En todos hay un escritor. Por más escondido que este se encuentre. Algunas veces se manifiesta y quiere ser la voz de muchas voces y la de uno mismo. Ser testigo y narrador de nuestra historia, amigo y enemigo de nuestros miedos y alegrías, tratar a la realidad como una igual, subyugar lo indomable y liberar lo oprimido. Combatir la intolerancia en una guerra sin cuartel a palabra suelta. Desafiar a nuestra propia inteligencia y re-definir las reglas en las cuales se basa nuestra ya tan reestructurada sociedad. Pero lo más importante sea, tal vez, la indescriptible sensación que nos produce, el dibujar con nuestras palabras en la imaginación de otros.

Bienvenidos.

C.A.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Tres Equis







Estoy de luto. Estoy mal, pues he perdido a uno de mis lectores, a uno de aquellos que seguían las historias, uno de esos que entraba a montevideoetnico.blogspot.com y me comentaba las publicaciones. Déjenme contarles.

Para llegar a Amsterdam pasamos por Den Haag, más conocido como La Haya. Estuvimos no más que una tarde recorriendo un poco el centro de la ciudad, almorzando y dando unas vueltas. Volvimos a confirmar que los holandeses la tienen clarísima ya que cualquiera de los rincones del país, por más pequeñas que sean tienen su atractivo, ya sea natural o artificial y volvimos a confirmar que las holandesas están fuertes como té de cebolla y que caminar por sus calles tiene como consecuencia inmediata una sensación de enanismo total y un calambre del cuello.

La llegada a la tierra de la libertad sexual y el consumo legal de marihuana (entre otros estupefacientes) fue bajo lluvia, para variar. Fue fantástico llegar y empezar a movernos en la gran camioneta por las pequeñas calles de la capital holandesa y mejor aún fue ver a cientos de personas paradas en una especie de canoa muy chica, remando hacia un lado y otro avanzando por algunos de los infinitos canales que tiene la ciudad. Nuevamente comenzaba el desafío, ya sea cuando estaba al volante que cuando iba caminando, teniendo que estar atento no solo al tráfico diario normal, sino también a los trolebus que se meten en todos lados, a las miles de bicicletas y sus ciclo vías además de las personas obviamente.

Lluvia, lluvia, más lluvia. Parecía una película repetida, pues desde nuestra salida de Paris que prácticamente en todos lados nos agarró el agua. Esta vez, a diferencia de Rotterdam, estaríamos acampando en un lugar donde nuestros toldos carecieron de utilidad por lo que tuvimos que compartir nuestro espacio común debajo del gazebo de “Las Primas” con quienes nos volvimos a encontrar luego de varios días de desencuentros. Lluvia, lluvia y más lluvia marcaron nuestros esquemas y nuestros horarios, durmiendo como no lo habíamos hecho hasta entonces, hasta las 11 de la mañana fumando los humos de otras carpas vecinas, submarinos gigantes que navegaban por los barriales del camping. Claro está que a las 8:00 Alicito estaba despierto, o incluso antes, pero los fuertes vientos, el frío y los centenares de litros de agua que caían del cielo hacían prácticamente inviable la salida de las carpas. Pero no todo fue así. Era cuestión de que parara diez minutos para que saliéramos de los escondites y nos aprontáramos para la salida. Una vez en la calle, ya estábamos jugados y la lluvia pasaba a ser un factor más del paisaje.
 
Los holandeses… los holandeses nos maravillaron con un planeamiento de su ciudad y su arquitectura contextualista de una manera formidable. Caminamos mucho, paseamos mucho y nos entreveramos entre la traza urbana llena de canales combinados con los diques necesarios para controlar el nivel del agua en la ciudad. Recordemos que nos encontrábamos en los llamados Países Bajos y el control que tiene los tipos sobre los niveles del agua es increíble. Estos canales, además le dan un toque único a la ciudad, diferenciándola de aquellas en las que habíamos estado con anterioridad. Estos se combinan con calles y callejones con sus viviendas de varios años de antigüedad que pintan de colores el centro de la ciudad. Un poco más lejos del centro comienza un despliegue de arquitectura contemporánea de un nivel elevado con el que nos deleitamos durante varios días. El movimiento, sin dudas se lo dan las miles, decenas de miles de bicicletas que circulan por las calles. Una vez más me di cuenta de cómo los holandeses están varios pasos delante de nosotros, en una ciudad que ciertamente tiene dimensiones que permiten recorrerla en ese medio de transporte, pero que también tiene la estructura urbana para hacerlo, donde el ciclista es el principal protagonista de la historia de la calle. Ahorro energético, salud física, eficiencia… y nosotros nos enorgullecemos porque cada año se venden más cero kilómetros en Uruguay.

Todo muy lindo dirá usted, pero y la parte que me interesa a mí? Tranquilo pilluelo, ya le hablaré de la zona roja, no se me ponga nervioso, se lo pido por favor.

