, mucho más entretenida…

Braulio Kröger.

lunes, 3 de noviembre de 2014

BICHO POLÍTICO

Bicho lindo si lo hay, el ser humano. Y si estrechamos la búsqueda a este pequeño y bendito gran país, la cosa se pone aún más interesante. Más allá de los discursos que señalan con el dedo índice y acusador a “la gente”, como dejándolo a uno siempre por fuera de todo lo que funciona mal en la sociedad, hay momentos puntuales en los que nuestra capacidad de mongolismo supera todo límite y sienta las bases para un espectáculo digno de ser disfrutado, siempre y cuando uno no entre en la rosca de sufrirlo, cometiendo el gravísimo error de tomar tan jugoso espectáculo como cosa seria.

Un nuevo año electoral comenzó hace un tiempito ya, y no sé si fue más jugoso el espectáculo de nuestros posibles representantes antes de las internas de Junio o lo que vino después, donde quedando solamente un candidato por partido los enemiguismos internos de cada color político se dejaron de lado para competir ferozmente hasta las pasadas elecciones de Octubre contra el villano de la otra vereda. Para entonces la táctica fue una sola: degradar todo lo posible al candidato rival (del mismo partido), para así demostrar que yo, candidato a la presidencia de la nación merezco ocupar ese lugar por el simple hecho de ser menos peor que el otro.

Y es entre estos sucesos que el ser humano demuestra una vez más ser un bicho de los más queribles, porque más allá de que estemos en el SXXI y nos creamos re especiales, avanzados con nuestros super smart phones, sabiondos e idóneos para conocer y descifrar los secretos del universo, en el fondo seguimos siendo ese niño que quiere seguir creyendo en Papá Noel después de que el compañerito de la escuela le haya dicho que el gordo barrigudo de Coca Cola no es más que un invento de los padres. Por estos lares, donde la historia marca disputadas batallas de la época post-colonial entre aquellos que seguían al quizás mayor genocida de nuestro país - más conocido como Don Frutos de quien hoy nos enorgullecemos, teniendo estatuas y calles con su nombre – se la daban a más no poder con los que iban detrás de un tal Oribe que lo único que hacía era reclamar que se le reconociese su cargo ganado democráticamente. Ya desde entonces los idealismos de quien daba el golpe de estado y los de aquellos más “nacionalistas” escribían las páginas de los enfrentamientos políticos que dieron a luz los llamados “partidos tradicionales” de esta pequeña nación.
Los años pasaron, mucha agua corrió bajo el puente y la naturaleza de aquellos que nosotros elegimos para que “gobiernen” nuestro país jamás cambió (léase la definición de Darwin Desbocatti sobre gobernar: colocar algún amigo en algún cargo y aprovechar para meter cuchara en algún negocio). Y a pesar de todo, el uruguayo sigue queriendo creer en sus candidatos, algunos más, otros menos, pero el desenlace de esta historia es el siguiente, según el punto de vista de este humilde servidor:

Muchos criticamos a los políticos sin darnos cuenta de que ellos son el fruto de lo que somos nosotros como sociedad. Si ellos están ahí, es porque nosotros los ponemos ahí. Si ellos llegan ahí, es porque lo que nos venden es lo que compramos, y es así como juntan los votos necesarios para llegar a la cumbre. Si ellos son unos incompetentes que están para la chiquita, es porque nosotros somos unos incompetentes que estamos para cuidar nuestra chacrita, y ellos nos representan de manera fidedigna. Pero como todo espectáculo, en esto hay también un jueguito que es lo que hace que sea “la gilada” la que se equivoca, la que cae en esa, mientras que “nosotros” somos los que la tenemos clara. Y la explicación es simple: somos ese nene que quiere seguir creyendo en Papá Noel. No nos basta con ver la historia y ver los hechos, nosotros seguimos creyendo que los del otro lado son los malos, mientras que nuestros candidatos son los buenos. No importa si alguien del partido “rival” tiene una buena idea, como es del partido ese que a mí no me gusta, toda idea quedará anulada por su color partidario.