La zona roja… la zona roja. Y… qué decirle? Es roja! Mmm… supongo que no es la descripción más feliz que le podría brindar. Imagínese lo que le decía antes. Camine conmigo por las veredas del centro de Ámsterdam. Ya de arranque sé que le gusta la ciudad por su bandera, esa misma, la roja y negra con las tres equis en blanco. No, no sea tonto, no es el Shopping de Tres Cruces, es la bandera de Ámsterdam. Si así lo prefiere, relaciónelo con el símbolo de la pornografía, pero no con el Tres Cruces!Entre nuestra vereda y la de en frente hay una calle de cada lado y un canal de agua con gansos y botecitos que le dan vida, movimiento, color, alegría. Camine conmigo por esta vereda por una cuadra, la cual está enmarcada por dos puentes que atraviesan dicho canal de lado a lado. Son las seis de la tarde y junto a nosotros van caminando otro centenar de personas, en busca de lo prohibido, de ver una teta, un culito, una piernita, pero lo que hay a nuestra izquierda son coffee shops desde donde emana un olor un tanto dulzón. Mire para adentro y una humareda le impide ver con claridad. Qué dice el cartel? “You can smoke and drink here”. Siga diez metros, qué ve ahora? “Magic Mashrooms”. En el medio hay un bar, la gente se va aprontando, una jarra, dos jarras. Siga… siga…opa! Una repostería, pero qué rara que es, que olor raro. No no no, no se equivoque estimado lector, no es una repostería y allí usted no va a poder conseguir los bizcochitos de la panadería de su esquina ni de la Tienda Inglesa. Sí, ya sé, eso que usted ve es un brownie, pero digamos que uno un tanto especial. Lea qué dice arriba: Co-ffee-shops! No mi estimado lector, no, no es un Starbucks, no es para tomarse un cafecito y garronear Wifi, es otra cosa.

-       Y las putas dónde están? – dice usted –

-       Calma, calma. Le dije al principio, son las seis de la tarde. A ver, sigamos un poco más.

A nuestra izquierda hay más tiendas, y muchas, unas cuantas puertas de vidrio con una cortina. Quiénes van caminando junto a nosotros? Borrachines, grupitos de adolescentes con cara de pajero, familias enteras, padres con sus hijos chicos y la infaltable señora con un paraguas rojo en alto seguida por un montón de viejitos gallegos que miran con los ojos desorbitados para todos lados y olfatean como si quisieran pescar aunque sea un poquito de eso verde que se quema y anda por el aire.

De repente, un grito, en un inglés pésimamente hablado, con un acento de Europa Oriental. Avanzamos un poquito y adivine usted, una de esas puertas tiene la cortina corrida y que hay detrás? Una morocha de 1.80m de altura, con un gorro de policía, media teta afuera, un cigarrillo en una mano y una cachiporra en la otra insultando a uno de esos viejitos que apura el paso rápidamente. Es que ese viejito, rompió la única regla clara que hay en la zona roja: sacarle fotos a las putas de las vitrinas. Opa, por fin apareció una, venga, vámonos de acá, vamos a tomar una y volvemos en un rato.

Son las nueve de la noche. Volvamos por las mismas calles. Vamos por la vereda, hay más gente, mucha más gente, están los pendejos con cara de pajero, adultos con cara de pajero, la señora con el paraguas rojo en alto con los galleguitos detrás y mire usted, están aquellos que estaban tomándose una tranquilos en aquel bar, mírelos ahora… apenas pueden caminar derecho.

Caminemos, opa, mire a su izquierda. Una, dos, tres… ah la mierda! Y esto? Tres de las decenas de puertas que vimos de tardecita están con las cortinas corridas y de ellas sale una luz rojiza, rosada hacia la calle. Dentro hay tres bestias de carne y hueso (y siliconas) que lo están mirando. La de la izquierda, sí, esa misma, yo sé que le gustó. Mírela, sí, es a usted que lo está señalando. Esa misma, la de ropa interior negra, con lentes y el cabello que le cae sobre los hombros, esa misma que le está haciendo un gesto con la manito, el dedo índice que se dobla una y otra vez diciendo “vení, vení”. Uuuuhhh… mire a la otra que está a la derecha. Por Dios, sí, esa rubia que le está dando una larga pitada a ese cigarrillo. Qué? Lo qué? Ah, que usted se acuerda de Sabina. Sí, conozco el tema, se llama “La del pirata cojo”, sí, esa que dice “cigarrillo en tu boca”. Yo sé que usted quisiera ser ese cigarrillo en su boca en vez del pirata cojo con pata de palo, con parche en el ojo, con cara de malo… pero no se me ponga mal, es solamente una canción. Ay ay ay, sí, ya le vi la cara de viciosa con la que le echa el humo contra el vidrio mientras se baja el sutién, pero mire a la que está a su derecha. La misma, sí, la peticita de ojos claros. Ay mierda, se dio vuelta…nuuuuu… por favor! No hagas eso, no, no nononononoooooo! Ah mierda, pero espereeee, espeeeereeee, trajo dinero? Mire que esto no es para cualquiera eh? No son los trabucos del Parque de los Aliados, este animalito cobra un poquito más.

Qué? Siiii, la veo, veo como le saca la lengüita, también veo la velocidad con la que la mueve. No, está bien así, no quiero imaginarme nada, está bien asi, muchas gracias. Epa, mire quien viene ahí, uno de los grupetes de las chiquilinas de la generación.

-       Hola, hola, como andan? – Pero che, qué cara de orto que tienen, qué les pasa? (pienso por dentro) –

-       Hola. Todo bien?

-       Y si, miren lo que es esto, es brutal. Justo estaba caminando con uno de mis lectores por acá, para mostrarle un poco como era el lugar.

-       Ay, a mi no me gustó nada, estas son todas operadas, no tienen nada real, no entiendo cómo les gusta esto.

(Pensamiento interno…que no salga a la luz… no lo vayas a decir Alicito): Uy uy uy… eso se llama envidia querida, envidia se llama eso. Vos por más que te operes las tetas para bajar esa busarda le tenés que aflojar a los ravioles y despegar un poco el culo de la camioneta.

-       Sí, no, más bien. No están tan bien (???). Qué traen ahí che?

-       Un brownie que compramos en un coffee shop.

-       Ah, que bueno, bueno, buen provecho gurises. Nos vemos...

No les haga caso lector, no les haga caso, caminemos un poquito más…

-       Rolooo! Qué hacés? Vení, te presento a uno de mis lectores. Lector, Rolo, Rolo, lector.

-       Qué hacés iraní del demonio? Viste lo que es esto?

-       Pah, sí, está demencial bo. Mirá, justo hoy saqué los trescientos euros del viático, me los voy a reventar todos en putas y cerveza! Jajaja

-       Alíííí!!! – se escucha detrás de mí.

Me doy media vuelta y está otra de las chiquilinas de la generación, y yo, acabo de quedar como un pelotudo pervertido que se va a reventar toda la guita en un encuentro sexual de tercer tipo.

-       Siempre haciendo la del Chavo vos eh? – Fue la acotación del Rolo, siempre elocuente.

Pasan algunos minutos y vamos caminando con usted y el Rolo.

-       Pah loco, como están estas putas? – Dice el Rolo con cara de angustia.

Yo veo que se acerca otra de las chiquilinas de la generación y antes de que el Rolo siga metiendo la pata después de la que me mandé yo grito bien fuerte:

-       Peeero, qué hace Magda por acá?

Debo admitir que fue una pésima idea ya que mi secuaz en vez de callarse la boca la embarró más con un comentario aún peor: Y quien mierda es Magda?

Así fue como perdí a uno de mis lectores, que después de una cuadra de ver lo mismo una y otra vez me pegó una piña, un cascotazo en la cabeza al Rolo salió corriendo, se metió en una puerta de una checa y salió a los diez minutos en ambulancia habiendo dejado ciento cincuenta euros ahí adentro, en una de las puertitas, una puertita roja, sí, de la zona roja, en la ciudad de las tres equis.


Ali.

Bestiario.






Estimado lector, le ruego que no se piense que le quiero robar todos los títulos al maestro Cortázar, pues no es así.

Era un día más en Rotterdam, pero no uno cualquiera. El Rolo, de tan culón que es, quedó sorteado para ir a una de las escasas visitas que tenemos a un estudio de arquitectura en el “viaje académico”, visitas de las cuales se nos prometieron muchas y de las cuales apenas se concretaron dos o tres. Pues el señor Erramuspe ligó y salió sorteado para ir al estudio de MVRDV, uno de los estudios de arquitectos contemporáneos más importantes del mundo y de los más seguidos en Montevideo. Era un día más en Rotterdam ya que al igual que los otros en los que estuvimos en esta ciudad la mañana fue lluviosa, pero ya pasado el mediodía, más bien cerca de las dos de la tarde las nubes dan un descanso a los pobres infelices que están abajo y uno puede atinar a salir a recorrer en paz.