La Estrategia de nuestros políticos en tanto se divide en dos:
- El año electoral
- Los años que le siguen a la elección del presidente, hasta las próximas elecciones.

Durante el gran año electoral esos maravillosos personajes se transforman. De repente le tienden la mano a los obreros, a la panadera, al peón y al pequeño empresario. Sin excepción visitan algún barrio pobre y cargan en brazos algún gurí con esa sonrisa practicada decenas de veces frente al espejo mientras sus panfletos ensucian y afean toda la ciudad. De repente, por arte de magia se indignan ante las injusticias, se nutren de alguna energía sobrenatural que les permitirá construir mil escuelas, crear diez mil puestos de trabajo, combatir las injusticias sociales y hacer que todos seamos ricos, todo esto bajando los impuestos lo cual lo hace extraordinariamente tentador. Quizás contraten estudiantes de arquitectura para que les vendan rifas para conseguir los fondos para tantos milagros, no lo sabemos aún, pero lo cierto es que el futuro se ilumina solo al ver a estos candidatos y escuchar sus discursos. Ya entrados en plena época electoral, quedando un solo candidato de cada partido esos ángeles protectores del pueblo atacan con ferocidad al otro ángel de la vereda opuesta. Se da una batalla entre ángeles, salen a la luz los más horrendos secretos, las más despiadadas calumnias, y de repente el espectáculo se nutre de “respetables” políticos que se vedetizan y denigran unos a otros, cayendo lo más bajo que se pueda en una dramática carrera cuyo objetivo es destrozar tanto como se pueda la imagen del adversario, a sabiendas de que lo mismo le está sucediendo a uno como político, pero eso no importa, se trata de matar o morir. Si todo sale bien y las encuestas nos favorecen, entonces seremos los nuevos gobernantes de la nación, habiendo ganado las batallas ante los rivales, siendo los que dan menos lástima entre todos, siendo los menos peores o al menos los menos golpeados, pues para llegar a donde llegamos tenemos que haber sido crueles e inmorales, hundiendo hasta donde fuera posible a nuestro adversario. La dignidad ha quedado de lado, de repente las más ridículas ideas surgen, acuerdos impensados salen a la luz, los viejos enemigos se unen y forman alianzas impensadas en épocas remotas, todo con tal de que los terceros en discordia no asuman el poder. Se crean partidos sensacionalistas que buscan captar minorías. Todo vale.

A nadie le importa el bien del país, el progreso colectivo, pues estamos lejos de darnos cuenta de que la única manera de lograr un bien estar legítimo es en conjunto. Ejemplos en el mundo sobran dentro de los cuales podríamos hablar de Japón o Alemania. Pero acá no, acá la historia es distinta, tanto para los políticos que luchan por llegar a la cumbre como para los infelices que los votamos. Un perfecto ejemplo salió a la luz en los pasados días, con nuestro querido Bordaberry y su “vine para que hagan mierda a Vázquez”. ¿Hacer mierda a Vázquez? ¿A Vázquez? No cabecita, vos no vas a hacer mierda a Vázquez. Vázquez va a seguir preocupándose por tener el jopo arreglado durante los años que vienen. ¡Con esta mentalidad, vos solamente vas a hacer mierda al país, al igual que la gente que piensa como vos! Esa gente – de la cual hay en todos los partidos políticos – que sueña con ver el fracaso del “rival”, aunque ello signifique el hundimiento de su propio país. Acá lo único que importa son los intereses partidarios. Hace pocos días, luego de la primera vuelta, estaba leyendo felicitaciones por ahí a gente que fue elegida por la ciudadanía para ocupar una banca en el parlamento y veía continuamente las palabras “por el bien del partido, para tener un partido fuerte, ahora a trabajar por el partido”, ni una palabra de “ahora a trabajar para el país”.