Ese día estábamos decididos con el Chino a alquilar unas bicicletas y salir a recorrer la pequeña Rotterdam como su población, en chiba y así lo hicimos. Ahí estaba Alicito, después de muchos años como cuando era un adolecente. Y ahí estaba el Chinito, con sus lentes de sol negros, su sonrisa de oreja a oreja que nos acompaña a diario en su chiba, la cual era mucho más pro que la mía pues tenía la tan típica bocinita (campanita) que usan todos en Holanda y el asiento que se podía ajustar a la altura deseada. Resultó ser que el asiento de mi vehículo quedaba un poco alto, y siendo los frenos a contrapedal y mis piernas un tanto cortas el paseo se dificultó un poco atentando el tan suave y delicado colchoncito donde va apoyada la colita contra mi virilidad, si es que usted me entiende… Y así salimos, a andar por la perfecta ciudad del ciclista: Rotterdam. Es envidiable toda la infraestructura que tiene la ciudad y su planeamiento urbano, teniendo en cuenta al ciclista como uno de los principales actores dentro de sus calles, muchas veces hasta más importante que el automóvil o el propio peatón. Tratándose de una ciudad chica, uno puede abarcar la zona que quiera en el birodado en cuestión de poco tiempo, por lo que una gran parte de la población utiliza este maravilloso medio de transporte para trasladarse de un lado a otro. Así, uno se cruza con cientos y cientos de ciclistas que van por su senda, sea en la calle o en la vereda, yendo a trabajar, a estudiar, a visitar a alguien, paseando o incluso yendo a bailar. Son las tres de la mañana y la gente sale de los boliches bastante adobadita, agarra su bici y se va a su casa!

Allí íbamos el Chino y yo, tal cual dos niños con su bici nueva un seis de Enero luego de la visitas de Melchor y su pandilla. El Chino, unos metros más adelante por ser quien poseía la bocina tocaba la misma cada vez que una joven doncella con tulipanes en sus ojos pasaba cerca. Atrás iba yo, luchando contra el asiento, parándome, sentándome, de costado, de frente, un poco así, un poco asá… pero no hay caso che, el asiento me gana! Pero de repente levanto la mirada porque escucho el “ring ring” del Chino. Él, el Chino, va en su bici, con su cabeza mirando hacia la derecha, sus ojos se esconden detrás de sus lentes negros, pero yo sé que detrás de esos lentes hay una mirada pícara pues su sonrisa lo dice todo. Veo a su derecha y viene una princesa de cabello rubio, carnosos y rojos labios, alta con una silueta increíble esbozando una tímida sonrisa. Me río, me río mucho. Hacemos algunos kilómetros y la escena se repite una y otra vez, en todas las esquinas de la ciudad que supo ser bombardeada durante la segunda guerra mundial generando así toda una nueva ola de arquitectura de la cual ya hablaré. Él toca la bocina y yo me mato de la risa, una y otra vez y parecemos dos pibes de cinco años.

Un rato más tarde nos encontramos del lado opuesto al centro de Rotterdam, luego de haber cruzado el puente Erasmus. De repente las ciclo vías se terminan lo cual nos llama la atención. Opa, mira vos, se terminó la parte cheta, estamos en un barrio donde el 90% son árabes o turcos. Este sector de la ciudad es muy diferente, las viviendas son más simples así como la estructura vial. Fue ahí que nos dimos cuenta de que habíamos alquilado las bicicletas por simple capricho ya que en vez de seguir recorriendo nos compramos unas pizzas, alguna lata de cerveza y nos tiramos a divagar en un parquecito mientras los pequeños Abdul correteaban por ahí. Fue ahí que entre charlas sobre el bien y el mal, sobre el viaje, sobre lo afortunados que somos, sobre aquellos que no pudieron viajar y el efecto del calentamiento global en la producción de tomate de Madagascar, le dije al Chino que esta crónica se tenía que llamar Bestiario. El tema es que en toda nuestra estadía en el país de los tulipanes no paramos de maravillarnos con su mayor belleza: sus mujeres. Amigos míos, es perjudicial para la salud caminar por las calles pues alguno que ande mal del bobo la puede quedar. Se trata de una colección de bestias caminantes, esbeltos y hermosos equinos de la viña del señor, animalitos de Dios que lo dejan a uno babeando como un idiota y lo único que repetimos una y otra vez es “pah, que bestia”! Así fueron nuestros días por Rotterdam, sufriendo por las calles, escuchando la bocinita del Chino con su sonrisa triunfal, sufriendo…sufriendo. Esto se está poniendo salado amigos y recién nos estamos empezando a arrimar a los países escandinavos, a Rusia y a Europa del Este… ay ay ay… ay ay ay!
 
Llegamos a Rotterdam desde Bélgica donde tuvimos un tirste paso por Bruselas y otro más interesante por Brujas. Ésta última ciudad tuvo una aceptación general en el grupo, esperándonos con algunas obras góticas y un paisaje típico de la Europa medieval algo distinta a lo que fue Edimburgo. Una breve recorrida y la degustación de las mejores papas fritas del mundo nos llevaron a las rutas hacia la capital belga donde tenía puestas mis fichas con gran expectativa para la Casa Tassel de Victor Horta, conocida hasta por aquellos que no tienen nada que ver con la arquitectura. Resultó que el equipo que había preparado esta parte del itinerario jamás se percató que la mayor parte de las obras de interés de Bruselas estaban cerradas los Lunes. Y obviamente, qué día fue que fuimos todos a Bruselas? Muy bien! Usted ha acertado, un Lunes! Sumémosle al caso que para poder entrar a la casa Tassel había que hacer una reserva previa según la guía de viaje, cosa que nos desmintieron quienes atienden la casa, diciendo que con reserva tampoco se podía entrar. Finalmente nos fuimos de Bruselas sin haber podido disfrutarla mucho y nos dirigimos a Breda, una pequeña ciudad de Holanda. Esa visita que duró una tarde nos salvó el día en una ciudad sobre la cual no sabía absolutamente nada. Decidimos dirigirnos hacia el Chasse Park donde sabíamos que había algunas obras interesantes, pero para nuestra sopresa fuimos a parar a un barrio que nos ofreció mucho más de lo que esperábamos, con algunas obras fantásticas con distintas resoluciones de vivienda u otro tipo de programas que nos dieron el primer cachetazo, diciéndonos que ya habíamos entrado a Holanda.

Un día antes, mientras comíamos las exquisitas papas fritas de Brujas escuchando una orquesta sinfónica local, el Rolo y yo habíamos reservado un hostel donde hospedarnos en la ciudad de Rotterdam. Obviamente fue el más barato de todos, costando diez euros por día incluyendo desayuno, wifi (de los elementos más preciados en nuestro viaje) y lo más importante: un futbolito! Las opiniones fueron divididas. Mientras algunos de nosotros se negaron a dormir allí y prefirieron la camioneta otros estábamos encantados, en un lugar lleno de jóvenes de toda Europa, con una recepcionista espectacularmente hermosa de Latvia y una buena onda general. Claro, no había dormitorios, sino que se trataba de un galpón gigante con unas ciento cincuenta camas, más parecido a un cuartel general que un hostel, lo cual en lo personal no me molestó en absoluto. Allí nos quedamos cuatro noches, viendo como el clima de Rotterdam era siempre igual. Lluvia por las mañanas hasta el mediodía aproximadamente, para pasar a estar seco a eso de las dos de la tarde. Nuestras jornadas se adecuaron al tiempo obviamente, acostándonos tarde por la noche y levantándonos relativamente tarde por las mañanas. Aquél día en que salimos a andar en bici con el Chino, la historia fue igual, saliendo para el almuerzo pero volviendo relativamente temprano para tener la última salida nocturna de esa ciudad.

Siendo la ciudad más bombardeada de Holanda durante la segunda Guerra Mundial, los holandeses encontraron la oportunidad de volcar toda una serie de edificios de las nuevas escuelas de arquitectura que suplantarían a los viejos edificios. Se trata pues de una sobredosis de arquitectura contemporánea en un país que para mi gusto tiene actualmente las mejores escuelas que han marcado tendencia en muchos lados, inclusive en nuestros talleres de Bulevar y Bulevar. Se trata de una arquitectura simple en general, geométrica, detallista y bien trabajada, siempre con una vueltita de tuerca interesante, focalizándose mucho en la imagen de los edificios, en sus fachadas las cuales le dan ese colorido y ese paisaje tan holandés. Hay zonas que tienen un desarrollo urbano muy reciente, de unos cinco, seis o máximo diez años y sus calles están llenas de grúas y señoritos de casco. Pero todo esto qué importa? No sé ni para que les cuento si lo mejor de esta ciudad son sus mujeres. Es difícil caminar derecho, el cuello se enfrenta a un desafío mayor al tener que girar hacia un lado y otro permanentemente para que los ojos se maravillen una y otra vez.

La noche de Rotterdam tiene lo suyo también, principalmente porque están en ella todas las chichis que a diario deambulan por la calle. De lo más divertido de las salidas, fue la entrada a uno de los boliches. Era una noche despejada y estos tres energúmenos – Rolo, Chino y quien les escribe - se encontraban caminando por las calles del centro, debatiendo una vez más sobre las infinitas razones de la altura y belleza de las holandesas y el bigote de Ramis mientras empinaban las últimas gotas del vino francés comprado en Bélgica, cuando de repente llegaron a sus oídos los inconfundibles sonidos de las risas de las damiselas que se encontraban a no más de una cuadra de distancia acompañadas de un punchis punchis que seguramente provenía de algún antro holandés. Así allí se dirigieron los tres sabandijas hasta que se toparon con el típico mastodonte inflado lleno de pastillas y cara de orto que está en la entrada de cualquier cheboli.

-       Good evening – intentando hacernos los simpáticos.

-       Hi.

-       Can we get in?

-       No, this an Erasmus party, only for Erasmus studends.

Lease que los Erasmus son los estudiantes de intercambio o que se encuentran estudiando en otro país por un período específico.

-       Oh, Ok. How much is it?

-       No, there no entrance fee, but only Erasmus students can get in.

Pucha, no se trata de plata. La cuestión es que solo los estudiantes pueden entrar.

-       We are students!

-       Students? From where?

-       From Uruguay! – Con cara de contentos y pequeños niños simpaticones intentamos lo que jamás pensamos que funcionaría.