Pero una vez todo se calme y todos los bandos comiencen a sacar a sus heridos del campo de batalla, todo vuelve a la normalidad durante un tiempo. De repente los enemigos no son tan enemigos y todos tratan de recomponer su imagen. Ahora cambian las reglas de juego. Ahora hay oficialismo y oposición. Entonces, siendo oposición, ¿qué es lo que queda por hacer durante los próximos cuatro años? Sí, usted adivinó correctamente. La labor de los futuros candidatos e incluso los alcahuetitos don nadie dentro del partido consiste en hacer todo lo posible para que el gobierno de turno fracase. Toda traba en el camino será válida. Toda artimaña conspirativa será celebrada y ante el más mínimo traspié del oficialismo la ovación de la hinchada visitante será un rugido victorioso. Así pasarán cuatro años más, los que fueron minoría haciendo lo imposible por juntar argumentos para la próxima campaña electoral, ya que no tratarán de elaborar un plan para levantar al país, sino uno que encuentre las fallas de los que ya actuaron para dejarle en claro a “la gilada” que los que fueron gobierno no pueden volver a serlo.

¿Qué pasa con los votantes mientras tanto? Algunos se olvidan, siguen su vida, pero otros, los más resentidos hurgan diariamente entre las noticias, diarios o comentarios en cualquier medio de comunicación para desgarrar sus vestiduras en una explosiva protesta tras otra. Publican artículos en Facebook, twittean, hacen graffitis, maldicen, hacen lo imposible por ver tooooodo lo malo que el gobierno que ellos no eligieron hace, para quizás así ir haciendo fuerza desde ya para las próximas elecciones, para juntar algún votito para su partido. Entonces, estos niños que creen en su Papá Noel creen también en los milagros, piensan que su candidato podrá hacerlo todo mucho mejor y se ofenden si tan solo se llegara a cuestionar que quizás, si su candidato llegara al poder podría cometer errores. Entonces el espectáculo sigue, cada uno cuida su chacrita, ninguno va por el país, sino en contra de la otra parte de ese país que no está de acuerdo con ellos, con los de su partido, los que “tienen la razón”.

¿No es absurdo acaso hinchar por un partido político como si se tratara de un cuadro de fútbol? ¿No sería más sano evaluar las propuestas y acciones de los gobernantes dejando de lado a qué partido pertenecen? ¿No sería más razonable no invocar a la tolerancia en un mensaje facebookero para defenestrar dos palabras después a los que piensan diferente a uno, tratándolos de ignorantes e intolerantes en un mensaje de lo más intolerante?

El show se hace completo, pues no solo nuestros políticos dan lástima, con slogans que apuntan a las mentes más chiquitas, prometiendo y prometiendo, usando las mismas pedorras promesas de siempre, sino que los votantes se convierten en las vedettes de los medios como facebook o twitter. Disculpen que sea reiterativo, pero no hay cosa más horrenda que ver sus muros amigos míos, y ver cómo se ofenden por la intolerancia de los de la vereda de enfrente siendo ustedes mismos un perfecto ejemplo de desdicha e intolerancia. Toda la obscenidad reinante reluce y en esa interminable búsqueda de sumar aunque sea un voto más lleva a nuestros héroes a caer en lo más lamentable, y nosotros caemos con ellos. Desesperados, nos vemos obligados a ver un “partido Plancha”, vemos a nuestros candidatos arañándose en televisión como putas en celo en la tv de la vecina orilla, nos tenemos que fumar spots publicitarios horrendos, bajos, viles, que son un insulto a la inteligencia humana… pero evidentemente no somos inteligentes, somos el populacho, pues año tras año los mismos métodos le dan sus frutos a estos señores, esos mismos que te representan a vos, esos mismos que me representan a mí y nos hacen, queramos o no, parte del inmundo espectáculo.

¡QUE VIVA LA POLÍTICA PARTIDARIA!