-       Chiquilines, tienen los carné de estudiante? Yo no lo traje – fue mi acotación.

Acto seguido ambos sabandijas procedieron a sacar sus carné los cuales presentaron al pato vica. El tipo miraba el carné y nos miraba a nosotros. Su cara era de desconcierto a lo cual repitió la pregunta:

-       Where are you from? – con cara de de donde carajo dijeron que eran?

-       From Uruguay… champions of America! – todo con una cara de pelotudo importante, levantando los brazos como si yo fuera Lugano levantando la copa.

El pato vica salió de su papel de botón, se empezó a reir y con cierto gesto de resignación y simpatía nos invitó a pasar.

Nuestro paso por Rotterdam encontraría su fin con otra salida luego de que la recepcionista que provenía de Latvia con su cuerpazo y sus verdes ojos nos pintara la cara al Chino y a mi en el futbolito. Todo ocurrió cuando en una aguerrida y apretada serie de tres partidos (partido, revancha, final) donde el Chino y yo salimos victoriosos ante el Marto y el Rolo no paramos de gritar y armar bardo, hasta que este ángel caído del cielo se puso a nuestra derecha pidiendo para jugar contra los ganadores. Luego de tartamudear y babear le dimos el sí y nos aprontamos para el match. Iban dos minutos de juego y la recepcionista que jugaba con un gallego que andaba en la vuelta nos iban ganando 3 a 1, pero ya se notaba que la manera en que jugaban ambos era totalmente diferente a la nuesta, vergonzosa dicho sea de paso. Fue después del cuarto gol que dejamos de mirar la cancha para pasar a prestar suma atención al escote de nuestra oponente que muy concentrada giraba y giraba los pestillos del pequeño juguete, agachándose cada vez más para nuestro deleite. Así fue como perdimos 10 a 2 y decidimos que nuestras vidas deberían ir hacia otro lado que no fuera el futbolito como profesión, tal vez, solo tal vez como arquitectos en algún futuro cercano… o lejano, luego de haber culminado esta aventura que no para de deslumbrarnos.

Ali

jueves, 8 de septiembre de 2011

Asalto en Ville Savoye


Resultó que Victoria, una compañera de facultad que viajó el año pasado hizo amistad con un turco que tiene un negocio en Chartres a quien dejó el equipamiento de campamento que usó su camioneta. Victoria, es amiga de Popi, por lo que la camioneta en la cual me encuentro temporalmente tenía una gran parte del mobiliario asegurada allí. Fue por ese motivo que a la salida de Paris tuvimos que ir hasta Chartres, para buscar lo que Victoria había dejado para Popi y su pandilla. El viaje fue un éxito, y mientras la generación entera estaba en la Ville Savoye, nosotros estábamos paseando por Chartres, un hermoso pueblo con una estructura vial y urbana medieval, con una mezcla de construcciones antiguas y otras más contemporáneas. La visita incluyó obviamente la Catedral de la ciudad donde nos quedamos un buen rato contemplándola, hermosa, fabulosa y espectacularmente gótica.
Ya de tardecita emprendimos el camino nuevamente hacia el Norte, para ir hacia Versalles donde nos encontraríamos con la otra camioneta amiga la cual ya estaba instalada en un camping cercano al gran palacio. La llegada fue de película, bajo lluvia en el primer día de camping, donde todos estrenaríamos nuestras nuevas carpas "two minutes", los colchones inflables y los sobres de dormir comprados horas antes en Decathlon. Lo más alentador, fue recibir un mensaje del Fede que decía algo así como: "estamos en un camping cerca del Palacio de Versalles, instalados y cocinando. Los esperamos, con guiso y vino", lo cual fue un motivo más que suficiente para apurar el paso teniendo en cuenta que el verano francés no tiene nada que ver con el que nosotros conocemos, pues además de la lluvia y el viento la temperatura no está nada elevada.
Llegamos de nochecita, bajo lluvia con la camioneta con un bolonqui de novela, con siete valijas de las cuales tres son enormes y dos muy gordas, cocinilla, garrafa, heladera, mesa, banquitos, carpas, sobres de dormir, colchones, siete mochilas, bolsas con contenidos personales varios y un surtido de puta madre como para bancar dos semanas, incluyendo más de veinte botellas de vino de 0.99 centavos de Euro, fundas de Coca Cola, leche y demás artículos de todos los días. Mientras los chiquilines de la otra camioneta cocinaban al ritmo de Zitarrosa, algunos de nosotros lavaban los elementos donados por Victoria y otros rearmábamos como podíamos el tetris de la camioneta, con un toldo improvisado que nos "protegía" de la lluvia. Al mismo tiempo, el olorcito del guiso llegaba a nuestras narices como lo hacía aquel del queso a la nariz de Jerry en el famoso dibujito del gato y el ratón, que elevaba al roedor y lo hacía ir con los ojos cerrados hacia el preciado alimento.
La noche terminó espectacular, comiendo un exquisito guiso, tomando un rico vino francés del cual un vaso entero supo terminar en el único "abrigo" (buso finito de algodón) que tenía yo a mano debido a un incidente logístico del tetris para terminar durmiendo en algunas de las carpas que se armaron bajo lluvia.
La mañana del 7 de Agosto comenzó soleada, con un fantástico desayuno y la primera levantada de campamento del viaje para ir hasta el palacio de Versalles, al cual no entramos por la exageradísima cola que había, optando por ir a los jardines. La visita no fue muy larga ya que ya veníamos atrasados con respecto al itinerario oficial por lo que emprendimos el camino hacia Poissy para llegar a la gran Ville Savoye, ícono de la arquitectura moderna, obra de Le Corbusier donde se reflejan los cinco puntos de la arquitectura ideal según su autor. La emoción era grande ya que se trata de una de las obras más estudiadas en la facultad, sobre la cual todos supimos hacer alguna monografía, vimos alguna charla, leímos libros, la vimos en las revistas o simplemente la dibujamos en algún croquis. Ya era de tarde cuando llegamos y antes de entrar decidimos hacer un pequeño picnic en un pedazo de pasto frente al estacionamiento donde dejamos la camioneta. Entre refuerzos de atún y charlas banales pasamos un rato hasta que decidimos guardar todo para entrar a la casa.
El momento de la llegada fue asombroso, entrando por entre los árboles para pasar a darse de frente contra la blanca casa elevada sobre pilotis, con sus ventanas apaisadas y su planta libre. Caminamos, subimos, bajamos, sacamos fotos, seguimos sacando fotos y nos emocionamos. Era increíble poder estar allí y no estar viendo una revista. La casa no defraudó, nos impactó y nos dejó contentos y sorprendidos, con la cantidad y calidad (y buen sabor) de sus espacios, formidables, perfectamente diseñados rindiendo cada uno de una manera excepcional.
Con una sonrisa salí caminando detrás de las chiquilinas, mirando para atrás después de cada paso que daba para mirar por una última o penúltima vez la casa, y mientras pensaba una vez más en lo afortunados que somos de poder ser partícipes de esta aventura escuché la voz de Popi que con un grito decía: "La puta madre, no te puedo creer, la puta madre"! Levanté la cabeza y pensé en lo peor cuando vi que mientras ella puteaba y se agarraba la cabeza estaba parada frente a la camioneta. No llegué a ver lo que ella veía ya que estaba lejos, del otro lado, pero por su tono y su cara me imaginé lo que había pasado.
- Qué pasó che? - Fue mi inmediata pregunta.
- La puta madre, no te puedo creer. Nos afanaron!
- Qué? - y me acerqué rápidamente hacia donde estaba ella con las otras chiquilinas.
El panorama era desalentador. El vidrio del costado izquierdo de la camioneta, detrás del conductor estaba destrozado y los pedacitos del mismo estaban esparcidos dentro y fuera del vehículo. Inmediatamente abrimos la camioneta para ver qué faltaba y la sorpresa fue desagradable al ver que faltaban todas las mochilas que se habían dejado, las cuales pertenecían a Lorena, Popi, Maina y Tania. Yo llevaba mi mochila conmigo al igual que Cecilia.
- Qué había en las mochilas? - Fue mi pregunta.
Las caras eran de decepción total. Las respuestas desgarradoras... “mi computadora, mi celular, los traveller checks valor 1000 euros... el disco duro extraíble con todas las fotos del viaje”! No hubo lágrimas inmediatas, pero las expresiones de las caras eran mucho peor que eso. Creo que todos nos podemos poner mal por las pérdidas materiales, pero perder todas las fotos del viaje es algo que no tiene duelo, no se puede llorar, no se puede comprar ni recuperar, simplemente te parte al medio.
- No te puedo creer bo, la puta madre que lo parió. Dejaron las mochilas adentro chiquilinas? - Mientras formulaba la pregunta me acordaba de haber leído reiteradas veces en los famosos "piques de viaje" que las camionetas jamás se tienen que dejar solas cuando están cargadas, y menos que menos hay que dejar las mochilas con objetos de valor adentro. Pensaba en eso cuando se me ocurrió abrir la puerta de atrás para ver si se habían llevado algo de las valijas o el mobiliario y la sorpresa fue aún más desagradable al ver que había un gran hueco entre todas las valijas que allí estaban, a lo cual habiendo armado yo el tetris me fue imposible no decir:
- Pará, ese hueco de ahí no estaba - a lo cual inmediatamente escuché a Tania.
- No, se afanaron mi valija! No te puedo creer, se afanaron mi valija.
Fue inútil contar una y otra vez todas las valijas, ya que todos sabíamos que antes allí había siete y ahora seis, y que por ende estaba faltando una. Las lágrimas fueron inevitables y las puteadas y maldiciones se sucedían una tras otra. Todos sabíamos que habíamos cometido un error gravísimo del cual habíamos sido advertidos, ya que habíamos dejado la camioneta cargada sola, pero peor aún era que se hubiesen dejado las mochilas con netbooks y discos duros dentro y no haber atado las valijas con las cadenas y candados que especialmente habíamos comprado para ellas.
Un rato pasó y vino la policía. Fue extraño ver que la oficial que me habló era una rubia bastante linda a diferencia de las policías que uno se puede llegar a encontrar en Uruguay. Pero eso en ese momento era lo que menos importaba. La rubia hablaba algo de inglés, por lo que le explicamos lo que pasó y nos pidió que nos subiéramos a la camioneta y siguiéramos al patrullero hacia la seccional. Obedecimos y llegamos para hacer una lista de los objetos robados junto a nuestros datos personales. Acto seguido ella llamó al consulado de Uruguay y me pasó el teléfono. Del otro lado estaba Beatriz, una secretaria del consulado que me comentó que el día anterior había pasado exactamente lo mismo con otra camioneta. Pasaron un par de horas, limpiamos los vidrios, charlamos un rato con los milicos mientras la rubia, sin percatarse de la camiseta de Irán que yo llevaba puesta y mi pinta de musulmán con mi cultivada barba negra nos comentaba que el barrio donde nos robaron estaba lleno de musulmanes y con una especie de cara de asco comentaba que estando en el mes de Ramadán estaban más bravos que nunca a lo cual mi comentario interno que no se pronunció fue: yo hacía el ayuno de Ramadán y no se me daba por salir a afanar pelotuda!
Pasó otro rato hasta que vino la secretaria del cónsul, quien muy amablemente se quedó hasta largas horas de la noche en la comisaria traduciendo las declaraciones que tuvieron que dar una por una las chiquilinas. Mientras tanto, Fer y yo aprovechamos para desarmar y armar nuevamente la camioneta, la cual con una valija y cinco mochilas menos calzó mucho mejor y quedó preciosa! Acto seguido, con Maina procedimos a "arreglar" el agujero dejado por el vidrio roto mediante la milenaria técnica de la bolsa de nylon y la cinta pato.
Durante los próximos tres días anduvimos en las vueltas de Lille, viéndonos imposibilitados a cruzar hacia el Reino Unido hasta arreglar el vidrio, el cual llegó recién el 10 de Agosto. Lo peor, fue que además de todos los objetos robados, algunos de valor material, otros de valor afectivo, los chorros se llevaron nuestro GPS donde estaban marcadas todas las obras a visitar y además el control remoto del GPS de la Renault, por lo que nos encontramos actualmente sin otra referencia que los carteles y la guía Michelin. Pasamos dos noches en un camping ubicado en un pueblo llamado Houplines, en las afueras de Lille y nuestra actividad se basó en cocinar, comer, tomar vino francés barato y dar miles de vueltas por miles de rotondas hasta llegar a destinos básicos como un Carrefour o un Decathlon. La frutillita de la torta la puso el hecho de que el 8 fue el cumpleaños de Tania, a quien le robaron la valija y la mochila por lo que quedó con lo puesto, pero a pesar de todo lo ocurrido, le compramos una torta y con la complicidad de la camioneta amiga hicimos un brindis en alguna vereda del centro de Lille y compartimos un rato ameno comiendo dulces, salamines, torta, tomando vino y mate, según los gustos de cada uno.
Las noches de camping fueron más que divertidas, cocinando, estrenando algunas carpas, algunos colchones y presenciando el show de "Las Primas" quienes me bautizaron como "El Antonio de turno" pidiendo que sacara la mano!
Lo cierto es que el robo nos atrasó bastante con respecto al resto del grupo, cuatro días para ser exacto lo cual es un montón teniendo en cuenta lo apretado que es nuestro itinerario, cubriendo centenares de ciudades en un período de cuatro meses. Según lo planificado, nos vimos obligados a eliminar algunas ciudades del itinerario, con el fin de llegar a Glasgow y Edimburgo, razón principal por la cual me cambié de camioneta durante las primeras dos semanas. Hacia Liverpool nos dirigimos, cruzando el Canal de la Mancha en ferry hacia Dover, para encarar una maratón de ruta hasta la ciudad de los Beatles, mientras un mar de nostalgias me invade. Recuerdo con nostalgia los viejos años en la bañadera escolar con los Fagundez, donde en nuestra niñez éramos muy felices durante esas dos horas que demorábamos en ir y volver a la escuela escuchando los mismos cassettes de Los 4 de Liverpool una y otra vez. Para sumar, es 10 de Agosto y recordamos con cariño a Fernando (QEPD) en un mano a mano con Popi. Y hacia allí nos dirigimos, hacia Liverpool y yo no logro quitarme de la cabeza a mi amigo Juan (QEPD).


Ali